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Entrevista concedida a Avvenire, Italia (29-VIII-2014)

Francesco Ognibene

¿Cuáles son las “periferias existenciales” a las que se dirige la acción del Opus Dei?

El Papa Francisco habla continuamente de ofrecer un testimonio vivo del Evangelio que conforte en las situaciones de pobreza, tanto material como espiritual. Las periferias existenciales de las que nos habla no están lejos; con frecuencia aparecen a nuestro lado y, entonces, nos interpelan personalmente. Los fieles de la prelatura del Opus Dei viven en contextos muy diversos pero se encuentran siempre de cara al mismo desafío: salir al encuentro de la necesidad del hombre. Tanto si viven en los llamados “países ricos” como en aquellos en “vías de desarrollo”, las periferias están siempre presentes y los fieles de la Prelatura tratan de responder a esas necesidades espirituales y materiales que acompañan de continuo la condición humana.

Usted ha conocido muy de cerca a don Álvaro del Portillo, primer sucesor de san Josemaría Escrivá. ¿Qué recuerdos guarda de él?

Los recuerdos son muy numerosos. Me limitaré a decir que era un hombre de paz —profundamente espiritual y profundamente humano—, una paz que no procedía de razonamientos humanos, sino de haber puesto toda la confianza en Dios. He visto en primera persona cómo, incluso en momentos difíciles, don Álvaro sabía mantener siempre una perspectiva de fe y de serenidad, alentando a la comprensión, al diálogo y a superar la confrontación.

Buscaba estar totalmente dedicado al servicio de los demás: cuando visitaba un país —también los más lejanos— se interesaba por las necesidades que tenía la población local y, después, con ánimo sereno, pero con decisión, impulsaba a los fieles del Opus Dei y todas las personas con las que se encontraba a responder a aquella necesidad con hechos concretos. Así, con el pasar del tiempo, han nacido decenas de instituciones educativas, hospitales, centros de formación en todo el mundo.

El Meeting di Rimini es una iniciativa en la que participan, sobre todo, los jóvenes. ¿Qué podemos hacer hoy para que las nuevas generaciones tengan un encuentro personal con la fe?

Los jóvenes tienen un inmenso deseo de cosas grandes. Saben qué quiere decir gastarse por un ideal. Los orígenes del Meeting, que nació de un grupo de jóvenes con ilusión de dar testimonio cristiano en la sociedad, nos hablan de esto. Me han impresionado mucho los voluntarios: jóvenes (y menos jóvenes) que están dedicando sus vacaciones a hacer que las personas se encuentren a gusto y que todo funcione. Es la demostración de que saben responder cuando se les ofrecen perspectivas altas y desafíos. Me ha impresionado, también, la alegría de tantas familias aquí presentes.

Romana, n. 59, Julio-Diciembre 2014, p. 307-308.

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