Jornadas de Evangelización en familia
Por segundo año consecutivo, cuarenta familias, integradas en su mayoría por padres y alumnas del Liceo de Monterrey, se reúnen con el doble objetivo de vivir con piedad la Semana Santa, con otras muchas familias, a la vez que les brindan un poco de ayuda para mejorar su calidad de vida.
La idea surgió en 1998, a partir de la labor de promoción social que, desde diez años antes, realizan las alumnas del Liceo de Monterrey en La Santa Cruz, uno de los dieciséis barrios que componen el suburbio llamado La Cima, que se encuentra próximo al centro escolar.
Algunas madres de alumnas, preocupadas por la pobreza en que viven cerca de 300.000 personas de La Cima, propusieron a otros padres de familia del Liceo y de otros colegios, acudir durante la Semana Santa a conocer esos barrios para estudiar el modo de ayudarles.
En 1998 visitaron a unas 500 familias e hicieron un censo relativo a las necesidades primordiales, materiales y espirituales. Proporcionaron algunos alimentos básicos, objetos para la higiene personal, juguetes para los niños pequeños y estampas, rosarios e imágenes religiosas. Un sacerdote celebró los oficios en la capilla del barrio de La Santa Cruz que están construyendo los padres del Liceo y organizaron la representación de un Via Crucis viviente.
Durante el curso escolar 98-99, dieciocho familias continuaron yendo periódicamente a La Cima. Los miércoles y jueves por la mañana, las madres del colegio se turnan para impartir clases de formación humana y religiosa a las mujeres; los sábados reúnen a los niños para darles catecismo y los domingos se desplazan las familias completas para convivir con los habitantes de tres barrios: La Santa Cruz, El Divino Rostro y San José y animarles a que se unan entre sí para participar en diversas actividades.
Después de obtener un conocimiento más profundo de la zona, los padres constituyeron una Asociación Civil para facilitar la consecución de donativos en metálico y en especie. Además, cada uno ha ido desempeñando su profesión gratuitamente: por ejemplo, dos oftalmólogos pasaron consulta y consiguieron medio millar de anteojos para quienes los necesitaran; otra persona consiguió que “Los Tigres”, estudiantes universitarios que integran el conocido equipo de béisbol de la Universidad Autónoma de Nuevo León, vinieran a prestar su servicio social organizando partidos semanales con los jóvenes; otros se encargaron de facilitar el transporte a varios sacerdotes para que administraran Sacramentos.
En la Semana Santa de 1999, la asistencia a los oficios y al Via Crucis viviente se multiplicó: participaron unas 2500 personas en un ambiente de respeto y recogimiento. En el barrio El Divino Rostro, las familias del Liceo con la colaboración de muchos habitantes de esa zona, acondicionaron los locales de una antigua cárcel y la convirtieron en capilla y centro de evangelización. Ahí acudieron durante las mañanas un promedio de 120 adultos y otro tanto de niños a escuchar la explicación sobre la liturgia de esos días y luego participaron en el Via Crucis.
La respuesta de los residentes de esos barrios ha sido muy positiva, y eso sirve de estímulo a los padres del Liceo Monterrey, aunque están convencidos de que son ellos quienes más han recibido, pues notan que en sus familias hay mayor unidad y que los hijos adolescentes han dado un buen paso hacia la madurez.
Romana, n. 28, enero-junio 1999, p. 128-129.