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Italia (27-VI-2009)

Entrevista concedida al “Quotidiano di Sicilia”. Por Alessio Petrocelli

¿Cuál es la mission del Opus Dei?

La mission, para emplear su expresión, es la de tratar de seguir a Jesucristo, imitarle y hacer que todos y en cualquier lugar le conozcan. En esto consiste la santidad, a la que todos los bautizados estamos llamados. El rasgo quizá más específico del Opus Dei es que este encuentro personal con Jesús se logra —con la gracia de los sacramentos— por medio del trabajo profesional, la vida familiar, la amistad y todas las demás circunstancias de la vida cotidiana. Se trata, por tanto, de una meta que, con la ayuda de Dios, está al alcance de todos.

La Prelatura del Opus Dei se inserta en el surco secular de la praxis pastoral promovida por la Iglesia Católica, de la cual no es sino una parte pequeña; un surco de fe y de caridad, abierto hace dos mil años por Jesús cuando dijo: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt 5, 48). Si falta una referencia clara y explícita a la vida cristiana y a la imitación de Cristo, resulta incomprensible que tantas personas, en la Iglesia y, por tanto, también en el Opus Dei, busquen ser mejores —al mismo tiempo que son conScientes de sus propios defectos— y hacer el bien a personas y ambientes a su alrededor.

¿En qué consiste exactamente vuestra actividad de formación espiritual?

San Josemaría amaba definir el Opus Dei como “una gran catequesis”. Con la colaboración de muchas otras personas, los fieles de la Prelatura organizan iniciativas para conocer con más profundidad la fe y la moral cristianas; son iniciativas abiertas a personas de cualquier edad, profesión y cultura: lecciones de teología, encuentros para estudiar y reflexionar sobre las encíclicas pontificias y otros documentos del Magisterio, cursos de ética profesional, reuniones en las que los padres pueden ahondar en los desafíos actuales de la educación. Son sólo algunos ejemplos entre muchos, porque las posibilidades son muy variadas.

Se desarrollan, además, actividades de formación propiamente espiritual y ascética: retiros de pocas horas o de unos días; encuentros sobre temas de vida cristiana, a los que asisten grupos reducidos, y en los que se ofrecen sobre todo sugerencias prácticas para vivir las virtudes en la realidad diaria; y, finalmente, para quien lo desea, se ofrece la posibilidad de charlar con un sacerdote, para la dirección espiritual y la confesión, etc. El objetivo de estos medios de formación es aprender a conocer y amar a Dios, para trasmitir este amor a los demás, empezando por los que están a nuestro lado, puesto que el desafío con que se enfrenta un cristiano es poner en práctica su fe en medio de su familia, con sus hijos, con los colegas de su lugar de trabajo, en todos los ambientes. Sus medios y su estrategia están en continuidad con los medios tradicionales de la Iglesia: la pedagogía de la iniciación cristiana, la oración, la meditación del Evangelio..., y siempre con optimismo sobrenatural y humano, porque somos hijos de Dios.

Deseo precisar que, al desempeñar su compromiso de dar formación, la Prelatura no se entromete nunca en la vida profesional, en la organización familiar, en la opinión política o social de sus fieles. Se limita a ofrecer una formación cristiana adaptada a la persona, de manera que sean las personas, una por una, las que lleven el amor y la alegría de Cristo a cada familia, a cada ambiente social o profesional.

¿Qué normas regulan la organización de la Prelatura?

En sustancia, además de lo establecido en el Código de Derecho Canónico, existen los Estatutos otorgados por la Santa Sede. Al mismo tiempo, el Opus Dei —también esta es una expresión del Fundador— es una “organización desorganizada”, en la que cada uno actúa con libertad, ya sea en las actividades de formación, ya sea en el apostolado personal. En la base de todo hay unos criterios de colegialidad, de respeto a la autonomía, atención y gran confianza en todo lo que se refiere a cada persona. La consecuencia es que, en cada nación, se promueven las actividades que resultan más oportunas para la situación local, y se eligen de manera autónoma los objetivos específicos que se desean perseguir. También es autónoma, a nivel local, la organización de cada iniciativa en lo que se refiere a su no fácil mantenimiento económico. Este aspecto es siempre un reto, porque las actividades que se promueven tienen una finalidad educativa y de mejora social, nunca una finalidad de lucro; por tanto, la ayuda generosa de muchas personas resulta algo decisivo.

¿Cuál es el número total de los miembros del Opus Dei? ¿Cuántos de ellos son laicos y cuántos sacerdotes? ¿Qué evolución se experimentó en los últimos años? ¿Ha crecido el número de miembros?

Los datos se pueden hallar en el Annuario Pontificio. En 2009, hay 87.000 fieles laicos y 2.000 sacerdotes. ¿La evolución? Gracias a Dios, cada año el número de los fieles del Opus Dei crece respecto al año anterior, aunque, como es natural, son también muchos los que el Señor llama al Cielo.

De todas formas, conviene precisar que a Dios no le interesan los números globales, sino cada persona en su singularidad, una a una. No son importantes las cifras, sino la mejora espiritual de cada uno; es decir, el crecimiento de su personal identificación con Cristo.

El mes pasado viajé a Japón y a Taiwán por motivos pastorales: también allí vi con gozo que muchas personas se están acercando a la Iglesia, en busca del sentido de su existencia. La realidad es que sólo Jesucristo es capaz de saciar el deseo de felicidad que se esconde en el corazón de cada uno de nosotros.

Además, es para mí una fuente de alegría ver que el trabajo apostólico de los fieles del Opus Dei, así como el de la Iglesia entera, se está desarrollando no solo en los viejos países católicos, o en cualquier caso cristianos, sino también en muchas naciones «jóvenes» en lo que se refiere a la evangelización, como son, por ejemplo, Costa de Marfil, Camerún, Nigeria, Congo, Kenia.... Precisamente en estas semanas están comenzando las actividades apostólicas estables del Opus Dei en Corea, Indonesia y Rumania. Contemplando este panorama se despierta en mí un sincero sentido de agradecimiento a Dios.

¿Cuál es la más importante de las enseñanzas del fundador del Opus Dei, que caracteriza todavía hoy el espíritu de la Prelatura?

Que la realidad en la que cada persona vive y se mueve, la realidad que fluye por los caminos de la vida ordinaria, que a veces puede parecer monótona, encierra sin embargo una luz y un valor divinos. San Josemaría afirmaba que precisamente esa realidad se refiere a Dios mismo, porque Cristo quiere “encarnarse” en nuestras ocupaciones y animarlas desde dentro, también las acciones más humildes. Éste es el mensaje que el Señor confió al Fundador del Opus Dei en 1928. Un ideal que había sido olvidado frecuentemente a lo largo de la historia, pero que en los años ‘60 del pasado siglo fue propuesto de nuevo por el Concilio Vaticano II, que lo situó en el centro de sus fines pastorales. Considero que ésta es una poderosa llamada a la coherencia y a dar un sentido de auténtica misión a la vida cristiana de tantas personas.

Cada día la página web de la Prelatura del Opus Dei (www.opusdei.org), a la que se puede acceder en 28 idiomas, recibe centenares de peticiones por parte de personas que están buscando a Dios, de un modo más o menos consciente. Me parece que es una confirmación más, entre otras muchas, de que la llamada de Cristo sigue siendo actual, y que se hace sentir de modo más apremiante en el mundo de hoy.

Romana, n. 48, enero-junio 2009, p. 102-104.

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