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Crotona center

El Bronx es un barrio de Nueva York conocido, sobre todo, por sus lacras sociales. Si hubiera que creer al estereotipo, la tríada drugs, crime and poverty (droga, delincuencia y pobreza) sería la única verdad del Bronx. Pero, gracias a Dios, la realidad es más rica: basta abrir los ojos para darse cuenta.

La raíz del problema

John Deida no niega que en su barrio existan esos problemas, pero piensa que la raíz de los males del Bronx es de otro tipo. En su opinión, el principal obstáculo para que los jóvenes del Bronx salgan de la marginalidad es lo que él llama la pobreza cultural: muchos chicos, explica John, ni siquiera se sienten estimulados a intentar mejorar su situación, huyen del esfuerzo, buscan solamente la comodidad, el camino fácil. John participó en los programas de Crotona Achievement Center como alumno hace años, cuando era un adolescente. Después echó una mano como voluntario, mientras estudiaba Lingüística en la Universidad.

«Cuando era voluntario en Crotona», recuerda John, «a menudo hacía leer a los alumnos en voz alta artículos de The Economist o del Wall Street Journal, y discutía con ellos sobre su contenido, que normalmente era algún tema de interés nacional o internacional». Se trataba de un modo de ayudar a los chicos a entrenar su atención y a mejorar en capacidad de comprensión, vocabulario y pronunciación. Pero era también —como explica Dave Holzweiss, promotor de Crotona y actual director de la fundación que sostiene el centro, la South Bronx Educational Foundation— un modo de involucrarlos en cuestiones que afectan a todos y de presentarles el rostro amable de actitudes morales positivas como el autodominio o el espíritu de servicio.

La misión de Crotona

Crotona Center, que nació por iniciativa de algunas personas del Opus Dei y amigos suyos, tiene su sede en un local situado en el número 843 de Crotona Park North. Hace unos años, un generoso donativo de la empresa UPS permitió restaurar el local, que hasta ese momento presentaba un aspecto descuidado.

Participan en las actividades de Crotona chicos de edades comprendidas entre los 10 y los 18 años, que acuden allí estimulados a tomarse en serio su formación académica y humana. «No estamos sólo para asesorar académicamente a los chicos, ni tampoco para organizar unos fantásticos momentos de entretenimiento. Nuestra misión es ayudarles a mejorar en su personalidad, a ser exigentes consigo mismos, a convertir sus vidas en algo grande», comenta Eddie Llull, coordinador de actividades de Crotona.

«Durante una época», reconoce Kevin, alumno de Crotona, «lo que yo buscaba en mis compañeros de escuela era su atención, no su amistad. En realidad ni siquiera sabía qué era la amistad. Sabía que si en clase hacía alguna tontería los demás se reirían, y para sentirme aceptado hacía tonterías. En Crotona aprendí, sobre todo por experiencia, que la amistad es una relación fundada en la verdad, el amor y el respeto de la libertad personal. ¿En qué se traduce esto? Bueno, ahora por ejemplo trato de entender a mis amigos como son y no como yo quiero que sean. Es curioso, pero cuanto más los conozco, más aprecio lo bueno que hay en ellos».

A veces, los tutores son los únicos modelos positivos que los chicos pueden encontrar en sus vidas. No es infrecuente que incluso lleguen a representar, para ellos, la figura del padre: los contextos familiares problemáticos en este barrio son relativamente habituales. Los tutores, en cualquier caso, procuran siempre transmitir una visión positiva de la familia. «No estás solo», les dicen, «eres parte de un grupo de amigos y de una familia. Debes enfocar tus acciones pensando en los demás, consciente de que no vives sólo, de que todo lo que haces repercute en tu entorno».

¿Cómo puedes pretender...?

Los chicos llegan a Crotona a partir de las cuatro de la tarde, y lo primero que hacen es ponerse a estudiar: realizan sus tareas escolares y aclaran con los tutores sus dudas. Después hay un rato de tertulia en común, en el ambiente cálido y confortable de la sala de estar: una magnífica ocasión para aprender a escuchar y para compartir ideas y proyectos con los demás.

En Crotona, las actividades ordinarias de los días escolares se complementan con otras especiales que tienen lugar los sábados y con las de verano. El programa es siempre amplio y variado: coloquios con profesionales de prestigio, visitas a empresas, laboratorios, etc. No hace mucho, los alumnos de Crotona, bajo la dirección de un estudiante de Arte, organizaron una exposición de pintura.

«Algunos nos miran con escepticismo», dice Holzweiss. «Piensan que es demasiado exigente para los chicos. ¿Cómo puedes pretender que un niño de diez años lea artículos especializados?, dicen. Y de entrada suponen que no decimos la verdad. Pero también el Señor podría haber dicho: “Estos hombres no entienden nada, así que me voy a limitar a comunicarles sólo algunas cosas parciales”. Y en cambio no actuó así. Reveló toda la verdad».

Romana, n. 44, Enero-Junio 2007, p. 154-155.

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