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Saludo del vicario general

«En la fiesta de la Virgen de Guadalupe, el pasado 12 de diciembre, Dios Nuestro Señor quiso llamar a su presencia a su fiel servidor Javier Echevarría, obispo, prelado del Opus Dei. Un hombre de corazón grande, que había aprendido de nuestro fundador a amar al mundo apasionadamente. Él, con paternal y generoso testimonio de vida sacerdotal y episcopal, a ejemplo de san Josemaría Escrivá y del beato Álvaro del Portillo —a quien sucedió al frente de este pusillus grex de la Obra—, entregó su vida en un constante servicio de amor a la Iglesia y a las almas, en medio de la sencillez de su vida cotidiana.

Ante sus restos mortales, expuestos en esta iglesia prelaticia de Santa María de la Paz, se recogieron en oración un gran número de fieles que daban gracias a Dios por esta vida de servicio: primero junto a san Josemaría y al beato Álvaro y, luego, en los 22 años que estuvo al frente del Opus Dei. En todos esos años siguió el ejemplo del Señor, que no vino «a ser servido, sino a servir» (Mt 20,28).

Confortados —en medio del dolor— por la certeza sobrenatural de que Dios custodia a quienes le aman (cfr. Rm 8,28), el día 14 de diciembre de 2016 depositamos el cuerpo de su siervo Javier al pie del altar de la cripta de esta iglesia prelaticia, junto a los sagrados restos del beato Álvaro del Portillo.

Convocado y celebrado el Congreso general electivo, según las normas de nuestro derecho particular, el día 23 de enero de 2017 fue elegido para el cargo de prelado del Opus Dei el Rev. Mons. Fernando Ocáriz, siendo confirmada su elección por el Santo Padre Francisco el mismo día.

Hoy, 27 de enero de 2017, al celebrar la entrada solemne en la iglesia prelaticia de nuestro prelado Fernando, elevamos nuestros corazones en agradecimiento a Dios Padre, Omnipotente y Misericordioso, de quien procede toda paternidad en los Cielos y en la tierra; a Dios Hijo, Nuestro Señor Jesucristo que, antes de entregar su vida en la Cruz, reveló que no dejaría huérfanos a sus discípulos (cfr. Jn 14,18); y a Dios Espíritu Santo, vínculo de unidad y amor subsistente del Padre y del Hijo, por habernos concedido en la tierra un padre y prelado que cuide y gobierne esta familia del Opus Dei, guiándolo fielmente como buen pastor por el camino de santidad que la Trinidad Beatísima ha querido establecer en su Iglesia a través de san Josemaría.

Ahora, bajo el impulso de la gracia divina, renovamos en nuestras almas la firme determinación de ser fieles a nuestra vocación específica, permaneciendo «consummati in unum» (Jn 17,23) con el Padre, con nuestros hermanos esparcidos por el mundo entero, con el afán de llevar todas las almas, en unión con Pedro, a Jesús por María.

Y para que nuestro deseo sea agradable a la Trinidad Beatístima, acudimos a la intercesión poderosa de quien es Madre de Dios y Madre nuestra: Santa María, Reina del Opus Dei; de san José, nuestro padre y señor; de nuestros patronos e intercesores, de san Josemaría —nuestro amadísimo fundador— y del beato Álvaro».

Romana, n. 64, Enero-Junio 2017, p. 22-23.

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