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Conferma dell’elezione e nomina del Prelato da parte del Santo Padre

Conclusa la prima sessione del Congresso, nel pomeriggio dello stesso giorno 20 aprile è stato comunicato al Santo Padre l’esito dell’elezione ed è stata chiesta la Sua conferma.

Nella mattinata del giorno seguente, 21 aprile, è pervenuta la conferma dell’elezione e della nomina di Mons. Javier Echevarría a Prelato della Prelatura della Santa Croce e Opus Dei. La relativa comunicazione ufficiale, firmata dal Cardinale Segretario di Stato Angelo Sodano, reca la data del 20 aprile, lo stesso giorno dell’elezione. Eccone il testo:

SECRETARIA STATUS

Il Sommo Pontefice GIOVANNI PAOLO II

confermando l’avvenuta elezione canonica a norma del N. 130 degli Statuti, ha nominato Prelato della Prelatura personale della Santa Croce e Opus Dei il Reverendo Monsignore

JAVIER ECHEVARRÍA RODRÍGUEZ

Tanto si partecipa al medesimo Monsignore Javier Echevarría Rodríguez per sua conoscenza e norma.

Città del Vaticano, 20 aprile 1994.

+ Angelo Card. Sodano

Il Congresso è tornato a riunirsi per proclamare ufficialmente l’elezione e la nomina del Prelato. Dopo aver ricevuto l’omaggio di rispetto e di obbedienza da parte dei Congressisti, Mons. Javier Echevarría, rivolgendosi in particolare a coloro che avevano chiesto l’ammissione all’Opus Dei nei primi anni dopo la fondazione, ha pronunciato le seguenti parole:

«Si, a todos los que hemos convivido con nuestro Padre, los demás miembros de la Obra nos miran como a reliquias vivientes, es lógico que a los primeros se os vea con verdadera veneración, que todos os estemos muy agradecidos por lo que habéis hecho. No podéis imaginaros cuántas veces, en sus conversaciones, al caer del día, después de la fatiga de la jornada en la que había resuelto tantos problemas —los problemas de la vida ordinaria: no eran preocupaciones, eran ocupaciones—, el consuelo de nuestro Fundador era pensar en todos sus hijos, en todas sus hijas que estaban gastando sus vidas por la Obra; y pensaba especialmente en los primeros, porque habían tenido —decía nuestro Padre— fe en este pecador.

»Yo creo que de verdad tuvisteis una fe que no hemos tenido los que hemos llegado a la hora de nona, a la hora de undécima; al mismo tiempo, visteis a nuestro Padre con toda la realidad de la santidad que tenía desde joven: ¡estaba tan maduro por la acción del Espíritu Santo! Ahora que vamos descubriendo más anotaciones suyas, se pasma uno ante la gran infusión de gracia del Paráclito en su alma: ¡y hay que ver con qué generosidad lo vivió todo y con qué respuesta tan generosa actuó siempre!

»Vosotros tenéis el mérito de haber vivido con nuestro Padre, de haber tenido fe en él, en momentos en que no había nada hecho, en que estaba todo por hacer; pero, al mismo tiempo, teníais a nuestro Fundador al lado. La realidad más clara, que se veía y se tocaba con las manos, era su fe hecha obras, aunque no se viesen aún en ese momento. Era impresionante oírle hablar del futuro del Opus Dei, de ese panorama que ahora contemplamos todos, merced a la generosidad de nuestro Padre, y también a la vuestra. Por eso no os importe —aunque penséis que no se os tiene que agradecer nada—, no os importe que en la Obra, a los primeros, a los que lleváis más tiempo, se os esté muy agradecidos, que los demás os miren con veneración: eso os tiene que obligar, a la vez, a vivir con más responsabilidad todo el espíritu del Opus Dei.

»He estado leyendo ahora algunas fichas de nuestro Padre, porque me parece que son la mejor ilustración para todo. En una de ellas, precisamente con ocasión de uno de los Congresos Generales, afirma que todos, desde el más grande al más pequeño en nuestra familia, debían tener la preocupación de cuidar todo lo que se refiera al espíritu de la Obra —por mínimo que pueda parecer—, porque siempre estamos haciendo el Opus Dei.

»Gracias a Dios, gracias al ejemplo de nuestro Padre, gracias al Padre —don Alvaro—, que lo ha vivido tan bien, todos los que habéis llegado a primera hora habéis vibrado con igual armonía. Ahora, ayudemos a los que vienen detrás a mantener el mismo ritmo, con nuestro ejemplo y con nuestra responsabilidad.

»Os pido de nuevo que recéis por mí: lo necesito de veras. Quiero recordaros lo que decía nuestro Fundador, con ocasión de la ordenación sacerdotal de los tres primeros hijos suyos, en 1944: cuando los que vengan detrás os pregunten —porque os preguntarán—, qué dijo el Padre en este día, nuestro Fundador insistió: oración, oración, oración; mortificación, mortificación, mortificación; trabajo, trabajo, trabajo. Ni en las grandes solemnidades ni en los días corrientes tenemos que cambiar la pauta de lo que es el espíritu del Opus Dei, que ahora nos toca llevar adelante a nosotros.

»También el Padre, el día de su ordenación episcopal, nos señaló algo que era como el estribillo de su predicación y de sus conversaciones; cada vez con más contenido y, al mismo tiempo, como algo muy propio, de quien lo vivía constantemente. Nos dijo: fidelidad, fidelidad, fidelidad. Que pidamos esta virtud para todos los miembros de la Obra; no sólo para que lleguemos al final de nuestra vida habiendo sido fieles a la vocación, sino también para que seamos fieles en lo cotidiano, en lo ordinario, de tal manera que Dios nos mire con alegría, viendo en cada uno de nosotros un verdadero hijo suyo en el Opus Dei; y que estemos empeñados en transmitir a nuestros hermanos y a todos los que vengan detrás esta sinceridad de nuestra entrega a Dios, esta totalidad de nuestra dedicación al servicio de la Iglesia, del Romano Pontífice y de las almas, sin ninguna condición.

»Y de nuevo os pido que recéis por mí».

La sessione si è conclusa con la benedizione del nuovo Prelato.

Romana, n. 18, Gennaio-Giugno 1994, p. 122-124.

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