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Nairobi, Kenia. Negocios para campesinas

Con ayuda de Kianda Foundation y de la Unión Europea, el Institut zur Cooperation Bei Entwicklungs-Projekten (ICEP) promovió en 2003 el proyecto Trainer of Trainers: universitarias de Fanusi Study Centre, una obra de apostolado corporativo del Opus Dei, aprendieron a instruir a campesinas sobre cómo poner en marcha sus propios micro-negocios. Esta experiencia se ha desarrollado en tres pueblos: Ngong, Ngarariga y Riara. En dos años, un total de 465 mujeres de esas localidades se han beneficiado del programa, en el que han intervenido 45 universitarias bajo la dirección de Susan Kinyua, encargada del proyecto.

Las estudiantes asisten primero a un curso intensivo de una semana, en el que se les explica el tipo de personas a las que van a ayudar y los objetivos que han de perseguir. El curso incluye también sesiones sobre desarrollo de la personalidad. Durante ese período, además, las chicas visitan las casas de las mujeres que han sido recomendadas para el programa por la oficina local de Desarrollo Comunitario.

Una vez que las 60-70 mujeres que se beneficiarán del proyecto en un pueblo han sido seleccionadas, unas 14 universitarias empiezan las sesiones con ellas. Pasado un mes, a cada mujer se le pide que presente un plan para su propio negocio, plan que prepara con la ayuda de las instructoras. Después de ponerse de acuerdo sobre la cantidad de dinero que van a necesitar para comenzar el negocio, se les entregan los fondos, proporcionados por la Unión Europea, el ICEP y Kianda Foundation. Las universitarias, junto con la encargada del proyecto, visitan a las mujeres todas las semanas durante seis meses para seguir su evolución. Con las ganancias que obtienen, las campesinas van devolviendo luego la ayuda que han recibido.

Una parte importante de la preparación que se proporciona a las campesinas son las sesiones sobre Life Skills, que incluyen honradez, alegría, espíritu de servicio, higiene, buena educación...: se trata de cualidades que redundan en beneficio de sus familias y de la sociedad en general. “El proyecto”, afirma Susan Kinyua, “incide en toda la persona: las mujeres aprenden a hacer mejor uso de las cosas y a ser ordenadas, y como consecuencia crece su autoestima. Una de ellas comentaba que el miedo a fracasar si emprendía algo le tenía inmovilizada, por lo que se quedaba en casa. En este momento, después del proyecto, dice que su marido la respeta y que discuten menos porque ella tiene algo que aportar al hogar. Ahora esta mujer está animando a sus amigas a comenzar algo, porque... ¡pueden! Otra enviudó y perdió todo. Tuvo que dejar a sus hijos con su madre porque no tenía dónde vivir: si estoy sola, pensaba, puedo pedir cobijo en cualquier parte y manejarme. Gracias al proyecto, esta mujer ha encontrado un sitio en un barrio pobre: comenzó su pequeño negocio, consiguió una casa y pudo llevar allí a sus niños”.

Más que el dinero, lo que las mujeres aprecian son los Life Skills, que les ponen en condiciones de convivir dignamente con otras personas. “¿Seguiréis aconsejándonos también después de que se termine el proyecto?”, preguntan a las instructoras. Se intenta hacerlo.

Por su parte, las universitarias también se benefician del programa. Aprenden a apreciar la educación que han recibido, y algunas ya han extendido el proyecto a sus propios pueblos.

El 22 de marzo tuvo lugar en Ngarariga una ceremonia de clausura de curso en la que se otorgaron certificados a 80 mujeres. La invitada de honor fue Regina Gitau, encargada de educación de adultos del distrito de Kiambu. Asistió también Titus Katembu en representación de la Unión Europea.

Romana, n. 40, Enero-Junio 2005, p. 153-154.

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