Mensaje del 29 de abril
Queridísimos: ¡que Jesús me guarde a mis hijas y a mis hijos!
Está a punto de comenzar el mes que, en la Iglesia, tradicionalmente dedicamos a la Santísima Virgen. En su mediación materna encontramos seguridad y también fuerza para seguir llevando el consuelo de su Hijo a quienes lo necesitan. Qué confianza nos da dirigir, como hacía san Josemaría, aquella invocación a nuestra Madre: refugium nostrum et virtus. También en las circunstancias que estamos viviendo en todo el mundo, ella es nuestra fuerza y nuestro refugio.
En muchos países, el inicio de mayo nos encontrará todavía en nuestros hogares, con escasa capacidad de movimiento, lo que quizá facilitará vivir las costumbres de piedad marianas más en familia, como el rosario o incluso la romería del mes de mayo. Aunque no podamos físicamente visitar santuarios, ermitas, etc., en estas circunstancias, siempre cabe asomarse a esos lugares con los medios digitales que la tecnología pone a nuestro alcance, e incluso invitando a familiares, amigos y conocidos.
Os pido especialmente que, en esas visitas a nuestra Madre, tengáis muy presentes las intenciones que el Papa Francisco nos ha transmitido en su carta del 25 de abril, en la que nos invita a redescubrir el rosario en casa y a seguir pidiendo el fin de la pandemia y la protección de la Virgen por los que más sufren.
Roma, 29 de abril de 2020
Romana, n. 70, enero-diciembre 2020, p. 85.