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En camino hacia la puerta santa: conversión y misericordia

En la recta final del semestre correspondiente a este número de Romana, el Santo Padre publicó la bula de convocatoria del Jubileo ordinario del año 2025, con el título Spes non confundit, firmada en San Juan de Letrán el pasado 9 de mayo.

La puerta jubilar por la que pasan los peregrinos simboliza el encuentro personal con Jesucristo, fuente de nuestra salvación y de nuestra esperanza. Un deseo de fondo late en esta convocatoria: que el Jubileo sea para todos ocasión de reavivar la esperanza.

Junto a las tragedias y dolores que azotan en estas horas al mundo, el año santo ha de llevarnos también a fijar la atención en todo lo bueno «para no caer en la tentación de considerarnos superados por el mal y la violencia» (Spes non confundit). Y en esta tarea, los cristianos hemos de confiar en el Espíritu Santo, irradiador de la luz de la esperanza.

El Jubileo es tiempo de conversión, de encuentro vivo con Jesús. Esta disposición se hará especialmente patente «acercándose al sacramento de la Reconciliación, punto de partida insustituible para un verdadero camino de conversión». Por eso el Papa pide que en Roma y en las iglesias particulares «se cuide de modo especial la preparación de los sacerdotes y de los fieles para las confesiones y el acceso al sacramento en su forma individual» (Spes non confundit).

Como recuerda el Papa Francisco en la bula de convocatoria, «la Reconciliación sacramental no es solo una hermosa oportunidad espiritual, sino que representa un paso decisivo, esencial e irrenunciable para el camino de fe de cada uno. En ella permitimos que el Señor destruya nuestros pecados, que sane nuestros corazones, que nos levante y nos abrace, que nos muestre su rostro tierno y compasivo. No hay mejor manera de conocer a Dios que dejándonos reconciliar con Él, experimentando su perdón. Por eso, no renunciemos a la Confesión, sino redescubramos la belleza del sacramento de la sanación y la alegría, la belleza del perdón de los pecados».

El Jubileo es momento de misericordia: una esperanza dada que despierta en los corazones sentimientos de gratitud. Y deberá expresarse de modo singular con los pobres, los enfermos, los presos y, en general, los hermanos y hermanas más frágiles: «Haciendo eco a la palabra antigua de los profetas, el Jubileo nos recuerda que los bienes de la tierra no están destinados a unos pocos privilegiados, sino a todos» (Spes non confundit).

Con el horizonte puesto en la próxima apertura de la puerta santa, abrimos este número de Romana con un deseo que es a la vez personal e institucional: que los meses que faltan hasta el inicio del Jubileo sean tiempo de conversión y misericordia para las personas que participan en los apostolados del Opus Dei y para todos los cristianos. Y de este modo revivificar en amplios sectores de la Iglesia y de la sociedad la esperanza que encontramos en Jesucristo.

Romana, n. 78, enero-junio 2024, p. 11-12.

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