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Escuela de Enfermería de la Universidad de Navarra

La Escuela de Enfermería de la Universidad de Navarra comenzó su andadura en 1954, al mismo tiempo que la Facultad de Medicina de la Universidad.

El Fundador del Opus Dei impulsó las enseñanzas de Enfermería dentro del ámbito universitario, y quiso que la formación que se diera a las futuras enfermeras fuera de alto nivel científico, técnico y humano. En muchas ocasiones, a lo largo de su vida, el Beato Josemaría habló del particular aprecio que tenía a esa profesión, y recordó la grandísima influencia cristiana que las enfermeras pueden ejercer en la sociedad.

Por aquellas fechas, los planes oficiales de estudio establecían que las Escuelas de Enfermería se integraran en las Facultades de Medicina. Por este motivo, el primer Decano de la Facultad de Medicina, en el año 1954 —el Prof. Juan Jiménez Vargas—, fue también el primer director de la Escuela. La Junta de Gobierno de la Escuela la formaban la Dra. María Casal Wismer, Dª Mª Jesús Domingo Casas y Dª Mª Victoria Tabernero Palacios.

En el año 1961 se puso en marcha la Clínica Universitaria de la Universidad de Navarra. La vinculación de la Escuela con la Clínica resultó determinante en la enseñanza, ya que la responsabilidad sobre el cuidado de los enfermos permitió el desarrollo del amplio abanico de las actitudes humanas que caracterizan al profesional de la enfermería, y que adquieren su más profundo valor y significado gracias al espíritu cristiano de servicio y de entrega desinteresada a los demás.

Los años siguientes supusieron un desarrollo creciente en la formación científica de las alumnas de Enfermería, y una consolidación de ese espíritu que es al mismo tiempo el ideal de la Universidad de Navarra.

Perfil de una profesión

Actualmente la Escuela de Enfermería cuenta con 612 alumnas. El perfil de quienes terminan estos estudios es el de una profesional preparada científicamente y con una aguda sensibilidad humana en la atención del enfermo; con iniciativa para detectar y resolver problemas, y para tomar decisiones en el ejercicio de su profesión, y con un fuerte bagaje ético de fundamentación cristiana.

Característica esencial de la formación profesional que se imparte es el reconocimiento de la dignidad radical de cada persona —creada por Dios y redimida por Cristo—, y la concepción del trabajo como servicio a los demás. Servicio que, en esta profesión, supone una exigente dedicación a los pacientes a través de los cuidados médicos, y una delicada solicitud por todo lo que necesiten.

En el fondo de este planteamiento están las enseñanzas del Beato Josemaría: «—Niño. —Enfermo. —Al escribir estas palabras, ¿no sentís la tentación de ponerlas con mayúscula? Es que, para un alma enamorada, los niños y los enfermos son Él»[1].

El dolor, unido siempre al desempeño de esta profesión, es un misterio que —en último término— sólo alcanza su sentido y su valor a la luz de la Cruz de Cristo. «Pienso —decía, en otra ocasión el Fundador del Opus Dei, y primer Gran Canciller de la Universidad— que ser enfermera es una vocación particular de cristiana. Pero, para que esa vocación se perfeccione, es preciso que seáis unas enfermeras bien preparadas científicamente, y que tengáis una delicadeza muy grande»[2].

Práctica reflexiva

Actualmente, el plan de estudios de la Diplomatura en Enfermería se desarrolla en tres años, con asignaturas troncales, obligatorias, y otras optativas y de libre configuración.

Durante la carrera se sigue un sistema modular por el que las estudiantes alternan períodos teóricos en las aulas y períodos prácticos en diversas unidades de enfermería. El modo de concebir las prácticas hace que las alumnas se integren de forma natural en los equipos de enfermería de cada unidad. Desde que llegan a la Escuela, las estudiantes viven desde dentro —participando activamente— el ejercicio profesional. El itinerario está diseñado para que cada una adquiera progresivamente niveles de competencia práctica adecuados a los conocimientos teóricos, incorporándose a la unidad de enfermería adjudicada, con competencias cada vez más complejas y especializadas.

Una de las características del aprendizaje en la Escuela de Enfermería de la Universidad de Navarra es el énfasis que se pone en la reflexión como proceso potencial de aprendizaje. Se anima a las alumnas a volver sobre sus experiencias, en el entorno asistencial en el que la docencia está integrada, para que piensen en ellas, las ponderen y las evalúen. Se trata de que —con la ayuda de la tutoría personal y del esfuerzo común de los profesores de los cursos teóricos y prácticos— las futuras enfermeras aprendan a desenvolverse profesionalmente con competencia y criterios éticos.

La parte fundamental del rotatorio práctico se lleva a cabo en la Clínica Universitaria, pero también puede realizarse en distintas instituciones sanitarias —estatales y privadas— de Navarra.

Además, de forma voluntaria, cada estudiante tiene oportunidad de realizar parte de sus créditos prácticos en países en vías de desarrollo y en instituciones benéficas, con el fin de prestar solidariamente sus conocimientos a comunidades más necesitadas. Estas prácticas se realizan en verano, con la ayuda financiera de diversas ONG y la supervisión de profesores de la Escuela, y permiten, por ejemplo, conocer de cerca situaciones sociales deprimidas, y aprender a gestionar y administrar sus escasos recursos.

El último verano, un grupo de alumnas de la Escuela de Enfermería ha realizado sus prácticas en dos geriátricos de Valpaços (Portugal) y en una comunidad de Chiclayo (Perú).

Cursos de especialización

La Escuela de Enfermería de la Universidad de Navarra organiza Cursos de especialización para las Diplomadas que deseen continuar su preparación profesional en las siguientes áreas clínicas: Cardiología, Cirugía, Cuidados intensivos, Pediatría hospitalaria, Psiquiatría hospitalaria, Quirófano, Unidades de hospitalización médica, Unidades de hospitalización quirúrgica.

Cada alumna recibe entre 200 y 300 horas teóricas de fundamentos de la especialidad, y realiza hasta 1.800 horas de trabajo en una unidad hospitalaria. El método de enseñanza sigue siendo individualizado, motivo por el que se admite un número determinado de solicitudes cada año.

La Escuela, por su carácter interfacultativo, mantiene una estrecha relación, no solamente con la Facultad de Medicina, sino también con las facultades de Farmacia, Ciencias (Biología, Nutrición y Dietética, Bioquímica), Filosofía, Pedagogía y Teología, lo que facilita la formación integral de las alumnas y una continua actualización del profesorado.

[1] BEATO JOSEMARÍA ESCRIVÁ DE BALAGUER, Camino, n. 419.

[2] BEATO JOSEMARÍA ESCRIVÁ DE BALAGUER, Tertulia 25-V-1974

Romana, n. 29, Julio-Diciembre 1999, p. 270-272.

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