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Documental “Ernesto Cofiño, todos pueden ser santos”

Ernesto Cofiño — Todos pueden ser santos es un documental de Dígito Identidad realizado con motivo del 25 aniversario del tránsito al Cielo del siervo de Dios Ernesto Cofiño Ubico. A lo largo de 26 minutos, el reportaje presenta la vida del doctor Cofiño apoyándose en documentos históricos y en los testimonios y recuerdos de familiares, compañeros de trabajo, discípulos y amigos del siervo de Dios. El trabajo, dirigido por el argentino Juan Martín Ezratty, se estrenó el 26 de octubre en el Centro Universitario Ciudad Vieja (Guatemala) y, al día siguiente, en el auditórium del Centro Universitario Balanyá. A partir de esa fecha el documental se presentó en numerosos lugares, tanto de Ciudad de Guatemala como del interior del país, y se retransmitió en un canal de la televisión nacional.

El Dr. Ernesto Cofiño Unico nació en Guatemala el 5 de junio de 1899. Partió joven a París (Francia) para estudiar Medicina. Obtuvo el título de médico cirujano (1929) y la especialización en Pediatría. De vuelta en Guatemala, contrajo matrimonio (1933) con Clemencia Samayoa, con quien tuvo cinco hijos.

Se dedicó a la Medicina con un espíritu de servicio que le llevaba a interesarse por las situaciones y los problemas personales —no sólo físicos o médicos— de sus pacientes y sus familias. Se incorporó a la Universidad de San Carlos y fundó la cátedra de Pediatría de esa universidad. Además, como se recuerda en el documental, fue Jefe de Medicina de Niños en el Hospital General San Juan de Dios (1939), creó el Sanatorio Antituberculoso Infantil (1942), la Unidad Asistencial de San Juan Sacatepéquez (1946), fue director del Centro Educativo Asistencial (antiguo Hospicio Nacional) de 1951 a 1955, director médico de la Sociedad Protectora del Niño (1940-1946) y de la Lucha Nacional contra la Tuberculosis (1945-1946). En reconocimiento a sus méritos personales, académicos y profesionales, la Universidad de San Carlos le otorgó la Medalla Universitaria en 1969.

En 1956 se incorporó al Opus Dei. A partir de esa fecha, intensificó su trato diario con Dios. Tenía una especial devoción por el rezo diario del Santo Rosario, del que era gran difusor; se aplicó también al estudio y la formación doctrinal-religiosa.

Con sentido sobrenatural y hondo sentido humano fomentó y defendió el derecho y el amor a la vida, propiciando iniciativas y realizando él mismo muchas de ellas, con gran caridad, en beneficio de futuras madres, de niños y niñas de la calle, de huérfanos, y ofreciendo soluciones a los problemas públicos.

Murió, a causa de un cáncer, el 17 de octubre de 1991, después de una enfermedad larga y dolorosa llevada con fortaleza. La devoción privada al Dr. Cofiño se ha extendido entre miles de personas, que acuden a su intercesión para pedir la ayuda de Dios en sus necesidades materiales y espirituales; con mucha frecuencia se le confían las cuestiones de salud.

Romana, n. 63, Julio-Diciembre 2016, p. 364-365.

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