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Carta con la que se constituye la “Comisión de los nuevos mártires – Testigos de la fe" en el Dicasterio para las Causas de los Santos (3-VII-2023)

En vista del próximo Jubileo del 2025, que nos verá reunidos como “Peregrinos de esperanza”, he constituido en el Dicasterio de las Causas de los Santos la “Comisión de los Nuevos Mártires – Testigos de la Fe”, para elaborar un Catálogo de todos aquellos que han derramado su sangre para confesar a Cristo y testimoniar su Evangelio. Los mártires en la Iglesia son testigos de la esperanza que deriva de la fe en Cristo e incita a la verdadera caridad. La esperanza mantiene viva la profunda convicción de que el bien es más fuerte que el mal, porque Dios en Cristo ha vencido al pecado y a la muerte. La Comisión continuará la búsqueda, ya iniciada con ocasión del Gran Jubileo del 2000, para identificar los Testigos de la Fe en este primer cuarto de siglo y para después proseguir en el futuro.

Los mártires, de hecho, han acompañado en cada época la vida de la Iglesia y florecen como «frutos maduros y excelentes de la viña del Señor» también hoy. Como he dicho muchas veces, los mártires «son más numerosos en nuestro tiempo que en los primeros siglos»: son obispos, sacerdotes, consagradas y consagrados, laicos y familias, que en diferentes países del mundo, con el don de su vida, han ofrecido la suprema prueba de caridad (cf. LG 42). Como ya escribió san Juan Pablo II en la Carta apostólica Tertio millennio adveniente es necesario hacer de todo para la que herencia de la nube de los «militi ignoti de la gran causa de Dios» (37) no se pierda. Ya el 7 de mayo del 2000 fueron recordados en una celebración ecuménica, que vio reunidos en el Coliseo a representantes de las Iglesias y comunidades eclesiales de todo el mundo, para evocar, junto al Obispo de Roma, la riqueza de lo que yo mismo sucesivamente he definido «ecumenismo de sangre». También en el próximo Jubileo volveremos a estar unidos para una celebración similar.

Con esta iniciativa no se pretenden establecer nuevos criterios para la valoración canónica del martirio, sino continuar el seguimiento iniciado de cuantos hoy día siguen siendo asesinados solo por ser cristianos.

Se trata por tanto de proseguir el recorrido histórico para recoger los testimonios de vida, hasta al derramamiento de la sangre, de estos hermanos y hermanos nuestros, para que su memoria destaque como tesoro que la comunidad cristiana custodia. La investigación se referirá no solo a la Iglesia católica, sino que se extenderá a todas las confesiones cristianas. También en nuestro tiempo, en el que asistimos a un cambio de época, los cristianos siguen mostrando, en contextos de gran riesgo, la vitalidad del Bautismo que nos une. De hecho, no son pocos los que, aun sabiendo los peligros que corren, manifiestan su fe o participan en la eucaristía dominical. Otros son asesinados por socorrer con caridad la vida de quien es pobre, por cuidar a los descartados de la sociedad, por custodiar y promover el don de la paz y la fuerza del perdón. Otros son víctimas silenciosas, como individuos o en grupo, de las convulsiones de la historia. Con todos ellos tenemos una gran deuda y no podemos olvidarlos. El trabajo de la Comisión permitirá poner junto a los mártires, oficialmente reconocidos por la Iglesia, los testimonios documentados —y son muchos— de estos hermanos y hermanas nuestros, dentro de un vasto panorama en el que resuena la única voz de los martyriade los cristianos.

La Comisión ahora instituida deberá servirse de la contribución activa de las Iglesias particulares en sus articulaciones, de los institutos religiosos y de todas las otras realidades cristianas, según los criterios que la misma Comisión elaborará.

En un mundo en el que a veces parece que el mal prevalece, estoy seguro de que la elaboración de este Catálogo, también en el contexto del ya próximo Jubileo, ayudará a los creyentes a leer también nuestro tiempo a la luz de la Pascua, sacando del cofre de tan generosa fidelidad a Cristo las razones de la vida y del bien.

Del Vaticano, 3 julio 2023

Francisco

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Romana, n. 77, julio-diciembre 2023, p. 159-160.

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