Romana

En enero de 2008, durante las vacaciones escolares, un grupo de estudiantes de varios Centros Universitarios de Brasil, han participado de una iniciativa de voluntariado en Amajarí, en el estado brasileño de Roraima, en plena selva amazónica.

De los veintiséis estados de Brasil, Roraima es el que está situado más al norte y es el más aislado. Es también uno de los más pobres, pues una buena parte de la población carece de los servicios más elementales.

El proyecto Amajarí 2008 ha sido una iniciativa de varios centros universitarios de São Paulo, Ribeirão Preto y Rio de Janeiro. Tenía como objetivo llevar atención espiritual, médica y odontológica a una pequeña comunidad del municipio de Amajarí y efectuar reformas de albañilería en la pequeña capilla, que se encontraba muy deteriorada.

Durante seis meses, muchos estudiantes han ayudado en la logística: enviar varias toneladas de material de construcción donado por benefactores; obtener donaciones de equipamiento médico y odontológico; planear la reforma de la capilla, etc.

Desde el primer día empezaron los trabajos de atención médica y de educación odontológica. En aquella comunidad, el último dentista había pasado hacía un año; y el último médico, hacía cuatro. Se hicieron más de 300 visitas ordinarias, además de atender dos casos de urgencia.

La atención sacerdotal también fue muy importante para la población local. La diócesis de Roraima, que tiene una extensión superior a la de Francia, cuenta con sólo doce sacerdotes y, muchas personas pasan meses, e incluso años, sin poder recibir los sacramentos. El sacerdote que acompañaba a los voluntarios dedicó muchas horas a la catequesis y a la administración de los Sacramentos. Además, visitó a todas las familias de la comunidad y celebró diariamente la Santa Misa.

Los voluntarios también efectuaron reparaciones en la capilla, instalaron un centro comunitario con una pequeña biblioteca y construyeron una casita para el sacerdote que atiende periódicamente a la comunidad.

Cuando regresaron a sus ciudades los voluntarios, además del natural cansancio llevaban consigo una vivencia sin duda enriquecedora. Algunos, apartados de la fe o de la práctica religiosa habían decidido, además, reiniciar su vida cristiana.