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Viajes pastorales

Barcelona, España, del 5 al 6 de julio

El viernes 5 de julio, Mons. Fernando Ocáriz, Gran Canciller de la Universidad de Navarra, participó en el congreso «La empresa y sus responsabilidades sociales», con el que se concluía la celebración del 60 aniversario de la escuela de negocios de la Universidad de Navarra, IESE Business School.

El director general del IESE, Franz Heukamp, inauguró el congreso dando la bienvenida a los participantes. Seguidamente el prelado del Opus Dei pronunció la conferencia «El IESE y la función de la empresa en la sociedad».

Ese día el prelado también tuvo un encuentro con directores de colegios de Institució Familiar d’Educació, que este año celebraba sus 50 años, cuya atención pastoral está confiada a la prelatura.

A lo largo de la mañana del sábado 6 de julio se reunió con numerosas familias. Les pidió oraciones por el Papa Francisco y les recordó que la Iglesia es una familia grande abierta a todo el mundo, para transmitir la gran alegría del cristianismo.

A continuación, Mons. Ocáriz mantuvo un encuentro con representantes de las 16 escuelas de negocio asociadas al IESE que, en palabras del prelado, deberían «ser forjadoras del progreso humano, no solo material sino también espiritual». Durante la reunión con profesores y directivos de estas escuelas, compartieron experiencias y anécdotas referidas a la transmisión de la identidad cristiana. En referencia a esa ilusión que mostraron los presentes, Mons. Ocáriz reflexionó sobre la amistad: «El trato personal, tratar a las personas con cariño, eso es transmitir el Evangelio». Añadió también que una «escuela de negocios que quiere ser cristiana debe vivir la caridad y previamente la justicia».

El día 6, el prelado quiso pasar un tiempo con las estudiantes voluntarias del Colegio Mayor Bonaigua que habían sufrido hacía pocos días un accidente de tráfico en Costa de Marfil, en el que falleció Teresa Cardona, miembro del equipo directivo del Colegio Mayor. Estaban presentes las familias de las voluntarias y familiares de Teresa. Durante el encuentro, Mons. Ocáriz les ofreció unas palabras de aliento: «Habéis sufrido y hemos sufrido todos con vosotros. Yo también he sufrido por Teresa y por todas, por las familias… Uno se plantea por qué pasan estas cosas. Humanamente no se entiende, pero hay que tener fe en que el amor de Dios nos acompaña, nos precede y nos sigue siempre. La pérdida de Teresa es grande, pero desde la fe, sabemos que ella ha concluido el camino y ha llegado a la meta».

Estados Unidos, del 7 de julio al 8 de agosto

Durante su primera visita como prelado a los Estados Unidos, Mons. Ocáriz tuvo la oportunidad de saludar a numerosos fieles de la prelatura, a sus familias, cooperadores y amigos. También visitó varias iniciativas educativas y asistenciales.

El prelado llegó al aeropuerto JFK de Nueva York el 7 de julio. Al día siguiente visitó el campus del IESE en Nueva York. Allí participó en un coloquio con profesores de varias universidades co-organizado por el Witherspoon Institute. Ante un ambiente social acechado a menudo por el sentimentalismo y la arbitrariedad, reiteró la importancia de un entendimiento cristiano de los conceptos del amor y de la libertad.

La tarde del martes, 9 de julio, Mons. Ocáriz se acercó a la catedral de St. Patrick para orar y pasar un rato con el arzobispo de Nueva York, el cardenal Timothy Dolan.

El día 10 el prelado estuvo en la parroquia de St. Agnes, encomendada a sacerdotes de la prelatura. A continuación, pasó unos minutos rezando en Ground Zero, el lugar donde se encontraban las Torres Gemelas destruidas en el ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001, y donde se ha erigido un memorial que recoge los nombres de las víctimas.

Mons. Ocáriz mantuvo varios encuentros con jóvenes y con otros fieles de la prelatura que viajaron a Nueva York desde otras ciudades de la costa este: Boston, Washington D.C., Pittsburgh, Atlanta, Miami… Entre otros temas, habló de la comunión de los santos: «Todo lo que hacemos de bien, de oración, de trabajo, no sólo tiene una incidencia directa, inmediata en lo que tenemos entre las manos, sino que afecta, empuja, ayuda a toda la Obra y en realidad a toda la Iglesia, porque la Obra es una partecita de la Iglesia». Animó, citando palabras del papa Francisco, a «transmitir la alegría del Evangelio que es transmitir el conocimiento de Jesucristo».

A su llegada al aeropuerto O’Hare de Chicago el 12 de julio, Mons. Ocáriz saludó a varias familias que habían acudido para darle la bienvenida. Los días 13 y 14 tuvo encuentros con los colegios Northridge Prep y The Willows Academy. Recordó, citando a san Josemaría, que «la Iglesia es Jesucristo presente entre nosotros, con su gracia, con su palabra, con sus sacramentos, y Él mismo en la Eucaristía. Eso es la Iglesia, y eso es lo permanente, eso es lo que da la fuerza a todo lo demás, aunque haya mucha debilidad en nosotros mismos y en tantas otras personas». Habló extensamente sobre la vida matrimonial y la educación de los hijos y de la importancia de «reconquistar la propia libertad», sabiendo que «uno sólo es libre cuando ama». También dirigió unas palabras a quienes padecían enfermedades, recordándoles que su oración puede alcanzar todo el mundo.

En un encuentro con jóvenes recordó la importancia fundamental de la amistad, y que «cuando hay verdadera amistad entonces se puede transmitir lo que uno lleva dentro, los propios pensamientos, los propios deseos, también las propias dificultades».

El lunes 15 de julio visitó Metro y Midtown Center, dos iniciativas sociales promovidas por fieles de la prelatura en Chicago que proporcionan programas de educación suplementaria a chicas y chicos respectivamente. Los programas se hallaban en la sesión de verano y el prelado pudo hablar con estudiantes y profesores. El mismo día visitó la parroquia de St. Mary of the Angels, encomendada a sacerdotes de la prelatura y tuvo un encuentro informal con otros sacerdotes diocesanos que participan en actividades formativas de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz.

Antes de salir hacia Milwaukee en la mañana del 16 de julio, Mons. Ocáriz visitó al cardenal Blaise Cupich, Arzobispo de Chicago.

El avión que llevó al prelado a Houston aterrizó en la tarde del 20 de julio. Ese día era el 50 aniversario del alunizaje del Apolo XI, y se convirtió en tema oficioso de su estancia cuando, en un encuentro con fieles de la prelatura y amigos, uno de los participantes que trabaja en la NASA le entregó una placa conmemorativa de la fecha.

Esos días residió en Westcott Study Center, un centro del Opus Dei que se ha abierto recientemente y en el que se ofrecen actividades educativas para jóvenes.

El 21 de julio, durante un encuentro en el Inter Continental Hotel, el prelado mostró a los presentes el inmenso panorama evangelizador que tienen por delante, lo mucho que se ha hecho y lo mucho que queda por hacer, y cómo Dios ha querido contar con ellos. «Tenemos que ser gente de mucha esperanza, fundamentada precisamente en la fe», dijo.

Además, estuvo un rato con un grupo de personas de Venezuela que habían tenido que abandonar su país por las difíciles circunstancias que atraviesa. Los animó a seguir rezando y a no perder la esperanza, porque toda la Iglesia está con ellos.

La mañana del lunes 22, el prelado visitó al cardenal Daniel DiNardo, Arzobispo de Galveston-Houston. Después se acercó a la Holy Cross Chapel, situada en el centro profesional y comercial de la ciudad, y cuya atención espiritual está encomendada a sacerdotes de la prelatura.

Ese día hubo encuentros con estudiantes procedentes sobre todo de Houston, Dallas y San Antonio. En respuesta a la pregunta de una estudiante sobre el modo de trabajar bien sin caer en el perfeccionismo, el prelado reiteró que «necesitamos trabajar con empeño, muchas horas, pero si entendemos que el sentido del trabajo es sobrenatural, sabremos por ejemplo cuándo parar para dedicar tiempo a nuestra familia, para descansar o para cuidar a otras personas». En el encuentro de la tarde recordó que la oración es el mejor modo de ayudar a la labor del Opus Dei.

La mañana del martes 23, Mons. Ocáriz visitó Western Academy, una escuela para muchachos, y bendijo una magnolia en el terreno que va a ocupar el colegio femenino Magnolia. En Western Academy pudo hablar con profesores y alumnos. Ese mismo día pasó un rato con un grupo de familias que promueven actividades de ayuda a otras familias (Family Enrichment).

La familia que recibió al prelado en el aeropuerto de Los Ángeles, el 24 de julio, llevaba unas letras enormes reproduciendo el legendario letrero Hollywood en la ladera y que recuerda que esa ciudad es una capital mediática y concretamente del cine.

El jueves 25 Mons. Ocáriz visitó la catedral y almorzó con Mons. José Gómez, arzobispo de Los Ángeles.

El viernes 26 el prelado tuvo encuentros con jóvenes en el Caruso Catholic Center de la University of Southern California. A una pregunta sobre el posible inicio de la labor apostólica de la prelatura en China continental, Mons. Ocáriz recordó la importancia de rezar.

El tema del cine y de los medios de comunicación estuvo presente en los días que el prelado pasó en Los Ángeles. A quienes trabajan en ese campo los animó durante un encuentro el sábado 27 a ser muy amigos de sus compañeros de trabajo, y que intenten producir películas que sean de mucha altura técnica y comuniquen mensajes positivos. También recordó el sueño de san Josemaría, de que un día hubiera un santuario dedicado a la Santísima Virgen, Madre del Amor Hermoso, y comentó que el santuario promovería «una creciente difusión de la belleza del Amor Hermoso, de la belleza de la fidelidad matrimonial y de la pureza».

Esa tarde Mons. Ocáriz tuvo un encuentro con mujeres que participan en labores formativas de la prelatura. En respuesta a una madre de Silicon Valley, preocupada por el impacto negativo de la riqueza material en sus hijos, le alentó a mostrar con su ejemplo que se puede vivir con pocas cosas y ser feliz: «El desprendimiento nos hace libres para amar a las personas. Si estamos apegados a las cosas, nuestra fuerza para amar a los demás disminuye. El corazón puede expandirse enormemente, pero también encogerse».

Al igual que en las otras ciudades que visitó en los Estados Unidos de América, Mons. Ocáriz recibió a muchas familias de fieles del Opus Dei, cooperadores y amigos a quienes transmitió un mensaje de esperanza y optimismo y les impulsó a servir a Dios y la Iglesia con generosidad y amor. En todos los encuentros con grupos, el prelado insistió en la importancia de apoyar al Papa con la oración, respondiendo así a su continua petición.

Tras unos días de descanso, el 8 de agosto Mons. Ocáriz salió de San Francisco (California) en vuelo hacia Vancouver en suelo canadiense.

Canadá, del 8 al 16 de agosto

Mons. Fernando Ocáriz llegó a Vancouver a primera hora de la tarde del 8 de agosto. Fue recibido por Mons. Frederick Dolan, vicario regional del Opus Dei en Canadá, y por algunas familias que le dieron la bienvenida.

Durante la mañana del día 9 se entretuvo con un grupo de sacerdotes miembros y cooperadores de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz. Seguidamente, acudió a la Cancillería donde tuvo un encuentro con el Arzobispo de Vancouver, Mons. J. Michael Miller, que quiso mostrar al prelado el Saint John Paul II Pastoral Centre. Por la tarde, el Mons. Ocáriz acudió a Crestwell, un centro de mujeres del Opus Dei, donde se reunió con un grupo de jóvenes estudiantes. Al término del día, tuvo otra animada tertulia con estudiantes universitarios y bachilleres en el centro del Opus Dei Glenwood.

El 10 de agosto, el prelado se reunió con varios grupos de hombres y de mujeres, fieles del Opus Dei y cooperadores, en el Vancouver College, una escuela católica de high school. En los encuentros el prelado pudo conversar con personas venidas de Vancouver, Victoria, Calgary, Edmonton y Seattle (Estados Unidos). Después de cada tertulia, el prelado dedicó un tiempo a saludar y conocer a las familias que querían charlar con él, sacarse una foto, o contarle una alegría o alguna preocupación, confiando en sus oraciones.

El domingo 11 de agosto viajó hacia el norte de Vancouver, bordeando el fiordo Howe Sound del océano Pacifico por la ruta llamada Sea to Sky, que arranca en Vancouver y llega hasta la localidad Britannia Beach donde se encuentra Copper Ridge, el futuro Conference Center en el que se ofrecerán medios de formación cristiana como retiros espirituales, cursos de teología, etc. El prelado contempló el lugar y bendijo la que será la última piedra. También plantó un cornejo, cuya flor es el emblema de la provincia canadiense de la British Columbia.

El lunes 12 de agosto se desplazó de Vancouver a Toronto. Llegó al Pearson International Airport al caer la tarde.

El prelado visitó el día 13 Ernescliff College, una residencia universitaria ubicada en el campus de la Universidad de Toronto y se reunió con un grupo de jóvenes. A continuación Mons. Fernando Ocáriz se trasladó al centro educativo para chicas Hawthorn School, donde pudo saludar a sus alumnas y cuerpo docente. Por la noche se celebró un encuentro en el Fairview Library Theatrecon un grupo de fieles y cooperadores del Opus Dei de Toronto y alrededores. Al terminar, el prelado animó a los presentes a rezar por el Papa y a estar muy felices gracias a la unión con Jesucristo. Posteriormente, algunas familias pudieron saludarle.

El 14 de agosto, tuvo una reunión en Wilson Heights con un grupo de fieles de la prelatura. Después fue recibido por el arzobispo de Toronto, el cardenal Thomas Collins. A continuación, hicieron un recorrido por la recientemente restaurada Catedral de San Miguel. Por la tarde, varias familias acudieron a Wilson Heights para saludar al prelado. Por la noche, Mons. Fernando Ocáriz tuvo una nueva reunión en el Fairview Library Theatre de Toronto con un grupo de mujeres del Opus Dei y cooperadoras.

El 15 de agosto se celebraba la solemnidad de la Asunción de la Virgen María. Era también el aniversario de la ordenación sacerdotal de Mons. Ocáriz. El prelado acudió a Kintore College, una residencia de estudiantes, y allí celebró la Misa solemne del día, en la que participó un buen grupo de fieles de la prelatura. Por la tarde, partió con Mons. Frederick Dolan hacia el aeropuerto, donde tomaron un vuelo a Montreal, siguiente etapa de su viaje pastoral.

El prelado se alojó cerca de Montreal, en la casa de retiros Manoir de Beaujeu, ubicada en el pueblo Coteau-du-Lac. El 16 de agosto se reunió allí con los directores regionales del Opus Dei en Canadá; por la tarde, predicó una meditación a un grupo de fieles de la prelatura de Montreal, Quebec y Ottawa.

El sábado 17 tuvieron lugar dos encuentros con fieles de la prelatura. Se celebraron en la sala L’Entrepôt de Lachine a orillas del río San Lorenzo, entre Montreal y Coteau du Lac. La labor del Opus Dei en tierras canadienses había empezado cincuenta años atrás precisamente en esta ciudad, y desde ahí se fue extendiendo a otras ciudades. En las dos tertulias, Mons. Fernando Ocáriz tomó pie del conocido lema de la nación canadiense A mari usque ad mare, para impulsar la tarea evangelizadora de mar a mar, del Atlántico al Pacífico, y de sur a norte.

El día 18 de agosto, Mons. Ocáriz recibió en el Manoir de Beaujeu a un grupo de chicas y después a un grupo de chicos. Más tarde recibió a un grupo de familias en el Manoir y, al final del día, fue recibido por Mons. Noel Simard, el obispo de Valleyfield, diócesis donde se encuentra el Manoir de Beaujeu. El lunes 19 Mons. Fernando Ocáriz se dirigió al aeropuerto para tomar el avión de regreso a Europa.

Santuario de Torreciudad, España, del 29 de agosto al 1 de septiembre

Al poco de llegar y saludar a nuestra Señora, rezó ante el Santísimo expuesto en la capilla de la Virgen de Guadalupe, acompañado por muchos jóvenes. Durante esos días mantuvo encuentros con familias, profesionales y jóvenes de varios países.

El 29 por la tarde tuvo un primer encuentro con amigos y colaboradores de Torreciudad, a los que animó a «dar gracias a Dios por la posibilidad de ayudar». Mons. Fernando Ocáriz manifestó su agradecimiento a los empleados del santuario, directivos del patronato y colaboradores.

Uno de los arquitectos que formó parte del equipo que levantó el santuario entre 1970 y 1975, recordó que entonces «vio mucho amor de Dios, apuros e ilusión humana», y que san Josemaría decía que el Señor sería misericordioso con los que ponen amor en las cosas del culto.

El prelado le respondió con palabras de san Josemaría: «la única arma para todo es la oración» y le animó a «transformar el trabajo en oración». «Y en primerísimo lugar esa oración fundamental que es la Eucaristía, ya que toda la fuerza sale de la cruz de Cristo, que se hace sacramentalmente presente en la Misa: ahí está la redención».

Torreciudad lleva a cabo desde hace un tiempo una campaña de recaudación de fondos para acometer un plan de mejoras. Uno de los colaboradores del patronato del santuario contó que se siente afortunado de trabajar para la Virgen de Torreciudad: «Aunque a veces se pasa mal, siempre vale la pena». El prelado le animó a considerar que «al pedir se hace un favor» a las personas.

La primera jornada terminó con otro encuentro con un grupo de sacerdotes que participaban en unas jornadas de formación permanente. Les recordó algunos aspectos de su viaje pastoral a Estados Unidos y Canadá, de sus encuentros con muchas familias y con los obispos de las ciudades que visitó. Al final Mons. Ocáriz recibió arrodillado la bendición de todos los sacerdotes.

Los estudiantes fueron protagonistas en la mañana del viernes 30 y en la tarde del sábado 31, en dos tertulias, en las que participaron más de mil jóvenes. Algunos le plantearon preguntas en relación con la Exhortación apostólica Christus Vivit del Papa Francisco. El documento es una estupenda guía y, como decía una estudiante universitaria, «quisiera leerla y pensar en ella en mi oración, porque creo que puede serme muy útil».

Al hablar de la Exhortación apostólica en diálogo con estudiantes, Mons. Ocáriz destacó que «Dios llama a todos» y que «cada uno ha de ver cómo se concreta ese amor de Dios para él», buscando con libertad la luz de la llamada y pidiendo también la fuerza para querer. Subrayó la importancia de la libertad personal en la respuesta a la propia vocación: «Tú decides», dijo a un estudiante, «tú tienes que decidir, porque Él no se impone. Pide luz y fuerza, aunque siempre hay margen de incertidumbre, pregunta en la oración, pide consejo».

Ante otra pregunta sobre el discernimiento vocacional, Mons. Ocáriz señaló que «la Christus Vivit habla mucho del discernimiento. Todos tenemos vocación cristiana pero el Señor no nos la hace ver de primeras con claridad porque quiere que seamos muy libres para escoger».

El interés por las personas que sufren estuvo muy presente en las palabras del prelado. Una joven ingeniera siria que ahora estudia un máster en Barcelona preguntó cómo seguir apoyando a su país. Mons. Ocáriz le animó a no sentirse lejos de Siria porque con su oración y su trabajo puede ayudar directamente a mejorar la situación: «Todos rezamos por vuestro país. Como católicos, tenemos que tener un espíritu universal; no veáis las noticias de otros países o ciudades como algo ajeno. A veces nos falta corazón para sentir con todo el mundo, para sufrir con los que sufren —Siria, Venezuela, etc.— y también para alegrarnos con las buenas noticias de todos».

El prelado recibió a varias familias con las que compartió sus ilusiones y retos, saludando a cada uno, con el recuerdo de una foto y el obsequio de un rosario y unas golosinas para los hijos.

También asistió al concierto de órgano que cada viernes de agosto se celebra en el santuario, y se reunió con distintos grupos de profesionales que pasaban unos días de convivencia en Torreciudad. También dedicó especial atención a los equipos que viven allí y trabajan directamente en la gestión diaria del santuario, a los que les habló sobre la trascendencia de su labor. El rector, el Rev. Pedro Díez Antoñanzas, y otros sacerdotes y trabajadores, le contaron anécdotas del santuario y le enseñaron las mejoras que se han introducido desde la última visita, hace un año.

Kenia, del 14 al 20 de diciembre

Mons. Ocáriz aterrizó en Nairobi el sábado 14 diciembre. Le recibieron en el aeropuerto un grupo de familias junto con el vicario en África del Este, el Rev. Silvano Ochuodho. Al igual que en otros viajes, Mons. Ocáriz tuvo la oportunidad de ver a muchas personas de la prelatura, cooperadores, amigos y a quienes participan en los medios de formación cristiana del Opus Dei.

El domingo 15, el prelado acudió a la Strathmore University para reunirse con un grupo de fieles de la Obra, algunos de ellos procedentes de Tanzania.

Uno de los asistentes le pidió consejo sobre cómo afrontar la corrupción que encuentra a veces en su trabajo. Mons. Ocáriz recordó que la Conferencia Episcopal del país había promovido recientemente una campaña para animar a los católicos a no ceder a la corrupción: «Tú, por tu parte, cumple tus deberes profesionales lo mejor que sepas y puedas y anima a los demás a hacer lo mismo. Si encuentras a alguien corrupto, desprecia la corrupción, pero no a la persona. No le mires como a alguien peor que tú, piensa en cómo ayudarle, por su bien y por el del país».

Por la tarde, visitó Kianda School, donde fue recibido con saludos y bailes africanos. Algunas de las asistentes, que vestían ropas tradicionales y llevaban regalos, le saludaron en los dialectos locales. El prelado mencionó que ese recibimiento le había hecho pensar en la alegría que debemos tener en Adviento, puesto que es un tiempo de preparación espiritual para la celebración del nacimiento de Cristo; una alegría que debemos contagiar a los demás, incluso en tiempos de prueba.

Durante la tertulia se dieron noticias de algunas iniciativas de desarrollo social en las que estaban involucradas varias de las participantes. Una habló del «Centro de crisis de embarazo» para chicas jóvenes en Kibra, un barrio marginal de la ciudad, y de las vidas de los bebés y de las mujeres que se habían salvado gracias al trabajo que allí desarrollan.

El 16 de diciembre el prelado predicó en Kianda School a un grupo de mujeres del Opus Dei. «Todas y todos podemos ser colaboradores de Dios. Eso es algo que va más allá de nuestras propias habilidades y talentos, y requiere superar obstáculos internos y externos. Hagamos como san Josemaría: con una gran fe, miremos hacia el futuro con optimismo sobrenatural».

Este optimismo, dijo, se basa en el amor de Dios por nosotros: «“Si Dios está con nosotros, ¿quién está contra nosotros?”, dice la Escritura. Dios Padre nos ha dado los medios para vencer en nuestra lucha personal y ser fructíferos en nuestro apostolado. Como a menudo subrayaba nuestro fundador: El único camino para nosotros es la oración: ¡oremos! Si oramos constantemente, seremos capaces de ver con los ojos de Dios, verlo a Él en cada tarea y en cada persona».

El resto del día lo dedicó a trabajar en cuestiones de gobierno de la prelatura en el Este de África y se reunió con otros fieles del Opus Dei en pequeños grupos.

El martes 17, Mons. Fernando Ocáriz acudió a la residencia del cardenal de Nairobi, Mons. John Njue, para saludarle. Más tarde charló con un grupo de familias procedentes de diversas ciudades del país. También saludó a algunas jóvenes que reciben formación cristiana en el club juvenil Faida.

Luego visitó Kibondeni College of Catering and Hospitality Management, un centro de capacitación profesional en el sector de la hostelería. Kibondeni celebraba en esos días sus 50 años de actividad. Para celebrar el aniversario, el prelado, los responsables del centro y algunas alumnas acudieron a una capilla y cantaron a la Virgen un himno en kiswahili.

El 18 de diciembre, Mons. Ocáriz visitó el Eastlands College of Technology, donde fue recibido por un grupo de estudiantes. Es un centro de formación profesional situado en uno de los barrios más necesitados de Nairobi. A su llegada, el prelado fue recibido por Godfrey Madig, presidente de la junta directiva y se reunió con el personal del centro. Les animó a realizar bien su trabajo y a superar los obstáculos. A continuación, el presidente de la junta directiva mostró una maqueta del complejo del Eastlands College una vez esté finalizado, y juntos visitaron algunos de los talleres guiados por alumnos del centro.

Después, tuvo un encuentro en Kianda School con las jóvenes que frecuentan los medios de formación que ofrece el Opus Dei. Les alentó a aprovechar las clases en las que participan y les recordó que «con Jesús, todas podéis acercar a la gente a Dios, como los apóstoles y los santos». Pidió también a las jóvenes que rezaran por el papa Francisco, recordándoles que el día anterior había sido su cumpleaños.

Una de las asistentes mostró al prelado el bastón de mando que usan los padres de su comunidad (Samburu), y que significa ser cabeza de familia que la mantiene y protege. La joven aprovechó para preguntar cómo mostrar el agradecimiento a los padres. Mons. Ocáriz respondió que un modo fundamental era rezar por ellos a diario y ser agradecidos. Ante la pregunta de una joven sudanesa, el prelado habló de la necesidad de perdonar: «Una señal clara de que uno ha perdonado es la determinación de rezar por aquellos que nos han ofendido».

El día 19, después de reunirse con los órganos directivos de la Strathmore University, Mons. Ocáriz, como Gran Canciller, charló también con el personal y estudiantes. El coro de Strathmore fue el encargado de darle la bienvenida. El prelado recordó cómo el fundador del Opus Dei había pensado en la universidad muchos años antes de que se iniciara. Animó a profesores y estudiantes a trabajar de forma interdisciplinar y, más concretamente, a los estudiantes a sentir la responsabilidad de aprovechar los conocimientos y utilizarlos después en servicio a la sociedad.

El diálogo con el prelado giró en torno al modo de utilizar la investigación académica para fomentar el crecimiento del país en todos los ámbitos, incluyendo a toda la sociedad. A continuación, Mons. Ocáriz bendijo la imagen de san José en el santuario de la Sagrada Familia y plantó un árbol conmemorativo de la visita.

Por último, se encontró con un grupo de matrimonios que trabajan en programas de orientación familiar. Les alentó en su esfuerzo por ayudar a otras familias a estar más unidas entre sí, de modo que a su vez den estabilidad en la sociedad.

El almuerzo de ese día lo hizo en compañía de Mons. Philip Anyolo, presidente de la conferencia episcopal de Kenia.

Uganda, del 20 al 22 de diciembre

El prelado del Opus Dei llegó a Uganda el viernes 20. Al día siguiente, mantuvo un encuentro con un grupo de estudiantes universitarios y jóvenes profesionales en el centro de estudios Tusimba. Hizo referencia a la peregrinación que había realizado poco antes al santuario de los Mártires de Munyonyo: el significado del martirio y su testimonio de fe. Para esos mártires, el más joven de ellos tenía 14 años, valió la pena dar sus vidas para permanecer fieles a Cristo. «También nosotros podemos ser santos, dar testimonio…, sobre todo en nuestra vida cristiana ordinaria, en nuestra oración, en nuestro trabajo, en nuestra familia, en nuestro deporte, en nuestro descanso, en todo», señaló.

Explicó que la santidad en la vida ordinaria no consiste en llegar a ser completamente perfectos, sin defectos, «sino en crecer en el amor a Dios y en el servicio a los demás, en la amistad personal, honesta, con los demás».

Desde el santuario de los mártires el prelado envió felicitaciones de Navidad en un vídeo que se publicó en la página web del Opus Dei.

Por la mañana del día 22 el prelado se reunió con un grupo de fieles de la prelatura. Ante la proximidad de la fiesta de la Navidad animó a las presentes a mirar al niño Jesús y ver reflejado en él el amor infinito que Dios tiene por cada uno.

Por la tarde, Mons. Ocáriz visitó al arzobispo de Kampala, Mons. Cyprian Kizito Lwanga, que le agradeció el trabajo de los fieles de la prelatura en su diócesis. El prelado, a su vez, le agradeció el cariño por la Obra y le aseguró sus oraciones por todos los proyectos de la diócesis.

En otra tertulia con fieles del Opus Dei, recordó la responsabilidad de cada uno de rezar por el Santo Padre y por la Iglesia. Hubo preguntas sobre los medios de comunicación social, la generosidad en la familia, la ética profesional y social, el apostolado con los sacerdotes, etc. Al finalizar el encuentro, se plantó un árbol conmemorativo de su vista con el que se puso punto y final al viaje pastoral del prelado del Opus Dei a Kenia y Uganda.

Romana, n. 69, julio-diciembre 2019, p. 229-239.

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