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México: 27 de octubre a 12 de noviembre de 2022

A caballo de los meses de octubre y noviembre, el prelado del Opus Dei visitó México. En su viaje hizo etapa en Ciudad de México, Aguascalientes, Guadalajara y Monterrey.

Por la mañana del 27 de octubre, primer día de su estancia en el país, el Prelado saludó a algunas familias que querían felicitarle por su cumpleaños. Por la tarde celebró la Misa en la basílica de Guadalupe con numerosa concurrencia de fieles. La homilía que pronunció se recoge en este mismo número de Romana. Al finalizar la Misa, todos los asistentes cantaron Morenita mía, como cuando, en 1970, san Josemaría Escrivá visitó la antigua basílica.

El 28 de octubre, el Prelado se trasladó a Aguascalientes. En el Centro de Convenciones San Marcos tuvo lugar un encuentro de catequesis en el que, entre otras intervenciones, fue motivo de admiración la de un hombre de 105 años que dijo considerarse joven. Su hija, a continuación, habló con afecto filial de la devoción mariana de su padre. Otros testimonios que atrajeron la atención de todos fueron los de Gonzalo, que trabaja como organizador de eventos —especialmente bodas—, y Michelle, directora del departamento de Arte y Cultura de la Universidad Panamericana. También resultó simpática la pregunta que hizo al Prelado una niña de seis años que quería saber cómo se llamaba su ángel de la guarda. Varios números musicales de cierto nivel artístico amenizaron el encuentro.

En Guadalajara, la tierra del mariachi, hubo al día siguiente un encuentro similar con fieles y amigos de la Prelatura en el que tampoco faltaron momentos musicales. Con la proximidad del campeonato mundial de fútbol como pretexto, una familia subió al escenario para regalar al Prelado una camiseta de la selección mexicana marcada con su nombre. En otro contexto, y a raíz del evangelio del día, Mons. Ocáriz habló sobre la humildad.

El domingo 30, en su segundo día en Guadalajara, el Prelado se reunió en diferentes momentos con chicos y chicas jóvenes, en buena parte estudiantes de la Universidad Panamericana, y varios de ellos catequistas, que le plantearon preguntas e inquietudes de distinto tipo y procuraron también entretenerle cariñosamente con canciones, juegos de manos y otros números para que pasara un rato agradable. El día siguiente tuvo un encuentro con algunas mujeres de la Prelatura y acudió a rezar a la Virgen de Zapopán.

El martes 1 de noviembre, todavía en Guadalajara, visitó a algunos enfermos y tuvo un rato de charla con matrimonios que impulsan iniciativas educativas como Lar, Forsa y FAPACE. También se reservó un momento para conocer el colegio Los Altos, donde pudo platicar con algunas alumnas. Además, se reunió en la Universidad Panamericana Campus Guadalajara con personas que trabajan en diversos centros educativos, incluida la propia universidad.

Pasando de Guadalajara a Monterrey, el 2 de noviembre el prelado del Opus Dei estuvo con un grupo de mujeres en Los Pinos, un centro de encuentros en el que, entre otras actividades, se organizan retiros espirituales. Una de las asistentes a la reunión, Edith, platicó sobre su reciente bautizo, primera comunión y confirmación, y acompañada por la guitarra cantó una canción mexicana popular. El jueves 3 y el viernes 4, don Fernando acudió al colegio Liceo de Monterrey, cuya formación cristiana está confiada a la Prelatura: el primer día estuvo sobre todo con las alumnas, que le hicieron varias preguntas; el segundo, con las familias, para las que celebró la Santa Misa en la capilla del colegio. El día 4 también se reunió con un grupo de muchachos de varias ciudades del norte de México (Hermosillo, Culiacán, Chihuahua, Torreón y Monterrey), con los que habló sobre temas como la fe, el apostolado, la vocación, las contrariedades, la alegría y la esperanza. El sábado 5 tuvo también una reunión con muchachas que frecuentan los diferentes centros del Opus Dei de esa parte del país.

El día 6 por la mañana hubo un encuentro más numeroso, para un público variado de personas, en la Arena Monterrey, una amplia sala de eventos. Acudieron hombres y mujeres provenientes del norte de México, del sur de Estados Unidos e incluso de algunos países centroamericanos. Mons. Ocáriz empezó pidiendo oraciones por el Papa Francisco y animando a tener fe en la oración. En las sucesivas intervenciones de los participantes en la tertulia se abordaron numerosos temas: la importancia de las virtudes en la educación de los hijos, el redescubrimiento de la amistad, la esperanza ante las contrariedades o el agradecimiento que se debe a los inmigrantes por su contribución al fortalecimiento de la sociedad a la que se trasladan.

El 7 de noviembre, el prelado del Opus Dei viajó a Montefalco, una casa de retiros espirituales ubicada en el estado de Morelos. Allí recibió a diversos grupos de personas.

Por la mañana del 8 de noviembre, de nuevo en Ciudad de México, se reunió con el equipo directivo de la Universidad Panamericana y con varios miembros de la comunidad universitaria en el campus de Bosque Real. A todos animó a mantener un entorno de diálogo fundado en el respeto, la amistad y el interés auténtico por los demás. Por la tarde acudió al colegio Cedros para charlar con jóvenes de Puebla y Cuernavaca. A propósito de una pregunta sobre la amistad, explicó que esta crece cuidando los pequeños detalles: pasárselo bien con las cosas que gustan al amigo, escuchar con atención, vivir la puntualidad, etcétera. Para un cristiano, ser amigo es ser apóstol. Otra pregunta abordó el tema de la castidad. «Podríamos decir —señaló Mons. Ocáriz— que hay dos motivos para desear ser castos: el primero y más decisivo es por amor a Dios, porque así Dios lo quiere y por tanto es bueno para nosotros. El segundo motivo lo da la experiencia humana: la impureza no da alegría, deja una experiencia amarga. Vivir la castidad incrementa la capacidad de amar de las personas con todas sus capacidades materiales y espirituales. Quien no valora la pureza tiende a vivir una vida egoísta. No es fácil, pero hace falta fiarse de Dios que nos da su gracia».

El miércoles 9 y el jueves 10 de noviembre tuvo nuevos encuentros de catequesis en los que surgieron preguntas sobre varios temas relacionados con la vida del cristiano. El día 9, además, bendijo la primera piedra de un colegio.

El 11 recibió a chicas que reciben formación cristiana en centros del Opus Dei de Ciudad de México, Puebla, Morelos, Tlaxcala, Estado de México y Veracruz. Dos de ellas aprovecharon la ocasión para regalarle un cuadro de la beata Guadalupe Ortiz de Landázuri: «Ojalá lo ponga en algún rinconcito de su casa», le dijeron. Otras dos le entregaron una piñata en cuyo interior había un regalo de parte de todas. Una alumna de Enfermería contó que ha abierto cuentas en TikTok e Instagram para dar a conocer a los demás sus aventuras en ese trabajo. Ha tenido muchos ecos positivos. «Es Dios quien actúa a través de cada uno de nosotros cuando no ponemos obstáculos, cuando trabajamos bien y servimos a los demás», comentó don Fernando. «Servir con alegría es un verdadero apostolado». También hubo quien tocó para él una pieza de violín o le sorprendió con un truco de magia.

En su último día en México, el 12 de noviembre, el Prelado mantuvo un encuentro con familias en la Expo Santa Fe. Los participantes le recibieron con la «ola mexicana», mientras agitaban listones de colores en el aire. Los testimonios fueron muy variados: Natalia, que es actriz, habló sobre la confianza en Dios; Claudia y Willy preguntaron sobre la vocación de los hijos; Pedro contó su recuperación del Covid gracias a la intercesión de san Josemaría; una familia explicó la tradición de las posadas navideñas en México, y Viviana y Mario cantaron una conocida canción mexicana. Respondiendo a una pregunta sobre el centenario de la Obra, el Prelado le dijo que «es una ocasión para meditar que está todo hecho y está todo por hacer. Está todo hecho porque el espíritu ya nos lo ha dado Dios, y está todo por hacer en nuestra propia vida, en cada una, en cada uno. La Obra ya es una realidad, pero el Señor quiere que se extienda, que llegue a mucha gente. Es un verdadero mar sin orillas». Como mensaje final, invitó a todos «a estar alegres en la esperanza y a olvidarnos más de nosotros mismos para pensar en los demás».

Después de saludar a algunas familias, pasó a la Villa para despedirse de la Virgen de Guadalupe y finalmente tomó el vuelo de regreso a Roma.

Romana, n. 75, Julio-Diciembre 2022, p. 191-194.

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