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Mensaje del 26 de febrero, con motivo del llamamiento del Papa a pedir por la paz con la oración y el ayuno

Queridísimos: ¡que Jesús me guarde a mis hijas y a mis hijos!

Ante la nueva guerra en Europa, unámonos de todo corazón a la invitación del Papa de responder a la violencia con la oración y el ayuno. Además de la jornada de ayuno por la paz que viviremos el próximo 2 de marzo, sigamos implorando a Dios, muchas veces al día, con confianza de hijos, el don de la paz. La oración y la experiencia del ayuno nos acercan a las personas que están sufriendo privaciones y angustia, y cuyo futuro se hace incierto.

«Bienaventurados los pacíficos, porque serán llamados hijos de Dios» (Mt 5, 9). Es normal que sintamos impotencia para modificar el rumbo de la historia. Pero apoyémonos en la fuerza de la oración. Sin el Señor, todos los esfuerzos por pacificar los corazones son insuficientes. Al mismo tiempo, pensemos que la paz es un continuo quehacer: ser protagonistas de esta bienaventuranza implica operar y promover la paz en la propia familia, en el trabajo, en la vida social, pues Dios desea que cada uno de nosotros sea guardián de nuestros hermanos y hermanas (cfr. Gen 4, 9).

Especialmente en la santa Misa y en nuestra oración a santa María, Reina de la Paz, tengamos muy presentes a todos los que sufren.

Roma, 26 de febrero de 2022

Romana, n. 74, Enero-Junio 2022, p. 63.

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