Viajes pastorales
Covadonga (España), 13 de julio
Monseñor Fernando Ocáriz peregrinó al santuario de Covadonga para participar en el Año Jubilar de la coronación de la Virgen, invitado por el arzobispo de Oviedo, monseñor Jesús Sanz Montes. Durante esta jornada rezó ante la Virgen en la Cueva y concelebró la Eucaristía junto al arzobispo y a don Adolfo Mariño, abad de Covadonga. En la Santa Cueva, corazón del santuario, el arzobispo dio la bienvenida al prelado y dirigió el rezo del Ángelus. Después de agradecer sus palabras, monseñor Ocáriz pidió oraciones por la Iglesia y por las intenciones del Papa Francisco. La Santina, como se conoce popularmente a la Virgen de Covadonga, estrenaba un manto regalado por las familias de la Asociación Cares de Oviedo.
Además del arzobispo Sanz y de monseñor Ocáriz, concelebraron la Eucaristía unos cuarenta sacerdotes, entre otros, el abad, el vicario general de la diócesis Jorge Fernández Sangrador, el vicario regional de la prelatura, Ramón Herrando, varios vicarios episcopales, canónigos de Covadonga y sacerdotes de varios puntos de la diócesis. El Coro Harmonía, de Gijón, acompañó la ceremonia, que concluyó con el himno de Covadonga.
En las palabras de bienvenida el arzobispo manifestó su agradecimiento al trabajo del Opus Dei en la diócesis, que se hace, dijo, «con verdadera disponibilidad y sincera entrega en tantos ámbitos educativos, docentes, apostólicos, familiares, profesionales, en medio de los avatares cotidianos de la vida, santificando el trabajo, como una obra de Dios inacabada que quiere Él confiar a nuestras pequeñas manos».
Durante la homilía, el prelado del Opus Dei destacó su alegría por arrodillarse ante la Santina y animó a rezar por los frutos del próximo sínodo sobre los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, para que muchos sientan la alegría de dedicar su vida a Dios y a los demás.
Monseñor Ocáriz se refirió a la Santina como «omnipotencia suplicante», «mujer del sí», «causa de nuestra alegría» y la «creyente por excelencia», con «una fe que nos empuja a salir al encuentro de los demás», con una alegría que «disfrutan las personas generosas que viven pendientes de las necesidades de los demás».
También dijo que su peregrinación seguía «la huella dejada por tantos peregrinos que a lo largo de los siglos han llegado a buscar consuelo». Citó las visitas ante la Santina de san Juan XXIII y san Juan Pablo II, así como las de san Josemaría, el beato Álvaro del Portillo y monseñor Javier Echevarría, y se refirió también a san Pedro Poveda que, entre los años 1905 y 1913 permaneció en Covadonga, donde dio origen al ideal de la Institución Teresiana.
Covadonga celebra hasta el 8 de septiembre de 2018 el centenario de la Coronación de la Virgen, cuya talla se venera en la Santa Cueva, muy cerca de la basílica inaugurada en 1901. Miles de peregrinos acuden para rezar ante la Santina con la invocación «Madre y Reina», lema de este Jubileo.
Nigeria, del 20 al 26 de julio
Durante estas jornadas en el país africano, el prelado del Opus Dei saludó a numerosos fieles de la prelatura y amigos. La labor apostólica del Opus Dei en Nigeria comenzó en 1965. El anterior prelado, monseñor Javier Echevarría, había estado en este país en 1999.
El día 20, Mons. Fernando Ocáriz se reunió con algunos fieles de la prelatura y compartió con ellos la alegría de visitarles «en una tierra de grandes posibilidades» con la riqueza de sus más de 170 millones de personas. Entre otros temas, les animó a cultivar una profunda amistad amando mucho la libertad de los demás. Una expresión de este amor por la libertad, dijo, es la necesidad de escuchar activamente a los otros.
En el contexto de la preparación para el próximo sínodo de obispos, monseñor Ocáriz recordó que todas las personas tienen vocación, también aquellas que, por el momento, no han alcanzado el don de la fe. «Dios no abandona a nadie», comentó. «La pregunta que hay que hacerse no es tanto si tengo vocación, sino cuál es la llamada que Dios me dirige».
El sábado 21 de julio, el prelado del Opus Dei conversó con algunos fieles de la prelatura y amigos en el Lagoon School Lekkiy en la Lagos Business School. Asistieron personas procedentes de diferentes ciudades como Lagos, Ibadan, Iloti, Nsukka, Enugu, Benin y Abuja.
Ante una pregunta sobre el valor del trabajo en el hogar, Mons. Ocáriz comentó que el ambiente, la belleza y el orden en el hogar facilitan el afecto y el desarrollo. Esta tarea «deja una huella duradera en las personas», y agregó que «el trabajo doméstico es la columna vertebral del ambiente familiar en el Opus Dei».
Ante las dificultades económicas que atraviesa el país, situación que lleva a mucha gente a emigrar, el prelado aconsejó trabajar por el bien común y cada día mejor. Señaló también que cada país tiene sus propios desafíos y a buscar soluciones ante este drama.
A lo largo del día, el prelado recibió a varias familias. Algunas habían viajado de ciudades lejanas como Benin City.
El domingo 22 de julio, Mons. Ocáriz saludó a los responsables de algunas iniciativas educativas, como Whitesands School e Ikota Educational Foundation. A continuación, tuvo una tertulia con fieles de la prelatura en la Lagos Business School. Con vistas al próximo sínodo sobre vocación y discernimiento, una de las preguntas fue cómo ayudar a los padres a comprender la vocación de sus hijos. El prelado puso al apóstol san Juan como ejemplo, explicando que los jóvenes pueden contar con suficiente madurez sobrenatural y humana para comprometerse. La madurez no depende de la edad, sino que nace de estar cerca de Dios.
En un encuentro con chicas jóvenes, celebrado en Lagoon School, el prelado les animó a querer identificarse con Cristo y convertirse en apóstoles. «No seguimos solamente una bella doctrina o un ideal, sino a una Persona que está muy cerca de nosotros en la Sagrada Eucaristía». A lo largo de los distintos encuentros, pidió a todos los presentes que rezaran con frecuencia por el Papa y por la Iglesia, especialmente en la Misa.
El lunes 23 de julio Mons. Ocáriz visitó el campus de la Pan-Atlantic University. Allí bendijo una nueva ermita dedicada a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro y animó a los presentes a tener gran devoción a la Virgen presentándole sus necesidades.
El prelado recorrió las instalaciones universitarias y se reunió con los responsables del centro académico. «Cuando las personas se forman humana, profesional y espiritualmente; cuando se les enseña a preocuparse por los problemas de la sociedad, a trabajar y a pensar, eso repercute en los diferentes aspectos de su vida y contribuye al bien común», señaló.
Antes de salir del campus, visitó el Eleko University Center, una residencia para varones y bendijo la residencia universitaria para mujeres Aster Hall, que todavía está en construcción. Como recuerdo de su visita, plantó un árbol en ambos lugares.
Su siguiente destino fue Iroto Conference Center, en el Estado de Ogun. Personas de los pueblos vecinos le dieron la bienvenida, bailando y cantando al son de Ekabo, que significa «los Yoruba te dan la bienvenida».
El sexto día de su viaje pastoral, Mons. Fernando Ocáriz se desplazó a Enugu. Allí se reunió con un grupo de sacerdotes diocesanos y seminaristas, con los que habló de la belleza de la vocación sacerdotal y de la responsabilidad ante la misión que Dios les ha confiado.
A continuación, se desplazó al Niger Foundation Hospital (NFH), un centro sanitario que cuenta con la atención espiritual de sacerdotes del Opus Dei. Más tarde el prelado tuvo dos encuentros con fieles del Opus Dei en el centro de conferencias The Base.
El 25 de julio monseñor Ocáriz visitó el Institute for Industrial Technology (IIT), una labor social que proporciona conocimientos técnicos a jóvenes con dificultades de acceso a la educación. El IIT nació en 2002 con motivo del centenario del nacimiento de san Josemaría.
A continuación monseñor Ocáriz acudió a rezar al cementerio de Ikoyi, donde están enterrados algunos fieles de la prelatura.
El 26 de julio fue el último día del viaje pastoral a Nigeria. Por la mañana fue recibido por el arzobispo de Lagos, monseñor Alfred Adewale Martins. De camino, el prelado se detuvo en la catedral católica de Lagos, y ahí rezó unos momentos ante el Santísimo Sacramento.
Ya por la tarde, tuvo lugar un último encuentro con algunos fieles de la prelatura. Uno de los asistentes le preguntó cuál era el mensaje que les querría dejar después de su estancia en el país. Monseñor Ocáriz les propuso tres ideas: la necesidad de hacer de Jesucristo el centro de la propia vida interior, el cuidado de la caridad fraterna que se manifiesta en la unidad con los demás y el valor de la libertad. Al final del encuentro, impartió la bendición a todos los presentes.
Argentina, del 2 al 8 de agosto
En la mañana del 3 de agosto Mons. Ocáriz llegó a Argentina en vuelo desde Madrid. Le recibió el padre Víctor Urrestarazu, vicario regional, junto a algunas familias y otros amigos. En el centro de conferencias de La Chacra lo esperaban algunos de los primeros miembros de la Obra en Argentina.
En el Centro de Estudio y Trabajo La Chacra tuvo un encuentro con universitarias de Venezuela, Bolivia, Paraguay y de distintas ciudades de Argentina. El prelado del Opus Dei, entre otros temas, invitó a todas a rezar por la situación de Venezuela y Nicaragua, secundando al Papa Francisco.
El 4 de agosto mantuvo diversos encuentros en el auditorio Parque Norte con fieles y amigos del Opus Dei. En diferentes ocasiones se habló sobre la familia. A partir de una pregunta, Mons. Fernando Ocáriz recomendó empezar a sonreír en la puerta de casa antes de entrar. «Aunque estés solo. A veces sonreír cuesta esfuerzo, por una preocupación o cansancio. Puedes llegar agotado y quizá no tienes fuerza para decir grandes cosas, pero si sonríes, ya eso ayuda. No solo ayuda a tu mujer o a tus hijos, sino a ti mismo».
Por la tarde, el prelado volvió a Parque Norte para conversar con fieles de la Obra y cooperadoras. En las reflexiones iniciales, animó a rezar mucho por el Papa, «y no solo porque sea argentino», dijo con cierta nota de humor, «sino porque es el Papa, el Vicario de Cristo para toda la Iglesia. Y porque lo necesita y lo pide, ya que tiene gran fe en la eficacia de la oración de todos y de todas».
Recordando una pregunta que hicieron a san Josemaría en 1974, una de las asistentes le pidió que dejara un mensaje para todos los argentinos. Haciéndose eco de la respuesta del fundador del Opus Dei, su sucesor dijo: «Que os queráis, que os comprendáis, que os sepáis perdonar si es necesario. No es una cuestión de sentimentalismo, sino de una verdadera preocupación por los demás. ¿Y cómo es posible eso? Desde Jesucristo, viendo a Jesús en los demás».
El domingo 5 de agosto fue un día de encuentros con jóvenes. Comenzó a media mañana en el Colegio El Buen Ayre, donde le esperaban centenares de chicas de diversas provincias argentinas y de otros países. Ante una pregunta sobre la tentación del activismo en la vida de piedad, el prelado sugirió «mirar a Jesús en el sagrario. Mirarle con una mirada de fe, de saber que está ahí para ti. Dedicar parte del rato de oración a no decir nada: escuchar mirando».
Por la tarde, promotores de iniciativas dedicadas a la formación y acompañamiento de familias conversaron con el prelado, quien les alentó a continuar con esta importante misión.
Más adelante, estuvo con un grupo numeroso de chicos. Uno de los presentes preguntó cómo concretar la invitación del Papa Francisco para encontrar a Jesús en los amigos, compañeros y, especialmente, en las personas más necesitadas. El prelado lo invitó a tener siempre una «actitud interior de apertura a las necesidades de los demás». Recordó que el Papa le había pedido en una audiencia que «el Opus Dei debía desarrollar una labor evangelizadora especialmente en las periferias de las clases medias». Y explicó: «hay una periferia material, y también una espiritual. A la gente necesitada materialmente hay que ayudarla todo lo posible y aprender de ella».
El 6 de agosto Mons. Ocáriz visitó al cardenal Poli en la curia porteña y luego se dirigió a Barracas, para saludar a las comunidades educativas de los colegios Cruz del Sur y Buen Consejo y de la Asociación de Emprendimientos Sociales, Educativos y de la Salud. Estos colegios desarrollan un proyecto educativo de inclusión, en permanente contacto con las familias. El Buen Consejo cumplió recientemente 100 años y con esa ocasión el Papa Francisco envió una carta de felicitaciones a través del capellán, el padre Pedro Velasco Suárez. Hace años, el entonces cardenal Bergoglio bendijo una imagen de María Santísima, que las alumnas entregaron al prelado. Luego, Mons. Ocáriz les entregó una reliquia de san Josemaría para poner en la capilla.
Por la tarde, se acercó a la nunciatura para un encuentro con Mons. Léon Kalenga Badikebele, llegado al país en junio pasado.
Finalmente, celebró la Eucaristía junto con otros sacerdotes en la fiesta de la Transfiguración, en la parroquia San Benito de Palermo.
El 7 de agosto, Mons. Fernando Ocáriz visitó la Universidad Austral. Recorrió el hospital, el edificio de grado y, finalmente, la escuela de negocios. Allí compartió un breve encuentro con todas las unidades académicas de la universidad.
Al acabar la visita, el prelado del Opus Dei recibió el diploma de Rector Honorario de la Universidad Austral, título que le había otorgado el Consejo superior en marzo de 2017.
Al atardecer, unas 20 familias de Buenos Aires tuvieron ocasión de compartir unos momentos con monseñor Ocáriz en La Chacra.
En su último día en Argentina, el 8 de agosto, el prelado se despidió de la Virgen de Luján, como había hecho san Josemaría 44 años antes. Antes de su paso por la basílica, saludó a un grupo de mujeres que lleva adelante los Talleres Marangatú, una iniciativa para favorecer el desarrollo integral de la mujer y la familia.
También saludó a las autoridades de la Fundación Marzano, institución que desde 1974 promueve el desarrollo rural y la inclusión social en diversas escuelas. Les felicitó por el nuevo proyecto lanzado en Luján: el centro de formación «Los Aromos».
Ya en la Basílica de Nuestra Señora de Luján oró unos minutos y rezó una salve ante la imagen de la Virgen. Luego, Mons. Ocáriz se dirigió a una de las capillas laterales donde en 2009 se instaló una imagen de san Josemaría.
En el libro de firmas de la basílica, el prelado escribió: «Con la alegría de haber rezado en este santo lugar a la Santísima Virgen de Luján, siguiendo los pasos de san Josemaría, pongo mis intenciones ante la intercesión de María, pidiendo por toda la Nación Argentina».
Bolivia, del 8 al 13 de agosto
El prelado del Opus Dei pisó tierra boliviana el 8 de agosto por la tarde. Llegó al aeropuerto de El Alto, a 4.000 metros de altura, a última hora del día, y pudo saludar al padre Marcelo Rojo, vicario de la Obra en ese país y a algunos fieles del Opus Dei. Luego viajó a Río Abajo, un centro de encuentros en el que se alojó durante su viaje pastoral. El prelado agradeció especialmente el trabajo de las personas que atienden los servicios del centro y las animó a todas a promover el trato con Dios, sin pensar en las dificultades.
Por la tarde, estuvo en Río Abajo con el arzobispo de La Paz, Mons. Edmundo Abastoflor; el obispo auxiliar y secretario de la Conferencia Episcopal, Mons. Aurelio Pesoa; y el obispo castrense, Mons. Fernando Bascopé. Al finalizar, se tomaron una fotografía.
El prelado charló con un grupo de estudiantes de La Paz, Cochabamba y Santa Cruz que contaron anécdotas e hicieron varias preguntas: relación entre ciencia y fe, compromiso por sacar adelante el país, sinceridad para aprovechar el tiempo, generosidad para ayudar a los demás… Cuando empezaba a anochecer, llegaron varias familias que venían a saludarle.
El 11 de agosto tuvo varias tertulias. En la primera, Mons. Ocáriz comentó el Evangelio del día: «La fe traslada montañas; nada es imposible para quien tiene fe. Por eso, tenemos que ser personas de mucha fe, de mucha confianza en el Señor. Confianza en que Dios nos ha elegido como somos». Concluyó diciendo: «Esto también tiene como consecuencia que tenemos que estar muy contentos siempre, a pesar de las dificultades».
Al mediodía el prelado estuvo en La Casita. A las cuatro, comenzó una reunión con chicas jóvenes. En el jardín bailaron una cueca boliviana, vestidas con los trajes típicos de La Paz, Cochabamba, Potosí, Tarija y Chuquisaca.
El encuentro de la tarde en Río Abajo comenzó con una bienvenida en quechua, recordando los 40 años del comienzo de la labor apostólica de la Obra en Bolivia.
Ante diversas preguntas, el prelado repitió: «Para todo, lo primero, la oración». Y glosando esta idea, destacó que «no estamos siguiendo un esquema de vida, estamos siguiendo a Alguien, a Jesús». Finalmente, como otras veces en este viaje pastoral, remarcó la importancia del apostolado de la familia para la Iglesia.
El 12 de agosto acudió a algunos centros y a distintas iniciativas educativas y sociales promovidas por fieles de la Obra, cooperadores y amigos.
Por la mañana, lo esperaban en el club Hontanar un grupo de chicas que frecuentan las actividades de este centro de formación. A continuación se desplazó al colegio Horizontes, donde tuvo un breve encuentro con profesoras y personal administrativo. Mons. Fernando Ocáriz les recordó la importancia de la labor formativa y de promoción humana y cristiana que realizan allí.
La mañana concluyó con la concelebración Eucarística del domingo en el polideportivo del colegio Cumbre. Previamente se había reunido con todos los empleados. Varias familias realizaron las lecturas y participaron en el coro, las intenciones y las ofrendas. En la homilía, siguiendo el Evangelio del día, indicó que en la Eucaristía encontramos la fuerza para santificar la vida ordinaria.
Almorzó en el club Huayna y dio una breve sesión, en la que participaron también unos chicos peruanos que habían estado en Juli realizando tareas solidarias. Posteriormente, se dirigió al CEFIM, instituto de gastronomía que capacita a mujeres para mejorar sus oportunidades laborales.
En el CEFIM, el prelado conversó con las directivas, profesoras, alumnas y otras personas que colaboran con este proyecto, y conoció con detalle las instalaciones. Al recorrer el edificio, tuvo encuentros con las alumnas y varias le pidieron la bendición de las manos, su «instrumento» de trabajo. En Illawa, la residencia aneja al CEFIM, lo esperaban las residentes.
De allí se dirigió a Thaki, donde pudieron saludarle muchas familias y un grupo de cooperadoras de Cochabamba. Hubo fotos, preguntas y pedidos de oraciones por intenciones particulares.
El día terminó en Río Abajo y un último encuentro en La Casita. El prelado agradeció todos los detalles y cuidados de estos días.
El último tramo de la estadía de Mons. Ocáriz en Bolivia tuvo lugar en Santa Cruz, con dos encuentros en una sala del aeropuerto —por la suspensión de un vuelo no pudo visitar los centros de esa ciudad—, con las personas de la Obra y otros amigos. El prelado explicó que «el apostolado es querer a la gente». Le preguntaron por temas de familia y promoción social, oración y educación de los hijos. No faltó el regalo de un sombrero camba, abrazos y bendiciones.
Paraguay, 13 al 16 de agosto
Mons. Fernando Ocáriz aterrizó en Asunción el 13 de agosto. Varias familias le esperaban en la sala de recepciones del aeropuerto. Después, el prelado se desplazó a La Cumbrera, la casa de actividades donde se alojará en Paraguay. Saludó a un grupo de mujeres que lo recibieron con un fuerte aplauso y con el típico saludo local «Mbaéichapa Padre» —¡Cómo está, Padre!—.
El 14 de agosto el prelado fue a conocer las instalaciones de la nueva sede del colegio Buenafuente. Al mediodía, recibió a varias familias de Encarnación, Ciudad del Este y Asunción. Después del almuerzo, se dirigió a la Casa Colonial para tener una tertulia con mujeres de la Obra procedentes de diversas ciudades: Asunción, Ciudad del Este y Encarnación. Además, había un pequeño grupo de Posadas (Argentina) y de Montevideo (Uruguay). Más tarde, regresó a La Cumbrera para saludar a más familias y, luego, reunirse con estudiantes.
La visita al colegio Laguna Grande tuvo un momento especial: le regalaron una camiseta y le dieron a tomar tereré —bebida tradicional del país— con la misma guampa que había tomado el Papa Francisco.
A las 19 horas, la Parroquia San Cristóbal desbordaba de gente, por la doble alegría de festejar la fiesta de la Asunción, patrona de la ciudad, y participar de la concelebración Eucarística presidida por Mons. Ocáriz, acompañado de los presbíteros Víctor Urrestarazu, Andrej Rant, Jorge Gisbert, Luis Aguirre, Federico Mernes y Juan Carlos Alegre.
Entre las intenciones de la Misa, se rezó por Mons. Rogelio Livieres, en el tercer aniversario de su fallecimiento, primer sacerdote de la Obra de origen paraguayo y obispo emérito de Ciudad del Este.
En la homilía, destacó la relación entre la fiesta de la Asunción y la historia de la ciudad, y dijo que «la Asunción hace que la Virgen esté más cerca de nosotros, la hace de tal manera unida a Dios que es capaz de escucharnos y estar presente con cada una y cada uno de nosotros». Finalmente, recordó la importancia del servicio: «En el Evangelio que acabamos de escuchar, lo primero que hace es pensar en su prima, ponerse en camino con prontitud, con prisa, para quedarse meses ayudándola».
A última hora, compartió la cena con sacerdotes socios de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz.
El 15 de agosto el prelado celebró la Misa de la Asunción de la Virgen en el oratorio de La Cumbrera. Era el 47° aniversario de su ordenación sacerdotal.
Mediada la mañana, hubo una primera tertulia para mujeres en el centro de convenciones Mariscal López. A raíz de las preguntas, Mons. Ocáriz fue tratando diversos temas: desde el amor y la fidelidad en el matrimonio, hasta el orden y la diligencia. Una de las primeras mujeres que llegó al Paraguay a iniciar la labor de la Obra, le entregó, en representación de todos, un cáliz de orfebrería típica paraguaya.
Más tarde Mons. Ocáriz visitó el Colegio Las Almenas para bendecir el nuevo oratorio. Saludó a la directora del colegio, autoridades y familias fundadoras. Luego, descubrió una placa conmemorativa que recuerda que este oratorio, dedicado a la Sagrada Familia, fue construido con el trabajo de las familias y antiguas alumnas del colegio.
El día 16, Mons. Fernando Ocáriz comenzó su último día en Paraguay predicando en el oratorio de La Cumbrera a un grupo de fieles de la prelatura. Les habló de fraternidad, de saber perdonar, de servicio. Citó, entre otras, aquella enseñanza de san Josemaría de que «la caridad, más que en dar, está en comprender» y les animó a estar pendientes de las necesidades de los demás.
Luego acudió a la nunciatura apostólica para visitar a Mons. Eliseo Ariotti, nuncio en Paraguay. Fue un encuentro cordial, al que siguió una visita al arzobispo de Asunción, Mons. Edmundo Valenzuela, en la sede del arzobispado, ubicado frente a la catedral metropolitana. Recordaron, entre otras cosas, la reciente beatificación de «Chiquitunga», la primera beata paraguaya, cuya devoción popular está ampliamente extendida.
Posteriormente, el prelado del Opus Dei visitó el colegio Campoalto, una labor educativa de inspirada en las enseñanzas de san Josemaría.
Tras saludar a un grupo de mamás allí presente, se dirigió al centro del patio, donde le rodearon centenares de alumnos. Mons. Ocáriz agradeció que lo hubieran recibido en el colegio y les alentó a ser buenos estudiantes, buenos amigos y a buscar cada vez más el trato con Jesucristo. A mediodía recibió a familias en el centro cultural Villa Morra.
Jornada Mariana de la Familia, Torreciudad (España), 1 de septiembre
El prelado del Opus Dei presidió la 28ª edición de la Jornada Mariana de la Familia en el santuario de Torreciudad, en la que participaron cerca de 16.000 personas procedentes de todos los puntos de España.
Monseñor Ocáriz concelebró la Eucarístía, en la que puso a los pies de Santa María las peticiones de las familias ante el nuevo curso. Con palabras del Papa Francisco, señaló que «muchas familias, que están lejos de considerarse perfectas, viven en el amor, realizan su vocación y siguen adelante, aunque caigan muchas veces a lo largo del camino».
También exhortó a las familias a ser conscientes del gran bien que hacen cuando se esfuerzan en ser una escuela de comunión, de perdón, de solidaridad, «a través de pequeños gestos de bondad», como había dicho el Papa en el Encuentro Mundial de las Familias, celebrado entonces recientemente en Dublín. Esto es aplicable en cada hogar: en los retos derivados de la escasez de recursos, en la educación de los hijos, en la conciliación... «Dios dará la fuerza para convertirlos en ocasiones de crecer como familia, en hacer que esos pequeños o grandes dramas, al final, también la unan más, porque se lleven entre todos con amor». Dirigiéndose a los padres que llenaban la explanada, monseñor Ocáriz dijo que «no es necesario esperar a que todo en la propia casa marche a la perfección» y pidió «caminar juntos, compartir esta visión alegre y esperanzada de la familia».
La jornada contó con la colaboración de 200 voluntarios, las comarcas de Ribagorza, Sobrarbe, Somontano y Cinca Medio, Guardia Civil y Turismo de Aragón. Entre las autoridades locales, Ángel Vidal, alcalde de Secastilla, expresó su satisfacción porque «ha sido un éxito de convocatoria y de apoyo de entidades, con la coincidencia de la Romería de la Ribagorza». Por su parte, Laura Puyal, alcaldesa de El Grado, señaló su alegría por «compartir esta fiesta, que es una apuesta por la familia con valores como patrimonio de la humanidad, que ayuda tanto a superar el individualismo. Además, supone una gran promoción de la comarca y de nuestros pueblos».
Campus Bio-Médico, Roma (Italia), 3 de octubre
Con motivo del 90 aniversario de la fundación del Opus Dei, Monseñor Fernando Ocáriz visitó el Campus Bio-Médico de Roma y mantuvo un encuentro con el personal del centro. Médicos, enfermeras, personal administrativo y profesores, dialogaron con Mons. Ocáriz sobre distintos temas, como el sentido del sufrimiento o el conflicto que puede existir entre la vida familiar y la dedicación profesional.
El encuentro con el personal del centro vino precedido por el saludo al prelado del presidente del Campus Bio-Médico, Felice Barela y del rector Rafael Calabrò. El presidente rememoró la homilía del beato Álvaro del Portillo durante la Misa inaugural del Campus, subrayando el deseo de retornar «a las raíces» de esta iniciativa, que nació bajo el impulso del primer sucesor de san Josemaría. Por su parte, el rector se refirió a las preguntas que a continuación dirigirían al prelado en el contexto de «una familia que quiere mirar al futuro junto al padre», y recordó que el principal objetivo de la formación que se imparte en Campus Bio-Médico es hacer crecer a «expertos en humanidad», según la conocida expresión de san Juan Pablo II.
Partiendo del recuerdo de Mons. Javier Echevarría, que pasó los últimos días de su vida terrena en el Campus Bio-Médico, el prelado aludió a algunos elementos de la misión de la universidad: «un lugar donde la cultura sea un servicio a la persona y no un pretexto de autoafirmación o de ejercicio de poder» y donde «progreso científico y progreso humano puedan crecer uno al lado del otro sin disociaciones perniciosas».
Hablando de la rutina del trabajo profesional, el prelado invitó a cultivar el optimismo, no como un sentimiento abstracto, sino basándolo «en frutos menudos y concretos que reconocéis en el trabajo cotidiano: la satisfacción que, como estudiantes, notáis al terminar una clase que os abre nuevos horizontes o la que, como profesores, advertís cuando comprobáis que los conocimientos transmitidos han sido bien entendidos». Mons. Ocáriz completó su saludo deseando que «en la Universidad Campus Bio-Médico de Roma, ciencia y servicio, competencia y generosidad, fe y geometría, puedan caminar juntos» y recordando que, como decía san Josemaría, «es el amor el que convierte en grandes las cosas pequeñas».
Mons. Fernando Ocáriz respondió a algunas preguntas. Varias se referían al contexto propio de un hospital: ¿cómo transmitir las malas noticias a los familiares de los pacientes? El prelado respondió subrayando que un modo de hacerlo es «amar a las personas» a las que tenemos que transmitir este tipo de noticias, tratando de «actualizar el amor y el afecto por ellas, confiándose al Señor». Todo esto sabiendo que se corre el riesgo de «herir con las propias palabras», también cuando se desea el verdadero bien del otro.
Otras preguntas se referían a la dificultad de vivir divididos entre trabajo y familia, a menudo con ritmos complicados. El consejo de Mons. Ocáriz fue doble: por una parte es necesario cultivar un orden en el cual «la familia esté antes que el trabajo» y, por otra, «intentar no ponerse nerviosos si al llegar al final del día no hemos alcanzado todas las tareas» que nos habíamos propuesto.
Granada (España), del 23 al 26 de noviembre
Mons. Fernando Ocáriz aterrizó el día 23 en el aeropuerto Federico García Lorca. A pocos metros de la pista de aterrizaje, le esperaban algunas familias que le obsequiaron con un ramo de rosas.
El primer hito del prelado en suelo granadino fue la Basílica de Nuestra Señora de las Angustias, patrona de Granada. El párroco del templo, el padre Blas Gordo, le mostró el camarín de la Virgen. Mons. Ocáriz siguió así los pasos de san Josemaría en sus estancias en Granada y los de su predecesor, Mons. Javier Echevarría, en 1996 y 2002.
El sábado 24, las nubes habían desaparecido del cielo de Granada, y el sol iluminaba los perfiles de la Alhambra recortados sobre Sierra Nevada. Con ese paisaje de fondo el prelado del Opus Dei se dirigió al colegio Monaita - Mulhacén para tener varios encuentros con familias y personas de la Obra provenientes de Granada, Málaga, Almería, Jaén y Melilla.
Antes del encuentro de la mañana, Mons. Fernando Ocáriz saludó a los directivos de Attendis, empresa educativa que dirige 21 centros de enseñanza en Andalucía y Extremadura. Estos colegios promueven una estrecha colaboración entre el profesorado y los padres, inspirados en el mensaje de san Josemaría. Sandra Pérez, la directora general, le entregó como recuerdo una placa. A continuación saludó a las personas que trabajan en la limpieza y en la cocina, asegurando que su tarea tiene una importancia formativa directísima, «tanto o más que la de los profesores».
Por la mañana, Mons. Fernando Ocáriz mantuvo un primer encuentro en el pabellón deportivo de Monaita - Mulhacén. Al comenzar recordó los viajes que hizo a Granada con Mons. Javier Echevarría, y animó a los asistentes a estar disponibles para cumplir la voluntad de Dios, abiertos a todas las personas, con visión universal, poniendo como ejemplo la vida de Guadalupe Ortiz de Landázuri, una mujer del Opus Dei que sería beatificada el 18 de mayo. También pidió oraciones por el Papa.
El prelado del Opus Dei mantuvo además un encuentro con sacerdotes diocesanos que participan en las actividades desarrolladas por la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz en el área oriental de Andalucía.
Por la tarde, tuvo lugar otro encuentro en Monaita - Mulhacén con personas llegadas desde las cuatro provincias de Andalucía oriental y la ciudad de Melilla. El prelado les recordó que la santidad es el proyecto de Dios para cada uno, y que no se trata de una perfección material, de no tener defectos, sino de la plenitud del amor, que lleva a darse a los demás y al Señor.
Volvió a poner el ejemplo de Guadalupe Ortiz de Landázuri, recordando su disponibilidad para «estar a lo que Dios quiera», desde marchar a México hasta vivir en Roma o dedicarse a la administración de los centros del Opus Dei. «Hay que reconquistar la libertad», animó a los presentes, explicando que esto es posible haciendo todo «porque nos da la gana, poniendo amor a Dios. Al sentirnos libres y actuar por amor es cuando realmente estamos contentos».
Ante una pregunta sobre cómo encontrar a Dios en medio de las redes sociales e internet, monseñor Ocariz recordó que san Josemaría descubrió la hondura de la presencia de Dios en medio de la ciudad, en un tranvía, e invitó a cuidar algunos momentos de encuentro con Dios a lo largo de la jornada, como radiadores para caldear su presencia de Dios, y muy especialmente la Misa.
El día 25 coincidió con la celebración de la festividad de Cristo Rey, y el prelado recordó ante varios grupos de jóvenes que Cristo reina respetando la libertad de cada persona.
A media mañana, acudió al Centro de Formación Profesional El Soto, ubicado en la población de Chauchina, en plena vega de Granada. El centro imparte ciclos formativos de grado medio y superior, con una experiencia de más de 40 años.
Esta escuela nació como asociación de familias, con objeto de contribuir a la mejora del medio rural. Mons. Ocáriz agradeció su trabajo, que contribuye a hacer realidad un sueño de san Josemaría: poner a Cristo en la cumbre de todas las actividades humanas, y recordó que la agricultura es una actividad básica para la sociedad, y que ahí se puede encontrar la alegría del Evangelio.
Romana, n. 67, julio-diciembre 2018, p. 247-259.