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Discurso a los participantes en el Congreso Internacional Univ, Roma (10-IV-2006)

Queridos amigos:

Os dirijo un cordial saludo a todos vosotros que, prosiguiendo una tradición que dura ya desde hace algunos años, habéis venido a Roma para vivir la Semana santa y participar en el encuentro internacional UNIV. Como se puede ver, pertenecéis a numerosos países y con asiduidad os interesáis por las actividades de formación cristiana que la prelatura del Opus Dei organiza en vuestras ciudades. Bienvenidos a este encuentro y gracias por vuestra visita. Saludo, en particular, a vuestro prelado, monseñor Javier Echevarría Rodríguez, así como a vuestro joven representante, expresándoles mi gratitud por los sentimientos manifestados en nombre de todos.

Vuestra presencia en Roma, corazón del mundo cristiano, durante la Semana santa, os ayuda a vivir intensamente el misterio pascual. En particular, os permite encontraros con Cristo más íntimamente, de modo especial a través de la contemplación de su pasión, muerte y resurrección. Es él quien, como escribí en el Mensaje para la XXI Jornada mundial de la juventud, orienta vuestros pasos, vuestros estudios universitarios y vuestras amistades, en medio del ajetreo de la vida diaria.

También para cada uno de vosotros, como les sucedió a los Apóstoles, el encuentro personal con el divino Maestro, que os llama amigos (cfr. Jn 15, 15), puede ser el inicio de una aventura extraordinaria: la de convertiros en apóstoles entre vuestros coetáneos, para llevarlos a experimentar como vosotros la amistad con el Dios que se hizo hombre, con el Dios que se hizo amigo mío. No olvidéis jamás, queridos jóvenes, que vuestra felicidad, que nuestra felicidad, depende en definitiva del encuentro y de la amistad con Jesús.

Considero de gran interés el tema en el que estáis profundizando en vuestro congreso, es decir, la cultura y los medios de comunicación social. Por desgracia, debemos constatar que en nuestro tiempo las nuevas tecnologías y los medios de comunicación no siempre favorecen las relaciones personales, el diálogo sincero y la amistad entre las personas; no siempre ayudan a cultivar la interioridad de la relación con Dios. Sé bien que para vosotros la amistad y el contacto con los demás, especialmente con vuestros coetáneos, representan una parte importante de la vida de cada día.

Es necesario que tengáis a Jesús como uno de vuestros amigos más queridos, más aún, el primero. Así veréis cómo la amistad con él os llevará a abriros a los demás, a quienes consideráis hermanos, manteniendo con cada uno una relación de amistad sincera. En efecto, Jesucristo es precisamente “el amor de Dios encarnado” (cfr. Deus caritas est, 12), y sólo en él es posible encontrar la fuerza para ofrecer a los hermanos afecto humano y caridad sobrenatural, con espíritu de servicio que se manifiesta sobre todo en la comprensión. Es hermoso ver que los demás nos comprenden y comenzar a comprender a los demás.

Queridos jóvenes, permitidme que os repita lo que dije a vuestros coetáneos reunidos en Colonia en agosto del año pasado: quien ha descubierto a Cristo no puede por menos de llevar a los demás hacia él, dado que una gran alegría no se puede guardar para uno mismo, sino que es necesario comunicarla. Esta es la tarea a la que os llama el Señor; este es el “apostolado de amistad”, que San Josemaría, fundador del Opus Dei, describe como “amistad “personal”, sacrificada, sincera: de tú a tú, de corazón a corazón” (Surco, n. 191). Todo cristiano está invitado a ser amigo de Dios y, con su gracia, a atraer hacia él a sus amigos.

De este modo, el amor apostólico se convierte en una auténtica pasión que se expresa transmitiendo a los demás la felicidad que se ha encontrado en Jesús. También san Josemaría nos recuerda algunas palabras clave de vuestro itinerario espiritual: “Comunión, unión, comunicación, confidencia: Palabra, Pan, Amor” (Camino, n. 535), las grandes palabras que expresan los puntos esenciales de nuestro camino.

Si cultiváis la amistad con Jesús, si os acercáis con frecuencia a los sacramentos, y especialmente a los sacramentos de la Penitencia y la Eucaristía, podréis llegar a ser la “nueva generación de apóstoles arraigados en la palabra de Cristo, capaces de responder a los desafíos de nuestro tiempo y dispuestos a difundir el Evangelio por todas partes” (Mensaje para la XXI Jornada mundial de la juventud: L’Osservatore Romano, edición en lengua española, 3 de marzo de 2006, p. 3).

Que la santísima Virgen os ayude a responder siempre “sí” al Señor que os llama a seguirlo, y que interceda por vosotros san Josemaría. Deseándoos que viváis la Semana santa en oración y reflexión, en contacto con tantos vestigios de fe cristiana presentes en Roma, con afecto os bendigo a vosotros, a cuantos se ocupan de vuestra formación y a todos vuestros seres queridos.

Romana, n. 42, Enero-Junio 2006, p. 47-49.

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