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Rosario (Argentina): Viajes solidarios a Suripujio con alumnos de la Universidad Austral

Desde hace un año, voluntarios del DAS (Departamento de Ayuda Solidaria de la Universidad Austral en la ciudad de Rosario) viajan a un pueblo llamado Suripujio. La actividad fue planeada en coordinación con el director de la escuela Éxodo Jujeño de dicha localidad. La escuela venía recibiendo ya con anterioridad ayuda a distancia, y sus alumnos habían enviado con frecuencia cartas en las que, además de manifestar su agradecimiento, invitaban a que se les fuera a visitar. Finalmente la universidad promovió entre los estudiantes que quisieran prestar ayuda en aquella remota población (Suripuijo queda a 1.750 kilómetros de Rosario) un primer viaje. Se consiguieron donativos, sobre todo en especie, y se hicieron planes con vistas a poder llevar a cabo proyectos que ayudaran a los habitantes del lugar a mejorar sus condiciones de vida y sus oportunidades de trabajo.

El paraje de Suripujio está ubicado en la provincia de Jujuy, a 3.850 metros sobre el nivel del mar. A 15 kilómetros de distancia se encuentra Yavi, un antiguo pueblo que fue durante tres siglos cabecera del único marquesado del país y sede de una importante encomienda indígena. En quechua, el suri es un animal típico de la zona, semejante al ñandú (un pequeño avestruz), y pujio es “vertiente”: suri-pujio viene a significar, por tanto, “lugar donde beben los suris”, “aguadita del suri”.

Suripujio no cuenta con energía eléctrica ni con gas natural. Viven en el pueblo unas 60 familias, que suman un total de 160 personas. Tienen alrededor de 500 llamas, ovejas y vicuñas, de las que obtienen carnes, cueros y lana que trabajan en primitivos telares. También siembran algunos productos para consumo, en un régimen de economía de subsistencia. Por la mañana llevan a pastar el ganado, y cuando cae el sol bajan para encerrarlo en corrales de piedra, pircas, que lo protegen de zorros, pumas y otros depredadores. Están organizados en torno a un cacique y toman sus decisiones de común acuerdo. Profundamente religiosos, herederos de la evangelización española, se imparten entre ellos mismos la catequesis por transmisión oral. En Cuaresma se reúnen hasta bien entrada la noche para participar en la “doctrina”, un momento especial en que los mayores instruyen a los jóvenes mediante cantos, oraciones y salmos.

En el primer viaje se les ayudó a terminar de construir una capilla. Es de estilo colonial y tiene dos campanarios, una sola nave, cinco ventanas vidriadas y un altar de laja. Este año se ha pintado el exterior de la capilla y se han instalado unos molinos de viento.

Los lugareños esperan que los molinos les cambien el futuro. Con ellos podrán llenar de agua los bebederos y no necesitarán seguir caminando por horas hacia la vertiente con sus rebaños, como han hecho siempre hasta ahora. Además, podrán regar más y mejor sus cultivos (papas, habas y alfalfa).

Romana, n. 42, enero-junio 2006, p. 130-131.

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