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Entrevista en el diario Vecernji, Croacia (2-X-2021)

Recientemente ha celebrado los 50 años de su ordenación sacerdotal. ¿Puede recordar los inicios de su camino como sacerdote?

—De aquellos momentos recuerdo lo mucho que me impresionaba poder celebrar cada día la Santa Misa. Después, no he dejado de pedir al Señor que nunca me acostumbre a esa experiencia, aunque ya no sea algo nuevo, como entonces. Fue san Josemaría quien acogió mi llamada al sacerdocio, y por eso con frecuencia recurro a él para pedirle por mi ministerio sacerdotal y por la felicidad y fecundidad de todos los sacerdotes del mundo.

—¿Cómo definiría brevemente el Opus Dei que usted lidera hoy?

—El Opus Dei es una institución de la Iglesia que intenta sembrar la paz y la alegría de Cristo en medio del mundo. Con nuestros errores y aciertos, buscamos llevar a Cristo a los ambientes familiares, profesionales, sociales, etc. La Obra quisiera ser para mucha gente como una “gran catequesis”, en unión con la que realizan las parroquias y tantas otras instituciones de la Iglesia.

Los críticos con el Opus Dei han calificado a esta institución de misteriosa y poderosa…

—Me parece que esas acusaciones son cosas de otros tiempos. Hoy en día cualquier persona puede tener acceso a toda la información que necesite, si realmente está interesado en la realidad del Opus Dei y no en ciertas novelas de intriga que han podido ir forjando un cliché.

¿Quiénes son los mayores enemigos del Opus Dei en la actualidad?

—El principal enemigo no es externo, sino interno: me refiero al peligro de la mundanización, porque los fieles del Opus Dei vivimos inmersos en las realidades del mundo, un mundo en buena parte descristianizado, y no somos inmunes a una posible pérdida de vigor espiritual. A quienes de un modo u otro se oponen externamente al Opus Dei no los considero enemigos: seguramente en muchos casos son personas poco informadas, que no comprenden el espíritu que anima al Opus Dei, o personas que nos ayudan a ser mejores con sus críticas, cuando tienen fundamento.

Y, a pesar de ello, el Opus Dei sigue atrayendo a muchos hombres y mujeres.

—Sí, pero naturalmente me gustaría que muchas más personas se mostraran dispuestas a llevar la Iglesia de Jesucristo a todos los ambientes de Croacia y del mundo, no solo por medio del Opus Dei sino también de tantas otras realidades evangelizadoras que florecen en la Iglesia.

¿Cómo responde el Opus Dei a las crisis actuales de desinterés y abandono de la fe?

—Un medio principal es el acompañamiento espiritual y la formación de las almas, una a una, siendo buenos amigos y amigas, con gran respeto a la libertad de todos. Si detrás de los fenómenos sociales solo vemos una masa indiferenciada de personas, quizá tengamos poca visión cristiana de las cosas: cada persona es amada por Dios y merece todo el respeto y toda la atención de la Iglesia, pues por cada una ha muerto Cristo. Un aspecto principal es ayudar a las personas a apreciar el tesoro de los sacramentos, especialmente la Eucaristía y la Penitencia.

¿Cómo ha visto la crisis causada por el coronavirus?

—Lo veo como una llamada a vivir para los demás, con espíritu de solidaridad humana y de caridad cristiana. La pandemia, como enseguida dijo el Papa, nos recuerda que nadie se salva solo, que dependemos los unos de los otros y que todos tenemos algo que hacer en el trabajo común de cuidar el mundo.

—La Prelatura que usted dirige responde directamente al Santo Padre. ¿Cómo ve el papel del Papa Francisco en el mundo actual?

—En realidad, no solo los fieles del Opus Dei, sino todo católico depende directamente del Papa, aunque tenga también otras dependencias en la Iglesia. Por otra parte, nuestra dependencia del Papa, como la de tantas otras circunscripciones de la Iglesia, está mediada por la Congregación para los Obispos y por otros organismos de la Santa Sede.

En cuanto al rol del Papa, pienso, volviendo a lo que he dicho antes, que precisamente en este mundo en el que la pandemia nos obliga a poner en discusión muchas cosas, su presencia paterna es más necesaria que nunca. Por ejemplo, muchas personas me han comentado el impacto que les ha producido la imagen de la plaza de San Pedro vacía y el Papa confortando y dando la bendición a todo el mundo como vicario de Cristo.

El Papa Francisco tiene críticos en la propia Iglesia. ¿Pueden los creyentes criticar al Papa?

—La historia nos enseña que en todos los pontificados ha habido momentos de fuertes críticas, por un motivo o por otro. En cuanto a su pregunta por la legitimidad de las críticas, le diría que, con nuestro fundador, san Josemaría, pienso que, al Papa, vicario de Cristo, hay que quererle siempre y no criticarle, sea quien sea.

—Se está preparando el centenario del Opus Dei, que se celebrará del 2 de octubre de 2028 al 14 de febrero de 2030. ¿Por qué se ha elegido exactamente ese periodo?

—Sí, nos estamos preparando con la idea de reflexionar sobre cómo mejorar el servicio del Opus Dei en la Iglesia y a la sociedad en los próximos cien años.

Dios suscitó el Opus Dei el 2 de octubre de 1928, pero la Obra no estuvo completa hasta que el 14 de febrero de 1930, san Josemaría vio con claridad que Dios le pedía que también hubiera mujeres. Ese es el motivo de que el centenario tenga, por así decir, una fecha doble.

—¿Conoce la vida de los católicos en Croacia?

—En el Opus Dei hay cierta tradición de cercanía espiritual con los católicos croatas. La primera persona que se incorporó al Opus Dei fuera de España fue un croata, Vladimiro Vince, que más tarde se ordenó sacerdote y murió en un accidente aéreo en 1968. En tiempos más recientes, mis predecesores al frente del Opus Dei, Mons. Álvaro del Portillo y Mons. Javier Echevarría, y ahora yo mismo hemos tenido relación habitual con los obispos de Croacia con ocasión de sus visitas a Roma. Algunos de ellos, además, han enviado sacerdotes y seminaristas a estudiar a la Universidad de la Santa Cruz, que el Opus Dei dirige en Roma, y ese es otro factor que me ayuda a sentirme en comunión estrecha con Croacia. Por lo demás, leo con ilusión las cartas que me escriben los miembros o amigos del Opus Dei de vuestro país. Y, en fin, he venido a Croacia en varias ocasiones: las anteriores, con Mons. Javier Echevarría.

La labor del Opus Dei se asocia a la llegada de monseñor Jorge Ramos hace 18 años, pero ahora deja Croacia. Era, y sigue siendo, uno de los confesores más populares, y la gente está realmente triste por su marcha. ¿Por qué han decidido trasladarlo a un nuevo servicio en Brasil, y se sabe quién sustituirá a monseñor Ramos en Croacia?

—La Obra en Croacia ha cumplido 18 años y ha alcanzado su mayoría de edad. Y es en este momento cuando vemos que se cumple lo que tantas veces planteaba nuestro fundador a propósito del desarrollo del apostolado: trabajar en el país y desde el país, es decir, en nuestro caso, en Croacia y desde Croacia. El hecho de que don Jorge ahora acuda en ayuda de Brasil manifiesta que Croacia es una región madura, que se siente interpelada por la universalidad de la labor apostólica de la Obra.

Como quizá sepa, recientemente las circunscripciones del Opus Dei de Croacia y Eslovenia han quedado unidas. También este hecho ha facilitado que se haya podido proporcionar esa ayuda a la circunscripción de Brasil. En la nueva región única de Croacia y Eslovenia, los fieles de la prelatura de uno y otro país colaborarán para que queden atendidas lo mejor posible todas las iniciativas apostólicas, de manera que no se resientan, o se resientan solo mínimamente, de la falta de quienes en algún momento cambien de encargo pastoral, como en este caso don Jorge.

—En agosto, usted visitó Croacia, entre otros lugares. ¿Cuál fue el objetivo de su visita y su mensaje para las personas que vio en Zagreb?

—Ha sido uno de mis primeros viajes pastorales desde el inicio de la pandemia. Las condiciones sanitarias actualmente vigentes son menos restrictivas que hace un año, aunque todavía existen importantes limitaciones para reuniones de personas. De hecho, en este viaje solo he tenido unos pocos encuentros con los fieles de la prelatura. Quiera Dios que pronto se puedan tener encuentros también con todos los cooperadores y amigos.

El propósito principal de mi viaje era estar con las personas de la prelatura. No he ido a Croacia para transmitir un especial mensaje, sino para acompañarlas, aunque naturalmente sí he compartido algunas cosas que llevo en el corazón: les he hablado de amor a la Iglesia y al Papa, de unión con los obispos, de perseverancia en la vida de fe, de la misión apostólica propia de todos los cristianos y, en este contexto, del valor de la amistad, y de tantas cosas que salían en conversaciones familiares.

—Por último, ¿cuál sería su mensaje para los miembros del Opus Dei en Croacia, pero también para otros creyentes y sacerdotes?

—Animaría a todos a ser muy agradecidos con Dios por el don de la fe y a dar testimonio, en el trabajo y en la vida corriente, de la alegría de haber encontrado a Cristo.

Romana, n. 73, Julio-Diciembre 2021, p. 198-201.

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