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La representación del mal en la ficción cinematográfica

Jornadas de estudio en la Facultad de Comunicación de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz

Sesenta profesionales de la ficción audiovisual, procedentes de doce países de Europa y América, se reunieron en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz para discutir sobre la representación del mal en las ficciones. El marco era el Seminario Internacional “Rethinking Fiction in Film & TV”, organizado por la Facultad de Comunicación Social Institucional del 3 al 5 de diciembre de 2009, con el tema “El mal moral en las pantallas: necesidades dramáticas y patologías industriales”. Entre los participantes se encontraban académicos, críticos, guionistas y productores. El Seminario estaba especialmente orientado al diálogo, con intervenciones breves y amplio tiempo para el debate.

En la primera conferencia, el profesor Jaime Nubiola (Univer¬sidad de Navarra) habló sobre “La imaginación herida” y dio diez claves para potenciar la creatividad en nuestro tiempo, apuntando muchas de las ideas que serían retomadas en las sucesivas sesiones. Entre otras cosas, destacó la necesidad de mostrar el contraste entre el atractivo del mal imaginario y la realidad terrible e inhumana del mal real, y animó a buscar nuevas y cautivadoras maneras de presentar el bien. Dijo que es preciso volcar la imaginación para descubrir cómo la vida diaria puede dejar de ser monótona y aburrida y convertirse en una apasionante aventura, a través del descubrimiento de la novedad, la alegría y la belleza de lo cotidiano.

Dos de las mesas redondas estuvieron dedicadas a la formación de guionistas, con la participación de representantes de máster en guión de la Universidad de los Andes (Chile), de la Católica de Milán (Italia) y de la Universidad de Navarra (España). Todos coincidían en señalar que el mal es un elemento de conflicto y que sin conflicto no hay historia. Se trataba de dialogar sobre cómo enseñar a contarlo y dramatizarlo. Resultan patentes las dificultades con que se encuentran los profesores y alumnos en este tipo de enseñanza tan relacionada con la conciencia y creatividad profesional: no sólo están en juego aspectos técnicos e industriales, sino también asuntos vitales que ofrecen una imagen, adecuada o no, de la dignidad humana. Muchos de los estudiantes de esos cursos serán guionistas de la pequeña y grande pantalla, y sus historias serán seguidas, en ocasiones, por una audiencia de millones de espectadores.

Otras dos sesiones se centraron en el campo de la producción. Luca Manzi, creador de una exitosa serie de televisión, o Jordi Gasull, que mostró clips de tres películas de su compañía actualmente en fase de post-producción, narraron sus experiencias como guionistas y productores que intentan trabajar con mentalidad cristiana en un mundo que, con frecuencia, no sabe armonizar las exigencias industriales con las derivadas de la dignidad humana. El profesor Armando Fumagalli (Universidad Católica de Milán) se centró en cómo resolver el problema del conflicto cuando los protagonistas de las historias son personas “buenas”; y lo hizo recurriendo a su trabajo como consultor en varias miniseries televisivas. También la experiencia estuvo en la base de la comunicación del productor Ángel Blasco, que planteó algunas situaciones complejas con las que se ha encontrado, aportando sugerencias sobre cómo resolverlas con responsabilidad y prudencia.

La representación del mal fue el tema abordado por el profesor Juan José García-Noblejas (Pontificia Universidad de la Santa Cruz), en una ponencia titulada “Que Medea mate a sus hijos, pero no en escena”, en la que comparaba dos adaptaciones cinematográficas de la tragedia de Eurípides, llevadas a cabo respectivamente por Pier Paolo Pasolini y Lars Von Trier. García-Noblejas se remontó al sentido originario del concepto “obsceno” (tal como era utilizado en el teatro clásico griego) e hizo hincapié en que, en la representación artística, hay cosas que se pueden o deben mostrar en público y otras que deben quedar privadas de espectáculo para salvaguardar la dignidad humana. Una vez delimitados los terrenos, la cuestión que está en juego, en buena medida, no es tanto qué se muestra sino cómo se muestra.

El profesor Eduardo Terrasa (Universidad de Navarra) habló de “El sentido de la culpa en el cine actual: pecado y redención”, centrando su discurso en el recorrido fílmico del director Clint Eastwood, y en concreto en cuatro de sus películas: Sin perdón, Mystic River, Million Dollar Baby y Gran Torino. Según Terrasa, en todas estas películas Eastwood plantea con eficacia y sinceridad el “problema” del mal, pero sólo en la última acierta a dar una solución.

Por su parte, el profesor y crítico cinematográfico Alberto Fijo, insistió en la importancia de la lectura en la formación del crítico. La apreciación estética, ética y antropológica que se debe hacer de una película -explicó- requiere matices, y los matices nacen de la cultura, de la formación, de la experiencia reflexiva de la vida. Por eso concluyó que su principal misión como profesor es que sus alumnos lean, para ayudarles a pensar, a razonar y a asombrarse ante la belleza; y a la vez señalarles el camino del buen cine.

El crítico Jerónimo José Martín incidió también en la necesidad de respetar tanto a los creadores como a la inteligencia y el buen gusto del espectador, evitando los sensacionalismos y las faltas de ponderación, que quizá capten la atención de algunos pero debilitan la calidad de las críticas. En su opinión, hay que destacar siempre los aspectos positivos de las películas y desvelar los negativos, pero sin regodearse en ellos.

Aunque sobre todo se habló de cine, no faltó una sesión enteramente dedicada a la televisión: “Los mundos posibles de la serialidad televisiva”. En ésta, la productora Sara Melodia mostró las primeras imágenes de la miniserie sobre Pío XII, producida por la compañía para la que trabaja (Lux Vide).

El espectador fue el protagonista del último día del Seminario. En la mesa redonda dedicada a “El papel del espectador”, la profesora Carmen Sofía Brenes (Universidad de los Andes) subrayó el carácter activo de quien ve un filme: “las historias —dijo— llevan a cabo una propuesta vital que exige por parte del espectador un trabajo de comprensión intelectual y técnica de lo narrado, así como de aplicación práctica y personal de su sentido”. Esta sesión tuvo su continuación en otra sobre “El cine divulgado”, centrada en las experiencias de websites, revistas, libros y programas de radio y televisión dedicados a aconsejar al espectador y hacerle de guía ante la ingente producción audiovisual, ofreciendo criterios para aprender a apreciar el buen cine e indicando aquello que positivamente vale la pena ver.

En esta línea, la crítico Ana Sánchez de la Nieta presentó una original propuesta sobre el cine como camino de vuelta hacia las Humanidades. Dijo que la fruición audiovisual en el público adolescente y juvenil, se caracteriza por ser apresurada y fragmentaria: de la gran pantalla hemos pasado a la pequeña, del cine al móvil, al tráiler y al videoclip; lo importante no es verlo bien, sino verlo “ya”. Y en el camino se ha perdido el gusto por la narración y por el desarrollo coherente y la psicología de los personajes. En la sociedad del “impacto”, en la que no hay lugar para la paciencia, el buen cine aburre y la literatura pierde interés. Según Sánchez de la Nieta, la desaparición de las historias coincide con el ocaso de la Humanidades, y si el hombre pierde la capacidad de contar y escuchar historias se acaba perdiendo él mismo. Una forma de volver a las Humanidades sería enseñar a ver y disfrutar con el buen cine, a “consumir” historias, entrando de esta manera en países, mentalidades y vidas ajenas, y desarrollando la capacidad de observación, contemplación y comprensión.

Antes de concluir los trabajos, los participantes del seminario mantuvieron un encuentro con el Gran Canciller de la Pontificia Universidad de la Santa Cruz, Mons. Javier Echevarría, quien les animó a trabajar con optimismo, a pesar de las dificultades, y a ser fermento para que las producciones tengan dignidad humana y trascendencia cristiana. Recordando lo que oyó tantas veces a San Josemaría, el Prelado del Opus Dei dijo que el mundo de la creatividad cinematográfica es también un lugar para buscar la santificación personal y la de la sociedad.

Al final, los tres días de actividad resultaron demasiado breves. Pero las numerosas cuestiones que quedaron tan sólo planteadas aseguran que habrá tema abundante para futuras ediciones del Seminario, a las que se podrá invitar a otros muchos profesionales del mundo de la ficción. Mientras tanto, una página web (repensarlaficcion.com) servirá para compartir los textos de las intervenciones y otros artículos de interés común.

Romana, n. 49, julio-diciembre 2009, p. 346-348.

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