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Filipinas e Indonesia: 25 de julio a 7 de agosto de 2023

El prelado del Opus Dei llegó el 25 de julio a filipinas. En el aeropuerto de Manila fue recibido por el vicario regional del Opus Dei, don Julio Diéguez, y por algunas familias.

En su agenda para el miércoles 26 figuraba, en primer lugar, una visita al Santuario Nacional de Nuestra Señora del Carmen, en Nueva Manila. Por la tarde, Mons. Ocáriz tuvo un encuentro en la Universidad de Asia y el Pacífico (UA&P) con unas trescientas estudiantes y profesionales jóvenes que asisten regularmente a las actividades de formación organizadas por los centros del Opus Dei en el país.

Por la mañana del día siguiente recibió a algunas familias que compartieron sus historias y le mostraron fotos, que él bendijo. Además, se reunió con 40 estudiantes de la escuela PAREF Southridge que estaban a punto de partir hacia Lisboa para participar en la Jornada Mundial de la Juventud. Les animó a practicar la fraternidad entre ellos y con las personas de otros países con las que iban a convivir durante esos días. Les recordó que seguramente encontrarían algunas dificultades en el camino y que podrían ofrecerlas por el Papa. Por último, les dio la bendición para el viaje. Por la tarde, de nuevo en la Universidad de Asia y el Pacífico, tuvo otra reunión con jóvenes. Mons. Ocáriz respondió a sus preguntas sobre temas relacionados con la amistad, el apostolado, la oración y el discernimiento vocacional.

El viernes 28 por la mañana celebró la Misa en una capilla dedicada a Santa María Stella Orientis y visitó a algunos fieles de la Prelatura ancianos o enfermos en sus casas.

El domingo 30 de julio tuvo un encuentro de una hora con un nutrido grupo de familias, miembros del Opus Dei y amigos en el Mall of Asia Arena. En total, el evento congregó a cerca de siete mil personas.

Una conocida guionista de televisión y cine preguntó cómo perseverar en su trabajo con creatividad y con un sentido cristiano de la vida, nadando contra la corriente de una industria secularizada. El prelado le dijo que estaba implicada en algo muy importante y le animó a mantener una relación positiva con productores, directores y otras personas del sector.

Un grupo de filipinos de origen chino le hablaron de las actividades formativas que organizan en el barrio chino de Manila y de las ayudas que, gracias a generosos benefactores, han estado recaudando para que sacerdotes de China continental puedan realizar sus estudios eclesiásticos en Filipinas o en Europa. Le mostraron un pergamino con el texto del Mandamiento Nuevo pintado en caligrafía china para que lo firmara con un sello rojo que llevaba su firma en chino. Desean colocarlo en la sala de estudio del futuro centro del Opus Dei de Chinatown. Por último, interpretaron una canción popular china.

Una actuación de no menos calidad fue la de los Philippine Madrigal Singers, un coro mundialmente conocido cuyo actual director, Mark Carpio, al saludar al prelado, quiso dejar testimonio de su gratitud al Opus Dei por los bienes de amistad y de formación cristiana que le ha reportado su relación con la Obra desde que era joven.

El 2 de agosto, último día que pasaba en Manila, Mons. Ocáriz se reunió en la UAP con algunos hijos suyos que quisieron dedicarle alguna actuación musical.

El 3 de agosto, poco antes del mediodía, aterrizó en el aeropuerto internacional de Mactan Cebú. Varias familias de diferentes ciudades de Bisayas y de Mindanao le dieron la bienvenida. Un niño y una niña disfrazados de Datu Humabon y la reina Juana, los primeros filipinos conversos al cristianismo, le entregaron algunos regalos. Posteriormente, otras familias de Iloilo, Bacolod, Cagayan de Oro y Davao fueron recibidas por él en Lahug, un centro del Opus Dei de Cebú.

A media tarde, Mons. Ocáriz visitó la escuela PAREF Springdale. El personal directivo de PAREF, los profesores y sus familias le mostraron el patio de la escuela, presidido por un bajorrelieve de bronce de la Sagrada Familia diseñado por el artista local Celso Pepito. En la sala de reuniones de Springdale, además, el prelado tuvo un encuentro con unos 25 sacerdotes diocesanos de Cebú, Butuan y Leyte y el obispo Isabelo Abarquez de Calbayog (Samar). Les habló de la dignidad del ministerio sacerdotal, y de la importancia de que los sacerdotes diocesanos vivan una profunda fraternidad entre ellos, de modo que no se sientan solos en su ministerio. Al final de la reunión, les pidió su bendición.

A última hora de la tarde visitó la basílica menor del Santo Niño de Cebú. Un religioso, el padre Ion, leacompañó a la segunda planta de su convento, en el que viven los agustinos que custodian la basílica, para que pudiera rezar ante la estatua original del Santo Niño, que Fernando de Magallanes regaló a la reina Juana en 1521. En la base de la imagen, el prelado depositó unas flores.

El 4 de agosto por la mañana celebró la Misa en un centro del Opus Dei adyacente al Center for Professional Development (BCPD), una escuela técnico-profesional que ha desempeñado un papel fundamental en la promoción de la autonomía de la mujer y la capacitación para la subsistencia de sectores vulnerables de la sociedad, como los pueblos indígenas, los jóvenes sin escolarizar y las personas con discapacidad. El personal directivo de la escuela le explicó los diversos programas sociales que esta desarrolla, varios de los cuales cuentan con el apoyo de organismos internacionales.

A continuación, Mons. Ocáriz viajó al norte, a Talamban, para visitar el Instituto Técnico CITE. El coro del instituto le saludó con una pegadiza melodía visaya, Oh Kinabuhi (“¡Oh Vida!”). En el vestíbulo principal se detuvo un momento a rezar ante un busto del beato Álvaro que estaba adornado con flores. Bendijo la nueva capilla y saludó a profesores, empleados, familias, benefactores y otras personas que forman parte de la comunidad del CITE. Uno a uno se presentaron a sí mismos, a sus hijos, a sus amigos... La familia Wong le regaló un icono de un ángel con el sello del CITE; la familia King, una maqueta de un velero local fundida en plata; Celso Pepito y su esposa, un cuadro de san Josemaría y el beato Álvaro.

De regreso a Lahug, se reunió con familias y amigos de los colegios PAREF Southdale y Southcrest. También visitó al director del CITE, que llevaba algunas semanas enfermo en el Centro Médico de la Universidad de Cebú. Posteriormente, a las 5 de la tarde, tuvo un animado encuentro familiar de una hora de duración en el pabellón Oakridge.

El día 5, tras celebrar la Misa en el oratorio de Lahug, salió hacia el aeropuerto, donde tomó el avión que le llevaría a Indonesia.

Llegó a Surabaya, la segunda ciudad del país, a última hora de la tarde. Era la primera vez que un prelado del Opus Dei visitaba Indonesia. Conscientes del significado de la ocasión, algunos fieles del Opus Dei, junto con sus familiares y amigos, acudieron al aeropuerto portando coloridas pancartas con la leyenda: ¡Selamat Datang, Padre! (“¡Bienvenido, Padre!” en bahasa).

El domingo 6 por la mañana, el prelado acudió a visitar al obispo, Mons. Vincentius Sutikno Wisakono, internado en el hospital por motivos médicos (murió al cabo de cuatro días). El Opus Dei está en Indonesia porque Mons. Sutikno había pedido que se comenzara la labor apostólica en la diócesis de Surabaya.

Luego, Mons. Fernando Ocáriz acudió al seminario diocesano para saludar a los seminaristas y sacerdotes. Según declaró más tarde, quedó impresionado al comprobar el dinamismo de las vocaciones en un país como este, predominantemente musulmán.

Algo después tuvo un encuentro con más de 200 personas en el campus de la Universidad Católica Widya Mandala, de Pakuwon. Como suele hacer, comenzó con unas palabras sobre la fiesta litúrgica del día, la Transfiguración del Señor. Una joven madre de dos niños le habló de su negocio de venta de ropa infantil y le explicó que, convertida del budismo al catolicismo, ahora disfruta estudiando la Palabra de Dios y enseñando a sus hijos la fe católica. Otras personas expusieron sus inquietudes y pidieron oraciones por intenciones personales. La reunión concluyó con una danza folclórica. Al despedirse, el prelado pidió oraciones por el Papa y por el obispo Sutikno.

Al día siguiente, el prelado voló a la capital, Yakarta, donde primero visitó al nuncio y luego, en el hotel Aryaduta Menteng, tuvo un nuevo encuentro con familias al que acudieron unas 150 personas. Una de ellas, perteneciente a la etnia malaya de los dayaks, conocidos antiguamente como cazadores de cabezas, dijo, bromeando, que ahora desea «cazar almas» pacíficamente en su lugar de trabajo y preguntó cómo podía mostrar a sus amigos que merece la pena buscar la santidad, aunque cueste esfuerzo. Mons. Ocáriz le recordó que la santidad no consiste en la perfección puramente humana o en la ausencia de defectos, sino, más bien, en la perfección del amor: lo importante, dijo, es recomenzar cada día en la lucha personal por amar a Dios y a los demás, y ese amor es una gracia que hay que pedir.

Romana, n. 77, Julio-Diciembre 2023, p. 176-179.

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