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Valencia y Murcia: 8 a 12 de junio de 2023

A última hora del 8 de junio, el prelado del Opus Dei llegó a La Lloma, casa de retiros situada a pocos kilómetros de Valencia. Venía por primera vez como prelado a esta ciudad, sede, actualmente, de la delegación del Opus Dei de Aragón y Levante. A lo largo de los cuatro días en que permaneció en la ciudad del Turia y en la capital murciana recibió muestras de cariño de todos los lugares que componen la delegación, desde Huesca hasta Cartagena, pasando por Zaragoza, Teruel, Castellón, Alicante, Baleares, Albacete y, naturalmente, Valencia y Murcia. Además, pudo saludar, en tertulias familiares o pequeños encuentros, a distintos grupos: familias, chicos y chicas jóvenes, personas mayores, sacerdotes, etc.

El viernes 9 fue a saludar al recién nombrado arzobispo metropolitano, monseñor Enrique Benavent. Inmediatamente después acudió a rezar a la Virgen de los Desamparados, patrona de Valencia, para poner bajo su amparo la labor que iba a llevar a cabo en los días siguientes.

En los encuentros que tuvo ese mismo día con jóvenes que acuden a recibir formación cristiana a los centros de la Obra, les insistió en la necesidad de transformar en vida todo lo que aprenden, para poder transmitirlo a los demás, y de hacer oración personal con Cristo: «Con la seguridad de la fe podemos ayudar a los demás y afrontar también nuestras propias dificultades. La oración es una fuerza grandísima. San Josemaría, llegó a decir con pleno convencimiento que en la Obra la única arma que tenemos es la oración», dijo.

También, en un rato de descanso después de la cena, conversó con profesionales del ámbito universitario que le contaron anécdotas de sus trabajos en un entorno ameno y distendido.

El sábado, el prelado tuvo encuentros más numerosos, con participación de familias venidas de diferentes puntos de Aragón, la Comunidad Valenciana y Baleares. Como en otras ocasiones, además de hablar de diferentes aspectos de la vida cristiana —la Eucaristía, por ejemplo, pues al día siguiente se celebraba la fiesta del Corpus Christi— y de responder a preguntas de los asistentes, pidió oraciones por el Papa Francisco, por su recuperación, pues en aquellos días había tenido que someterse a una operación de hernia abdominal, y por todas las preocupaciones de la Iglesia. Resultó impactante el testimonio de Estrella, que trabaja en un juzgado de violencia contra la mujer: después de referirse con tintes inevitablemente dramáticos al dolor y el sufrimiento que ve a diario, preguntó cómo acompañar a cada persona que sufre. El prelado le hizo considerar que Dios no es indiferente al mal, y por tanto, le dijo, «ante el mal que vemos en el mundo debemos rezar por las personas, no acostumbrarnos». Además, le animó a ayudar a esas personas, en la medida en que su posición lo permita, con alguna atención que vaya más allá de lo estrictamente profesional.

El día 11, monseñor Ocáriz pasó la jornada en Murcia, donde tuvo dos encuentros de catequesis en el Casón de la Vega. Fue una estancia muy breve, pero quedó en el aire la esperanza de una nueva visita, más adelante: «Si la vida me da de sí, intentaré volver», dijo el prelado al despedirse. Al día siguiente, regresaba a Roma.

Romana, n. 76, Enero-Junio 2023, p. 45-46.

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