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Palabras del prelado a los fieles del Opus Dei con motivo de la beatificación

El 22 de enero, con ocasión del anuncio de la fecha y el lugar de la beatificación de Mons. Álvaro del Portillo, Mons. Echevarría dirigió estas líneas de acción de gracias:

Queridísimos: ¡que Jesús me guarde a mis hijas y a mis hijos!

Con gran agradecimiento a Dios, os comunico que ayer tarde, poco después de regresar de la India, recibí la confirmación de que el Santo Padre Francisco ha concedido, acogiendo la petición que le dirigí —con motivo del elevadísimo número de personas que deseaban acudir a la beatificación del queridísimo venerable don Álvaro—, que esa ceremonia tenga lugar en Madrid, el 27 de septiembre de 2014. Se da además la circunstancia de que este año, en el que se cumplirá ese acto en esa ciudad, coincide con el centenario de su nacimiento, que ocurrió precisamente en la capital de España el 11 de marzo de 1914. Por otro lado, según la praxis vigente desde el 20 de septiembre de 2005 —Benedicto XVI estableció que el Papa sólo presidiera la ceremonia de las canonizaciones—, la beatificación será celebrada por el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el cardenal Angelo Amato.

Aunque más adelante se concretarán otros detalles sobre los distintos actos en Madrid y en Roma, me urgía transmitiros esta noticia, que debe llenarnos de gozo, al tiempo que queremos vivirla para gloria de Dios, y servicio a la Iglesia y a las almas.

Os pido que, en esta fase de singular alegría, os unáis a mi gratitud al Papa, por la decisión de que se proceda a la beatificación de este obispo —para todos nosotros, en años anteriores, hermano; y luego Padre— que tanto amó y sirvió a la Iglesia Santa. Desde ahora encomendemos a don Álvaro las intenciones del Santo Padre: la renovación apostólica y el servicio a Dios de todos los cristianos, la promoción y ayuda de los más necesitados, el próximo Sínodo sobre la familia, la santidad de los sacerdotes, y tantas peticiones que dirige al Pueblo de Dios.

Os sugiero que aprovechéis estos meses previos a la beatificación —yo también lo haré— para seguir más de cerca las huellas de don Álvaro: pasos de fidelidad al Señor, a la Iglesia, al Papa, a san Josemaría, a sus hermanas y hermanos, a sus amigos, a sus hijos en la Obra. Al repasar tantos puntos luminosos de su vida, y conocer mejor sus escritos, procuremos imitar su amor a Dios y a los demás, su deseo de cumplir siempre y en todo la Voluntad divina, su celo apostólico y su capacidad de servir a las almas, así como su disponibilidad para llevar en primera persona la carga santa de la Obra, que ahora está en vuestras manos y en las mías.

Don Álvaro infundía paz en los corazones: es algo que comentan muchas personas que le han tratado o que le han conocido a través de los vídeos de tertulias y viajes pastorales. Hija mía, hijo mío: ahora le suplicamos que nos consiga de Dios un profundo gaudium cum pace en el corazón, también para quienes en algún momento han estado en contacto con la labor del Opus Dei. Y roguemos además al próximo beato por la paz en el mundo, surcado por tanta guerra y conflicto.

Con todo cariño, os bendice vuestro Padre

+ Javier

Roma, 22 de enero 2014


A pocos meses de la beatificación, el 4 de junio, el prelado del Opus Dei escribió estas letras a quienes se están preparando para vivir ese acontecimiento de la vida de la Iglesia:

Queridísimos: ¡que Jesús me guarde a mis hijas y a mis hijos!

A medida que transcurren los días hasta el 27 de septiembre, fecha de la beatificación de don Álvaro, aumenta mi deseo de disponerme muy bien para esa gran fiesta de nuestra Santa Madre la Iglesia y de esta partecica de la Iglesia: la Prelatura. Lo mismo os sucederá a vosotros. Recuerdo cómo nos impulsó don Álvaro a prepararnos para la beatificación de nuestro Padre, el 17 de mayo de 1992. Me propongo seguir sus pasos, muy acompañado por la oración de todas y de todos, uniéndome personalmente a lo que haga cada una, cada uno.

Me parece muy lógico que rompamos en una sincera acción de gracias a Dios, con el gozo de ver en los altares al primer sucesor de san Josemaría, y que este don del Cielo nos impulse a intensificar la petición —a diario— por los frutos de ese evento en bien de las almas, y por tantas iniciativas apostólicas que los fieles y cooperadores de la Obra promueven en todo el mundo.

Considero que, como expresión también de ese agradecimiento, debo ayudaros con unas sugerencias. En primer lugar que, en preparación para esa fecha, y luego hasta fin de año, cada uno se busque personalmente algún detalle especial de oración por la Iglesia, el Papa, la Obra, al hilo de la respuesta de san Josemaría. Y os ruego que también supliquemos a Dios que nos oiga en mis muchas otras intenciones, para servir más y mejor a las almas.

Pienso que ese detalle que os pido podría consistir, poniendo por intercesor a don Álvaro, en rezar cada día una parte más del Rosario; o bien un Acordaos ante una imagen de la Virgen en el hogar de familia —el Centro de la Obra, la casa donde cada una y cada uno habita—; o quizá en hacer semanalmente una breve visita a una iglesia dedicada a Nuestra Señora, o en la que se venera alguna imagen suya, etc.

Es sólo una petición paterna que os comunico para que, con total espontaneidad y libertad personal, sea siempre más cuidadosa nuestra fidelidad a Dios, a la Iglesia, al Papa. Me atrevo a pediros que vuestra ayuda sea generosa.

Con todo cariño, os bendice vuestro Padre

+ Javier

Roma, 4 de junio de 2014

Romana, n. 58, Enero-Junio 2014, p. 89-91.

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