“El oasis va creciendo”: entrevista con el Profesor Alberto Alós, Director General de Lagos Business School, Nigeria
Eugene Ohu
La frase “El oasis va creciendo” forma parte del lema de la Asociación de Antiguos alumnos de Lagos Business School (LBS). Es también una buena síntesis de la historia de esta escuela de negocios. Desde que, en 1992, LBS comenzó sus actividades, más de 600 directivos han cursado los programas de dirección de empresas, y unos 2500 ejecutivos han participado en seminarios de corta duración. Sin embargo, la actividad que más ha crecido en estos últimos años son los seminarios para ejecutivos sobre temas específicos.
Quizás la explicación de esta demanda creciente esté en que la actividad de la Lagos Business School se centra en dar a sus alumnos una oportunidad de evaluar y mejorar su función directiva, y proporcionarles un conocimiento profundo de la realidad económica del país, en el marco de una formación ética, de acuerdo con la visión cristiana de la persona y de la sociedad. Según el Profesor Alberto Alós, «el empresario se encuentra a menudo atareado tratando de resolver la multitud de problemas que las condiciones del entorno le presentan, y no dispone de tiempo para evaluar la efectividad de su negocio. Así es difícil decidir el rumbo de la empresa: la inversión se considera un riesgo demasiado alto, y el mañana un escenario demasiado incierto».
— Profesor Alós, Nigeria tiene 100 millones de habitantes y cuenta con abundantes riquezas naturales. Se dice que es el “Gigante de África”. Sin embargo, el nivel de pobreza es muy alto; se estima que un 50% de la población vive por debajo de la línea de pobreza. ¿Por qué una escuela de negocios en Nigeria? ¿No hay otras necesidades más apremiantes en el país?
Sí, tiene usted razón. Nigeria es uno de los principales países exportadores de petróleo. Produce 2.2 millones de barriles por día, lo que equivale al 3% de la producción mundial. Y a pesar de esto, su renta per capita de 260$ sitúa al país entre los 20 más pobres del mundo. No voy a detenerme en las causas de esta situación, que son de naturaleza política y económica. Simplemente haré referencia a una de las principales consecuencias de ese desorden: el alto índice de desempleo que crea ese elevado nivel de pobreza. La Lagos Business School intenta contribuir a aliviar esa situación a través de la formación de directivos. Si hay empresarios competentes en los diversos sectores de la economía, las empresas podrán sostenerse y crecer, creando así empleo para un mayor número de gente.
Por eso, desde sus comienzos, la misión de la Escuela ha sido “formar directivos que, con competencia profesional y responsabilidad social, puedan impulsar una economía estable y creciente en Nigeria y en toda África”. Hay un proverbio nigeriano que dice que “el orden de la casa empieza por el cabeza de familia”. De la misma forma, el orden de la sociedad —y de la economía— empieza por sus dirigentes. Como es natural, un desarrollo estable de la economía lleva a una mejora de la calidad de vida de la gente y reduce el nivel de pobreza de la población.
— Las Escuelas de Negocios están de moda y existen cientos de ellas en el mundo. Por lo que usted ha dicho, parece que la Lagos Business School se diferencia de las otras.
No creo que la LBS sea única en este sentido. Muchas de las escuelas de negocios en países en vías de desarrollo tienen una visión social, además de su tradicional función académica. Yo creo que esto depende del espíritu que anima la creación de esas escuelas. La mayoría de las escuelas de negocios han sido establecidas para promover el avance en las ciencias empresariales y del management a través de la investigación y la enseñanza, y han nacido dentro de un sistema universitario. La LBS comparte con las otras escuelas su misión de promover las ciencias empresariales, tratando de adaptarlas al particular ambiente socio-económico de Nigeria. Pero se diferencia en varios aspectos. Primero, en que la LBS ha nacido como una escuela de directivos sin fomar parte de una universidad. Segundo, en que fue motivada por una necesidad acuciante del país. Y tercero, en que el espíritu que anima la Escuela es dar una visión cristiana del mundo de los negocios, de la persona y de la sociedad. Creo que hay pocas escuelas que reúnan esas tres características.
— ¿Cuál es el origen de querer dar una visión cristiana al mundo de la empresa y qué se persigue con esto?
Tal como he dicho antes, esa motivación proviene del espíritu que anima la Escuela. El origen de ese espíritu debe buscarse en los principios fundacionales. La LBS fue promovida por una fundación nigeriana, la “Educational Cooperation Society”, ECS, creada por varios fieles de la Prelatura del Opus Dei junto con otras personas que compartían con ellos su interés en dar una solución cristiana a los problemas de la sociedad.
Desde 1973, esta Fundación ha promovido varios proyectos en el terreno de la educación. En todos ellos se intenta dar una formación integral. Al decir “integral” me refiero a la formación completa de la persona: formación profesional, humana y cristiana. En todos estos proyectos, la formación cristiana se encomienda a la Prelatura del Opus Dei. Por eso, cuando la ECS promovió la Escuela de negocios, quiso también que ese proyecto ayudara a dar una visión cristiana del mundo de la empresa. Esta dimensión no es algo artificialmente añadido a la misión de la Escuela, sino que forma parte integrante de ella, ya que esa visión cristiana contribuye al orden y a la mejora de la sociedad donde la empresa desarrolla sus actividades.
—¿Cómo definiría usted la empresa?
El concepto de empresa ha variado mucho. Esencialmente la empresa es un conjunto de relaciones entre personas para desarrollar una actividad económica. Estas relaciones se establecen con todos los que contribuyen a esa actividad: empleados, clientes, inversores de fondos, proveedores, distribuidores y órganos de gobierno a distintos niveles. Por eso, la empresa es una comunidad humana más que una comunidad financiera. Eso lleva a ver a las personas no como peones de ajedrez que se usan para obtener una ventaja estratégica y maximizar beneficios, sino como personas que deben desarrollar sus valores y cualidades en el ejercicio de su tarea. Al respetar la dignidad de la persona humana, la persona se inserta en la empresa —en la comunidad de la empresa— y contribuye con más motivación a su beneficio.
— En Nigeria existe una multitud de religiones, con una gran presencia mulsumana ¿Cómo aceptan los ideales de la escuela las personas que no son cristianas?
La concepción cristiana de la dignidad de la persona humana se extiende a todas las personas, independientemente de su religión; y, naturalmente, no se impone sino que se expone ese punto de vista. Nuestra experiencia en este sentido ha sido muy positiva. En nuestros programas ejecutivos, el curso de ética profesional es uno de los preferidos. Este curso presenta principios de ética profesional a través de casos prácticos basados en una amplia experiencia empresarial en el país. Ahí se habla del contenido ético en la toma de decisiones, tanto porque éstas afectan a las relaciones con los demás como porque hacen mejor a la persona que las toma.
En muchas escuelas, el tema de la ética profesional se toca de pasada, normalmente como algo negativo —es decir, cosas que no hay que hacer, como no estafar, por ejemplo—. En otras se ofrece un curso de ética como asignatura electiva. Para nosotros, la ética profesional es parte de la vida de un empresario, y tratarla de pasada o como tema electivo significaría que la ética es una realidad que no tiene nada que ver con los negocios o que se puede escoger.
—¿Cómo evaluaría usted el impacto de la Escuela en la sociedad durante sus primeros siete años de vida?
Siete años de vida son muy pocos. No se puede medir el impacto de la Escuela en un tiempo tan corto y en un país tan grande. Pero se pueden ver ya algunos efectos. Desde el punto de vista de la empresa, hemos evaluado más efectividad y mejor adaptabilidad a los cambios económicos del ambiente en las empresas cuyos directivos han pasado por la escuela. Navegan más seguras en la tempestad.
Yo creo que un efecto muy positivo es que los antiguos alumnos tratan de transmitir la profesionalidad y el sentido ético a funcionarios del sector público, con lo que se acortan distancias y se establece un diálogo entre el sector privado y el público para estabilizar la economía y asegurar el progreso del país. Varios funcionarios han participado en los programas de la Escuela, y poco a poco el interés por la profesionalidad se va extendiendo en esas esferas.
La Asociación de Alumnos de la LBS está formada por los 600 empresarios que hasta ahora han pasado por nuestros programas ejecutivos. Cuando se formó la Asociación, tomó como lema: “un oasis de salud”. Con este lema, los antiguos alumnos preten-dían crear un ambiente en el que se mantenga una conducta ética y en el que se pueda buscar consejo cuando uno se encuentre en dificultad para resolver una situación con implicaciones éticas. Ahora el lema se ha ampliado: “el oasis va creciendo”. Los antiguos alumnos han asumido también una mayor responsabilidad social. Por ejemplo, varios han ayudado a promover obras sociales o a cubrir servicios que el gobierno no provee: un banco ha tomado como proyecto propio la renovación de un hospital público; una empresa alimenticia ofrece su propio autobús para el servicio de transporte escolar; algunos empresarios dan parte de su tiempo para promocionar colegios y escuelas técnicas, etc.
—¿Cómo ve la escuela en un futuro próximo?
Solemos soñar mucho en la Escuela, con la convicción de que nuestros sueños se quedarán cortos, como nos decía el Fundador del Opus Dei. Estos sueños van en tres direcciones: extensión, profundidad y efectividad.
Respecto a la extensión, prevemos que, de acuerdo con nuestra idea de la escuela, la LBS recibirá a ejecutivos de todos los países africanos en un futuro próximo. Pensamos también que la LBS podrá ayudar a escuelas de negocios como la nuestra que estén empezando en otros países africanos. Así habrá en África centros en los que se ofrezcan las herramientas para mejorar el gobierno de las empresas y de la economía de los países.
Hemos solicitado ya al gobierno nigeriano la aprobación de la LBS como universidad. Será una de las primeras universidades privadas en Nigeria. Esto permitirá a la LBS ofrecer cursos de postgrado en ciencias empresariales y tener contacto con un mayor número de ejecutivos más jóvenes por un período más largo, de modo que pueda darse una formación más honda. También ayudará a establecer una base de investigación más efectiva, centrada principalmente en las economías africanas.
Finalmente soñamos en que la LBS tenga realmente el impacto cristiano y profesional deseado por todos y contribuya a una mejora de la sociedad, de las personas y de la calidad de vida de la población de Nigeria.
Romana, n. 26, enero-junio 1998, p. 120-124.