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Barcelona (España) El Cardenal Carles, con la Agrupación de Miembros del IESE

El 29 de noviembre, el Cardenal Ricard Maria Carles, Arzobispo de Barcelona, presidió la solemne concelebración eucarística con la que dio comienzo la última jornada de la XXXVI Asamblea de la Agrupación de Miembros del IESE. Concelebraron con él D. Manuel Dacal, Vicario de la Delegación del Opus Dei de Cataluña y delegado del Vice-Gran Canciller de la Universidad de Navarra para el IESE, y D. Ricard Peris, de la capellanía del IESE. A la Misa, en el oratorio de Santa María del Colegio Mayor Bonaigua de Barcelona, asistieron centenares de miembros, profesores y antiguos alumnos del IESE.

El Cardenal Carles recordó en su homilía una sesión de trabajo que había tenido unos meses atrás con algunos miembros y profesores del IESE, en la que había transmitido su preocupación por la situación precaria en la que viven tantas personas inmersas en una espiral de marginación de difícil salida: «Trabajar desde vuestros respectivos puestos de responsabilidad —les dijo entonces—, para que se reduzca todo lo posible esa marginación de nuestra sociedad, es una responsabilidad a la que todos hemos de sentirnos llamados».

Un modo de evitar esa espiral de marginación, afirmó el Cardenal, «es la creación y mantenimiento de puestos de trabajo. La creación de empleo, junto a los restantes servicios que la empresa presta a la sociedad —añadió— tienen un importante contenido ético: no es ningún secreto para nadie el mal social que supone el desempleo generalizado y los dramas personales y sociales que con frecuencia se producen cuando falta trabajo. Por tanto, como cristianos, es necesario que sepamos trascender los aspectos económicos, sociológicos o políticos de la cuestión, para calar en su dimensión humana».

Al término de la ceremonia litúrgica, el Cardenal Carles departió de modo informal con las autoridades académicas y los demás asistentes a la asamblea. Después se trasladó con todos al Palacio de Congresos para participar en las intervenciones previstas para esa mañana.

Romana, n. 25, Julio-Diciembre 1997, p. 340.

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