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Con motivo del quinto aniversario de la Beatificación

El 17 de mayo de 1992, el Santo Padre proclamó Beato al Fundador del Opus Dei, Josemaría Escrivá de Balaguer. La ceremonia ofreció al mundo un testimonio palpable de que la santidad sigue siendo un valor vivo en la Iglesia.

Aquel día, el mensaje del Beato Josemaría llegó verdaderamente a los rincones más remotos de la tierra. Millones de personas pudieron presenciar en directo la transmisión televisiva de la beatificación en países europeos y latinoamericanos, así como en Filipinas. Además, se emitió en diferido en África y en América del Norte. En Estados Unidos, la red de televisión por cable EWTN, que cuenta con muchos millones de abonados, la repuso cuatro veces; se calcula que dieciséis millones de mexicanos vieron un documental que se proyectó en las salas cinematográficas. Incluso en la isla de Pascua la radio informó sobre la ceremonia y su significado.

Al día siguiente, en la audiencia que concedió a los peregrinos, el Papa dijo: «Os inunda la alegría por la Beatificación de Josemaría Escrivá de Balaguer, porque confiáis en que su elevación a los altares proporcionará un gran bien a la Iglesia. Yo también comparto esa confianza (...). ¿Cómo no ver en las enseñanzas y en la obra del Beato Josemaría Escrivá un testimonio eminente de heroísmo cristiano en el ejercicio de las actividades humanas comunes?».

Análogas expresiones se descubren en las intervenciones de muchos cardenales y obispos que, por aquellos días, participaron en Misas de acción de gracias: «El mensaje espiritual del Beato Josemaría Escrivá es un gran don de Dios a su Iglesia (...) y se sitúa sin duda entre los que han dado un nuevo dinamismo a la misión de la Iglesia» (Card. Camillo Ruini); «es el apóstol de nuestro siglo» (Card. Agnelo Rossi); «creemos que Mons. Escrivá es en esta edad nuestra el santo, el beato, cuyo ejemplo y santidad la Iglesia más necesitaba» (Mons. Hirayama, Obispo de Oita, Japón); «el Beato Josemaría Escrivá ha sido don de Dios al mundo de hoy (...). El mundo tiene una desesperada necesidad de lo que Mons. Escrivá enseñó, mostró con su ejemplo y por lo que murió: precisamente la necesidad de que el hombre tome en serio la vocación cristiana de santificación del trabajo» (Card. José Sánchez).

Ya el decreto sobre la heroicidad de las virtudes definía la fama de santidad del Fundador del Opus Dei como «una auténtica manifestación de devoción popular». Desde entonces, la atracción que ejercen sobre las almas su figura y su mensaje no ha hecho sino dilatarse. A este respecto, quizá el elemento más importante sea la extensión del recurso a su intercesión. Desde su muerte hasta la beatificación llegaron a la Postulación unas 80.000 narraciones firmadas de favores atribuidos a la mediación ante Dios del Fundador del Opus Dei, con una media anual de 4.700. En los cinco años transcurridos desde la beatificación, tales testimonios han alcanzado la cifra de unos 25.000, es decir, una media de 5.000 al año.

La devoción al Beato Josemaría no sólo no ha decaído, sino que se ha extendido a nuevas áreas geográficas. En una primera colección de testimonios que publicó la Postulación, con cartas recibidas entre el 26 de junio de 1975 y diciembre de 1978, había narraciones procedentes de cuarenta países. Después de la beatificación se han recogido y publicado favores procedentes de setenta y ocho países. Un rápido espigueo de estas narraciones revela una devoción tan espontánea y radicada que ninguna propaganda humana habría podido provocarla. Hay en ellas una enorme fe en la oración y una tangible respuesta de Dios a las invocaciones perseverantes y humildes de sus hijos.

Las historias descritas en estos volúmenes —desde curaciones hasta gracias de tipo espiritual, desde episodios de recomposición de la unidad familiar hasta hechos que tienen que ver con otras mil situaciones de la vida cotidiana— culminan en una respuesta personal y operativa en la que se palpa la acción de la gracia: la experiencia de que Dios se acerca a las propias necesidades y provoca en los protagonistas la vuelta a la práctica religiosa, la superación de hábitos morales peligrosos, la conversión radical de la propia vida, el propósito activo de una plena coherencia cristiana y, con frecuencia, la decisión de dedicar la vida enteramente a Dios.

Pero hay también otros elementos significativos de la extensión de la devoción al Beato Josemaría entre el pueblo cristiano. El Papa ha dedicado en su honor una parroquia de Roma; otra iglesia dedicada al Beato se está construyendo en su ciudad natal, Barbastro, por iniciativa del Obispo de la diócesis; y también en la nueva catedral de Madrid se le ha reservado una capilla. Fiestas populares se celebran en su honor, muchas veces sin el mínimo conocimiento por parte de la Prelatura, en parroquias de localidades lejanísimas entre sí; un número cada vez mayor de niños es bautizado con su nombre, también en países de lengua no española; han sido dedicados a su memoria los lugares más diversos (plazas, calles, parques, escuelas) en muchas ciudades. En Marsella, el Arzobispo ha concluido con una solemne Misa de acción de gracias las Journées en l'honneur du Bienheureux Josémaria Escrivá, celebradas del 17 al 24 de mayo de 1996, durante las que muchas personas participaron en mesas redondas, visitaron una exposición fotográfica dispuesta para la ocasión o asistieron a proyecciones de documentales.

Las Misas que se celebran todos los años el día 26 de junio, memoria litúrgica del Beato, constituyen otra expresión elocuente de devoción popular, igualmente en expansión tanto por el número de celebraciones como por la participación de fieles. En 1992, año de la beatificación, doscientos cincuenta Obispos quisieron presidir tales concelebraciones en sus correspondientes diócesis. Este año ha habido Misas en memoria del Beato en más de trescientas ciudades del mundo, entre las que se cuentan las capitales de Kazajstán, Líbano, India, Lituania, Estonia, Panamá y Uganda. Solamente en Italia, las ciudades en las que ha habido celebraciones eucarísticas en honor del Beato Josemaría han pasado, entre 1992 y 1997, de 22 a 41.

En el curso de la audiencia que concedió a los participantes en el congreso teológico sobre las enseñanzas del Beato Josemaría Escrivá, celebrado en Roma del 12 al 14 de octubre de 1993, el Santo Padre dijo, entre otras cosas: «La profunda conciencia que la Iglesia actual tiene de estar al servicio de una redención que atañe a todas las dimensiones de la existencia humana, fue preparada, bajo la guía del Espíritu Santo, por un progreso intelectual y espiritual gradual. El mensaje del Beato Josemaría constituye uno de los impulsos carismáticos más significativos en esta dirección (...). ¡Cuánta fuerza tiene esta doctrina ante la labor ardua y, al mismo tiempo, atractiva de la nueva evangelización, a la que toda la Iglesia está llamada!».

La difusión de sus obras de espiritualidad —más de siete millones de ejemplares en 42 lenguas— constituye, indudablemente, la principal fuente de alimentación de la devoción al Beato Josemaría. Entre las traducciones que han aparecido en los últimos años se pueden mencionar la eslovaca y la birmana de Camino; la finesa de Amigos de Dios; la rumana de Forja; la coreana, la checa y la rusa de Santo Rosario y de Surco; la polaca de todas las obras del Beato. Además, han visto la luz diversas traducciones en chino de homilías sueltas.

Después de la beatificación se han publicado treinta y cinco libros (ensayos, biografías, semblanzas, testimonios) sobre la figura o el mensaje del Fundador del Opus Dei. Sobre esa misma materia, además, se han producido y comercializado veinte vídeos.

La Hoja informativa, una publicación anual con textos del Beato, comentarios espirituales, breves narraciones biográficas, ejemplos de su impulso apostólico al servicio de la Iglesia y narraciones de favores obtenidos por medio de su intercesión, ha alcanzado una difusión de más de catorce millones de ejemplares en quince idiomas. La estampa del Beato, impresa en cincuenta y seis lenguas, ya ha rebasado los quince millones de copias.

A modo de síntesis, se pueden recordar las palabras pronunciadas por el Card. Giacomo Biffi en una Misa en honor del Beato en la catedral de Bolonia: «Benditos sean nuestros días, a los que ha sido reservada la suerte de ver en los altares a uno de los más grandes y decisivos protagonistas de la vida eclesial de este siglo». El eco de la beatificación del Fundador del Opus Dei sólo tiene una explicación posible: la fe de tantos cristianos ha descubierto en él un signo de esperanza. Su mensaje de la búsqueda de la santidad en el cumplimiento amoroso de los deberes ordinarios revela la insondable riqueza divina de la vida cotidiana y ayuda a transformar toda actividad humana en ocasión y medio de diálogo con Dios, de oración. De este modo, el cristiano, inmerso en la entraña de la sociedad, se siente personalmente partícipe de la misión de la Iglesia: «He aquí el núcleo de mensaje espiritual, auténticamente evangélico, que ha suscitado la verdadera revolución dentro de la Iglesia, y que hoy se nos presenta en las enseñanzas y en la vida del Beato Josemaría Escrivá con un vigor sobrenatural, que es presagio de incalculables consecuencias para la urgente tarea evangelizadora, de promoción humana y cristiana, que estamos llamados a realizar en nuestro tiempo» (Card. López Rodríguez).

Romana, n. 24, enero-junio 1997, p. 114-117.

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