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27 se septiembre

EL rito solemne de beatificación

Álvaro del Portillo, obispo, primer sucesor de san Josemaría al frente del Opus Dei y uno de los protagonistas del Concilio Vaticano II fue beatificado el 27 de septiembre en Madrid, en el marco de una ceremonia multitudinaria presidida por el delegado del Papa Francisco, el cardenal Angelo Amato, acompañado del cardenal Antonio María Rouco, arzobispo emérito de Madrid, y del prelado del Opus Dei, Mons. Javier Echevarría.

La ceremonia comenzó con la lectura por parte del vicario general del Opus Dei, Mons. Fernando Ocáriz, de un mensaje enviado por el Papa Francisco. El Santo Padre destacó que «el beato Álvaro del Portillo nos enseña que la sencillez y la vida ordinaria son camino seguro de santidad» y recordó que «recorrió muchos países fomentando proyectos de evangelización, sin reparar en dificultades, movido por su amor a Dios y a los hermanos. Quien está muy metido en Dios sabe estar muy cerca de los hombres».

Tras la fórmula solemne de beatificación, pronunciada por el cardenal Angelo Amato a las 12.24 h., fue descubierta la imagen del nuevo beato, cuya fiesta se celebrará el 12 de mayo en las diócesis que la Santa Sede determine. Otro momento importante fue el traslado al altar de las reliquias de Álvaro del Portillo, portadas por la familia Ureta Wilson, cuyo hijo, José Ignacio, fue curado milagrosamente por intercesión de Álvaro del Portillo.

La universalidad de la figura del nuevo beato quedó manifestada con la presencia de miles de fieles de más de ochenta países. En la ceremonia concelebraron 17 cardenales y 170 obispos de todo el mundo.

Entre las primeras filas se encontraban más de 200 personas con algún tipo de discapacidad y representantes de numerosas iniciativas sociales promovidas por el nuevo beato, especialmente en África y Latinoamérica. También asistieron varios familiares y algunas autoridades civiles españolas e internacionales.

Más de 1.600 autobuses y un servicio de lanzaderas desde las estaciones del Metro condujeron, desde primera hora de la mañana, a más de 200.000 personas que llenaron 185.000 metros cuadrados en el distrito de Valdebebas. Pudieron prepararse para la ceremonia acudiendo a las 13 capillas eucarísticas, recibiendo el sacramento del perdón en alguno de los 80 confesonarios repartidos por el recinto o viendo una programación audiovisual en las 26 pantallas gigantes habilitadas.

Fidelidad al Evangelio, a la Iglesia y al Papa

En su homilía, el cardenal Angelo Amato realizó un perfil de algunas virtudes que el nuevo beato «vivió de modo heroico», como su «fidelidad al Evangelio, a la Iglesia y al Magisterio del Papa». Álvaro del Portillo —explicó el cardenal— «huía de todo personalismo, porque transmitía la verdad del Evangelio, no sus propias opiniones». Entre otras cosas, «destacaba por la prudencia y rectitud al valorar los sucesos y las personas; la justicia para respetar el honor y la libertad de los demás».

Según el cardenal Amato, «el beato Álvaro del Portillo, nos invita hoy a vivir una santidad amable, misericordiosa, afable, mansa y humilde. Los santos nos invitan a introducir en el seno de la Iglesia y de la sociedad el aire puro de la gracia de Dios, que renueva la faz de la tierra».

La numerosa participación de los fieles se caracterizó por la piedad y la alegría de los cantos, acompañando al coro de 200 voces, el mismo que se creó en el 2011 con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid. Para distribuir la comunión, 1.200 sacerdotes se repartieron por todo el recinto.

Mons. Echevarría: una súplica especial por quienes sufren la persecución a causa de la fe

Al finalizar la celebración, Mons. Javier Echevarría dirigió unas palabras de agradecimiento a Dios, a la Iglesia y al Papa Francisco, al Papa emérito Benedicto XVI, a los cardenales Angelo Amato y Antonio María Rouco, a la archidiócesis de Madrid, así como al coro, a los voluntarios y a los medios de comunicación, que hicieron posible que la ceremonia se pudiese seguir en televisiones de todo el mundo.

«La elevación a los altares de Álvaro del Portillo nos recuerda de nuevo la llamada universal a la santidad, proclamada con gran fuerza por el Concilio Vaticano II», señaló el prelado del Opus Dei. También se refirió al «gozo de san Josemaría Escrivá de Balaguer, al ver que este hijo suyo fidelísimo ha sido propuesto como intercesor y ejemplo a todos los fieles».

Mons. Echevarría pidió a los presentes una súplica especial «por las hermanas y los hermanos nuestros que, en diversas partes del mundo, sufren persecución e incluso martirio a causa de la fe».

La Iglesia diocesana de Madrid se enorgullece de este hijo suyo

En sus palabras finales, el cardenal Antonio María Rouco resaltó el estrecho vínculo de Álvaro del Portillo con la ciudad de Madrid. «No sólo ni principalmente por razones históricas. Lo está también —explicó— por la influencia que su vida y escritos obran en los corazones de tantos fieles de esta archidiócesis. Y por el bien espiritual y social que hacen tantas iniciativas que a él deben su primera inspiración». Y concluyó afirmando que «el beato del Portillo, nacido aquí, es particularmente nuestro, y nos bendice especialmente desde el cielo». Como «Iglesia diocesana ——añadió— nos enorgullecemos de su fiel ayuda a san Josemaría en la difusión del mensaje del Opus Dei por todo el mundo y de su contribución al Concilio Vaticano II».

Al terminar la ceremonia, los más de 3.500 jóvenes voluntarios ayudaron a los asistentes a despedirse de Valdebebas y volver hacia Madrid. Algunos regresaron directamente a sus hogares, otros se quedaron en la capital española para la Misa de acción de gracias que presidiría, al día siguiente, el prelado del Opus Dei.

Romana, n. 59, Julio-Diciembre 2014, p. 214-219.

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