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Del vicario auxiliar: "Se nos ha ido al Cielo una persona buena", en Radio Vaticana, Italia (13-XII-2016)

Por Alessandro Gissoti

Ayer por la tarde, fiesta de la Virgen de Guadalupe, falleció Mons. Javier Echevarría, obispo y segundo sucesor de san Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei. El prelado murió a los 84 años. En un telegrama de pésame, Francisco expresa su cercanía espiritual con los miembros del Opus Dei y recuerda el servicio de amor a la Iglesia de Mons. Echevarría, siguiendo el ejemplo de san Josemaría Escrivá y del beato Álvaro del Portillo. El Papa señala el testimonio paternal y generoso de la vida sacerdotal y episcopal de Mons. Javier Echevarría, un fiel servidor del Señor.

Nacido en Madrid en 1932, donde conoció a san Josemaría, fue su secretario de 1953 a 1975. En 1994 fue elegido prelado del Opus Dei. Recibió el episcopado de manos de san Juan Pablo II, el 6 de enero de 1995 en la basílica de San Pedro. El funeral tendrá lugar en la iglesia romana de San Eugenio, el próximo jueves a las 19 horas. Mons. Echevarría era también gran canciller de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz. El vicario auxiliar y general de la Prelatura del Opus Dei, Mons. Fernando Ocáriz, pudo administrarle los últimos sacramentos poco antes dell fallecimiento. Mons. Ocáriz nos relata —al micrófono de Alessandro Gisotti— los últimos momentos del prelado del Opus Dei y algunos rasgos de su personalidad:

—Mons. Fernando Ocáriz: He podido darle la unción de enfermos, y la ha recibido con alegría… Poco después ha fallecido: serenamente, como ha sido siempre su vida, una vida de servicio, de entrega a los demás. Nuestros sentimientos, en este momento, son de pena, pero también de serenidad, porque se nos ha ido al Cielo una persona buena que sabemos que desde allí nos va a ayudar. Como es sabido, vivió con dos santos: con san Josemaría, muchos años, y luego con el beato Álvaro del Portillo. Y de ellos aprendió a ser muy fiel a la Iglesia: a amar a la Iglesia, al Papa y a las almas. Me impresionó siempre su capacidad de estar «a mano» de todos, de escuchar, de no tener prisa para conversar con uno o con otro, incluso para conversar con quien se le acercaba de improviso. Era un sacerdote y un obispo fiel, bueno, cercano a todos.

—Desde hacía más de 20 años dirigía el Opus Dei. ¿Qué herencia deja al Opus Dei y también a la Iglesia?

—La fidelidad al espíritu recibido de san Josemaría. Ha sido su segundo sucesor, y ha tenido siempre en la mente la fidelidad al espíritu que había recibido. Una fidelidad que no era repetición mecánica, porque, por decirlo con palabras del propio fundador, lo importante es que permanezca el núcleo, el espíritu: los modos de decir y de hacer cambian con el tiempo, pero permanece la fidelidad al espíritu. En él se descubría la verdad de ese imperativo que todos los cristianos recibimos de ser fieles al Espíritu pero abiertos siempre a las novedades.

—Evidentemente, el prelado Echevarría ha conocido muy bien a san Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco. ¿Qué nos puede decir de su relación con los sucesivos Papas?

—Por una parte, había en él un gran afecto por el Papa —¡por todos!— y un gran sentido de fidelidad, porque lo que para todos los católicos ha de ser, y es, fidelidad a Cristo y a la Iglesia, es inseparable de la fidelidad al Vicario de Cristo, al Pastor supremo de la Iglesia: al Papa. Cuando era recibido por el Papa, siempre sentía una alegría y una emoción muy profundas.

Romana, n. 63, julio-diciembre 2016, p. 333-334.

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