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Fiesta litúrgica de San Josemaría

El gran número de participantes en las ceremonias eucarísticas en honor de San Josemaría que se han celebrado el 26 de junio, con ocasión de su fiesta litúrgica, manifiesta la extensión y arraigo de la devoción al Fundador del Opus Dei: de Hamburgo (Alemania) a Santa Marta (Colombia); de Wellington (Nueva Zelanda) a Riga (Letonia); de Almaty (Kazajstán) a Luanda (Angola), donde se celebró por primera vez la Misa de San Josemaría en la catedral. Hacer una reseña exhaustiva de todas las Misas celebradas en memoria de San Josemaría en torno al 26 de junio sería empresa ardua. En muchos casos la celebración ha sido presidida por el Obispo local, el Nuncio Apostólico o alguna otra autoridad eclesiástica. Naturalmente, también hay muchas iglesias en las que la Misa de San Josemaría se ha celebrado sin especial solemnidad, sencillamente por devoción de los párrocos o de los fieles.

Recogemos a continuación algunos ejemplos. En la Archidiócesis de Palo, en la isla de Leyte (Filipinas), hay una misión dedicada a San Josemaría, con posibilidades de ser erigida como parroquia próximamente, en la que este año la Misa en honor de su patrono, el 26 de junio, ha contado con una asistencia de unas mil personas.

El Prelado del Opus Dei celebró la Misa de San Josemaría en la basílica de San Eugenio, en Roma, el 26 de junio por la tarde. En la catedral de Florencia, casi a la misma hora, seiscientas personas se habían reunido para participar en la celebración eucarística que iba a contar con el Cardenal Julián Herranz como oficiante principal. En su homilía, el Cardenal Herranz, presidente del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, revivió la muerte de San Josemaría, el 26 de junio de 1975. En los bolsillos de su sotana aparecieron aquel día dos objetos significativos: una agenda con algunas anotaciones (pensamientos, jaculatorias) que testimoniaban un ardiente amor a Jesucristo, y un pequeño silbato que metafóricamente hablaba de la necesidad de despertar las conciencias. A partir de estos recuerdos, el Cardenal propuso algunas reflexiones sobre la vida de unión con Cristo y la misión apostólica del cristiano.

En Tallinn, capital de Estonia, el celebrante principal de la Misa en honor de San Josemaría fue Mons. Philippe Jourdan, Obispo Administrador Apostólico de la Diócesis. Predicó en estoniano y en ruso: tomando pie de las enseñanzas de San Josemaría, animó a los presentes a seguir las huellas de Jesús en los quehaceres de cada jornada, desde la recolección de patatas hasta la comunicación por internet, dos actividades muy diferentes pero igualmente habituales en Estonia.

El Arzobispo de Yaoundé y presidente de la Conferencia Episcopal de Camerún, Mons. Victor Tonyé Bakot, celebró la Misa de San Josemaría en la catedral de Yaoundé para unas 1.200 personas. En la homilía propuso a los fieles el modelo de vida del Fundador del Opus Dei, que, según dijo, “aparece como una estrella en el oscuro cielo de una humanidad cada vez menos preocupada por la salvación en Jesucristo”. Citó algunas intervenciones de Juan Pablo II acerca de San Josemaría, y en cierto momento declaró: “Pienso que ambos participan de la preocupación de hacer, de nuestra Iglesia, una Iglesia de santos, pues todo el empeño que el Fundador del Opus Dei ha puesto en invitar a la santidad a todos los hombres, lo ha puesto Juan Pablo II en beatificar y canonizar”. Concluyó con estas palabras: “Siguiendo al Papa Juan Pablo II, de venerada memoria, que ha beatificado y canonizado a San Josemaría, queremos decir en esta catedral y en esta Misa: no tengáis miedo de ser los santos del tercer milenio”.

Cerca de tres mil fieles asistieron el 26 de junio, en la catedral de São Paulo, a la solemne concelebración en honor de San Josemaría presidida por el Arzobispo de Aparecida, Mons. Raymundo Damasceno Assis, quien en su homilía recordó la peregrinación que San Josemaría hizo al santuario de Aparecida en mayo de 1974. Mons. Damasceno Assis anunció que en una capilla lateral del santuario, cerca del lugar donde San Josemaría se arrodilló para rezar el rosario, se iba a poner una imagen suya para veneración del pueblo brasileño, que acude a Aparecida masivamente (cien mil peregrinos visitan el santuario cada fin de semana). Al comienzo de la Misa fue leído un mensaje enviado por el Cardenal de São Paulo, que no pudo presidir la ceremonia por encontrarse fuera de la ciudad, pero que deseaba unirse espiritualmente a la celebración y auguraba copiosos frutos apostólicos para la labor de la Obra.

Romana, n. 42, enero-junio 2006, p. 113-114.

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