envelope-oenvelopebookscartsearchmenu

Con ocasión del acto de apertura de curso, Pontificia Universidad de la Santa Cruz, Roma (3 de octubre de 2022)

Toda la Iglesia ha emprendido el camino sinodal al que el Santo Padre nos ha llamado repetidamente. Además de recordar la participación personal de algunos miembros de nuestra universidad en las diversas etapas de este camino, quisiera reflexionar hoy sobre cómo el espíritu de la sinodalidad puede estar presente en la vida universitaria. En efecto, ese «caminar juntos» a través del encuentro, la escucha y el discernimiento puede vivirse también dentro de una realidad académica.

Este «caminar juntos» da un nuevo sentido a las relaciones de los estudiantes con los profesores, las autoridades académicas, el personal técnico-administrativo y todos aquellos que, de alguna manera, colaboran en la vida de la Universidad. El mismo trabajo de los profesores es un «caminar juntos» que se desarrolla en un ambiente de servicio, respeto y aprecio de cada persona. En este caminar, los alumnos se enriquecen asimilando la excelencia de los conocimientos de sus profesores y el estilo con el que realizan su trabajo, en el que la exigencia y la seriedad van de la mano de la atención a cada persona. Este «caminar juntos» afecta también a la investigación universitaria, que los profesores llevan a cabo sobre todo gracias a la participación activa de los estudiantes en las clases, en los seminarios y, de modo particular, por medio de la elaboración de sus tesinas y tesis doctorales. Las relaciones con las autoridades académicas —las de los departamentos e institutos, las de las facultades, el rectorado o la cancillería— deben inspirarse en una aceptación fiel y leal de todo lo que exige el bien común de la institución, y estar impregnadas de un profundo sentido de servicio en el desempeño de todos los cargos de gobierno. El «caminar juntos» incluye también la relación de confianza y cooperación entre profesores, estudiantes y personal no docente, que desempeña otras tareas en la Universidad y contribuye, de manera igualmente importante, a crear un entorno humano agradable y estimulante. Nos referimos a todas las actividades de apoyo al gobierno de la universidad, a los servicios ofrecidos por la biblioteca, a los servicios administrativos, a la edición de publicaciones, a los servicios informáticos, a las distintas secretarías, a la organización de eventos y a todos los demás servicios, como el cuidado material de los locales, la conserjería y la limpieza. Por último, hay que destacar el camino común de la Universidad con los numerosos benefactores de todo el mundo, cuyo apoyo es indispensable —vital— para la propia existencia de la comunidad académica.

El encuentro interpersonal y la escucha son aspectos que deben informar toda la vida universitaria. Las actividades académicas exigen, ante todo, una actitud constante de escucha y de valoración de todos los implicados, sin confusión de papeles. De las diversas formas de encuentro y escucha, quisiera recordar tres que me parecen particularmente importantes: la interdisciplinariedad, que supone la apertura recíproca de las diversas formas de conocimiento unidas en la búsqueda de la verdad y la generación de sinergias con otras instituciones universitarias; la colegialidad en el gobierno a todos los niveles, en la que resulta inestimable la colaboración de todos, incluidos estudiantes y personal no docente; y el cuidado de la comunicación externa e interna, que tanto ayuda a este «caminar juntos».

Reunirse y escucharse es importante también porque desarrolla el necesario discernimiento en todas las decisiones, grandes o pequeñas, que se toman por el bien de la universidad. A la vez, cuando se toma una decisión es preciso aceptar las disposiciones legítimas dictadas por las autoridades, eclesiásticas y civiles, cada una dentro de su ámbito de competencia. En los dos últimos años, la experiencia de las medidas adoptadas para hacer frente a la pandemia provocada por el Covid ha sido un excelente ejemplo de leal cumplimiento de las normas dictadas por las autoridades civiles, unido al espíritu de iniciativa para afrontar y superar las dificultades; pero ha sido también una gran oportunidad para potenciar ciertos aspectos del trabajo universitario, como el uso de actividades on line, tanto científicas como de divulgación, que antes eran poco accesibles. En todos los niveles, de hecho, todas las decisiones, además de tomarse siempre de acuerdo con la identidad de una universidad eclesiástica como la nuestra, que tiene características específicas, deben tomarse siempre desde una perspectiva que potencie positivamente la enseñanza, la investigación y el servicio a la Iglesia y a la sociedad civil que la Universidad de la Santa Cruz está llamada a prestar.

Quisiera concluir estas brevísimas reflexiones subrayando cómo estos aspectos del espíritu sinodal sintonizan con el patrimonio espiritual de esta universidad, inseparablemente unido al carisma del Opus Dei. El mensaje y la vida de san Josemaría deben inspirar constantemente a esta comunidad académica, del mismo modo que inspiraron, en ejemplar fidelidad a ese carisma, la realización del proyecto del fundador del Opus Dei —que deseaba vivamente esta universidad—, gracias a la laboriosa fidelidad del beato Álvaro del Portillo, su sucesor y primer gran canciller. Entre los muchos aspectos de este patrimonio espiritual quisiera mencionar solo uno que es verdaderamente central: la conciencia de que debemos realizar nuestra labor universitaria teniendo como meta su santificación. Este «caminar juntos» que el papa Francisco ha recomendado reiteradamente es inseparable de la búsqueda de la santidad personal de cada uno, santidad que se realiza a través del cumplimiento de los propios deberes laborales. Se verifica así esa triple dimensión tantas veces subrayada por san Josemaría: santificar el trabajo, santificarse en el trabajo, santificar a los demás con el trabajo.

Con el auspicio de que sepamos encarnar el espíritu sinodal y permanecer siempre operativamente fieles al patrimonio espiritual que sostiene esta universidad, declaro abierto el curso académico 2022-2023.

Romana, n. 75, Julio-Diciembre 2022, p. 208-210.

Enviar a un amigo